viernes, 16 de marzo de 2012

Entrevista al escritor boliviano Víctor Montoya

                                                    foto: Víctor Montoya

(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Conocí al escritor boliviano Víctor Montoya a través de internet, hace diez años. Hacía poco tiempo que había fundado la revista Archivos del Sur y recuerdo que encontré en la Biblioteca Cervantes Virtual un pequeño anuncio de una antología de escritores que él había preparado en Suecia y le escribí para pedirle un cuento. Enseguida me contestó y amablemente me dijo que eligiera uno de sus textos. Por entonces Víctor Montoya vivía en Estocolmo, donde estaba exiliado por razones políticas. Había sido dirigente estudiantil hasta mediados de 1976, cuando la dictadura militar de Hugo Banzer lo persiguió y liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional debió exiliarse en Suecia en 1977.
Durante varios años nos escribimos, Víctor siempre me envió las colaboraciones que le pedí  para la revista Archivos del Sur y para la revista infantil Barco de papel.
También lo entrevisté, la entrevista está publicada la revista Archivos del Sur y fue publicada en Bolivian Studies Journal, una edición especial dedicada a Víctor Montoya por la University of Illinois. A través de los años Víctor Montoya me fue enviando  sus libros por correo ya que resultaba  imposible conseguirlos en las librerías de Buenos Aires y yo los leía y los comentaba. Así fue que pude leer su novela El laberinto del pecado, el libro Cuentos de la mina, su ensayo El niño en el cuento boliviano.
El profundo compromiso social, la denuncia de las injusticias, las agudas observaciones del escritor se ven reflejadas en la literatura del escritor boliviano.
En la precitada entrevista le pregunté a Víctor Montoya si volvería a vivir en Latinoamérica, y en caso afirmativo, seguiría siendo escritor y él me contestó: "A estas alturas de mi vida, y después de haber vivido en Suecia durante más de dos décadas, es difícil plantearme un retorno definitivo, pero me seduce la idea y el corazón me palpita aceleradamente cada vez que la idea cruza por mi cabeza. Al fin y al cabo, soy un boliviano más de la diáspora, que abriga la esperanza de retornar algún día a la cuna de su nacimiento. De cumplirse este anhelado sueño, seguiría escribiendo como hasta ahora. Es una de las pocas cosas que sé hacer o, por mejor decir, una de las cosas que mejor sé hacer...".

Durante un tiempo no tuve noticias de Víctor Montoya hasta que hace pocos días, reiniciada la comunicación con el escritor, me dijo que está viviendo nuevamente en Bolivia, en la ciudad de La Paz.
Víctor Montoya siempre mantuvo una gran calidad literaria en sus textos, tanto en los cuentos, como en las
crónicas y ensayos. Además, es un escritor latinoamericano que ha mantenido sus ideales y su compromiso social  y su literatura lo refleja.
Es por eso que decidí entrevistarlo nuevamente para la revista Archivos del Sur.

Entrevista al escritor boliviano Víctor Montoya

(Buenos Aires/La Paz)



A.O.- Estás viviendo en tu país natal, Bolivia, nuevamente, después de más de treinta años de exilio en Suecia, ¿qué significado tiene en tu vida esta nueva situación y cómo ha cambiado tu visión de las cosas como persona y como escritor?

V.M.- Retornar a la tierra que a uno lo vio nacer, con un mundo de ilusiones y otro mundo de expectativas, es como el retorno del hijo pródigo que un día se marcha de casa y otro día decide volver a los brazos de su madre, con las esperanzas de quedarse para siempre allí donde están los familiares, los amigos de la infancia y los compañeros de lucha. Después de tantos de ausencia, provocada por un exilio que comenzó en 1977, uno tiene la sensación de parecerse a Ulises, quien retornó a Ítaca tras una larga odisea, que algunas veces lo llevó a perder el timón de su nave y otras veces lo arrastró hacia los peligros que lo acechan cada vez, hasta que al final, armado de coraje y de paciencia, retornó por alta mar a su amada tierra.
Debo confesar que mi nueva situación, aunque no es exactamente la misma de hace treinta cuatro años, no ha cambiado en absoluto la visión que siempre tuve del país y su problemática, como no me ha cambiado a mí en lo personal ni en lo literario, probablemente, porque siempre viví vinculado a la realidad ancestral a pesar de la distancia y porque nunca tuve razones, ni internas ni externas, para dejar de ser lo siempre he sido: un hijo de entrañas mineras que luchó -y sigue luchando- por la libertad y la justicia; un fenómeno social que se refleja, incluso de manera descarnada, en gran parte de mi literatura.

A.O.- ¿Cuál es tu visión de la nueva situación social, cultural y política que se vive en Latinoamérica y especialmente en Bolivia y en los países de América del Sur?

V.M. - En América Latina, a diferencia de lo que se experimentó durante los regímenes dictatoriales de la segunda mitad del siglo XX, se está viviendo una situación de democratización del Estado de derecho, con gobiernos de consenso, elegidos democráticamente por un pueblo que, además de pedir el respeto a los derechos humanos, está exigiendo que se defiendan las recursos naturales del saqueo imperialista. De modo que la nueva situación social, política, económica y cultural, en cada uno de los países del Cono Sur, nos está demostrando que es posible construir sociedades más libres y equitativas, donde todos podamos convivir en paz y armonía, indistintamente de las diferencias raciales y culturales que se manifiestan en este enorme mosaico, complejo y contradictorio, que es el continente latinoamericano.

A.O.- ¿Qué influencia ha tenido en tu literatura el hecho de vivir nuevamente en La Paz? y ahora, desde ese lugar ¿cuál es tu visión de la Europa actual?

V.M.-Creo que ninguna, pues, como te comentaba en un principio, siempre he escrito como si estuviese viviendo en La Paz o en Llallagua, aunque físicamente me encontraba en Estocolmo. Es decir, mi literatura, en lugar de alejarme del país, fue un puente que me permitió mantenerme en contacto permanente con mi gente y su destino. Es como si nunca me hubiese alejado de sus montañas, sus valles y sus selvas. En mi literatura aparecen retratados, de un modo o de otro, los mil rostros de Bolivia; de esa Bolivia que dejé y de esta Bolivia a la cual retorné después de más de tres décadas de ausencia.
Pienso que la visión que ahora tengo de Europa, contemplada a la distancia, es más difusa que la visión que tengo de Bolivia. No olvidemos que Europa es un continente en la que cada país parece formar una islita en un inmenso archipiélago, con idiomas y culturas que se diferencian de manera abismal. Sin embargo, desde que se constituyó la Comunidad Europea, varios países han sido afectados por la crisis económica del sistema capitalista y se han dado bruscos virajes hacia los gobiernos de derecha -en algunos casos de ultraderecha-, que ponen en peligro no sólo la democracia participativa, sino también la existencia de millones de inmigrantes que viven una situación insoportable, como si tuvieran encima de la cabeza pendiente la espada de Damocles. La xenofobia contra los extranjeros crece y crece, y los gobiernos son cada vez más y más reaccionarios.

A.O.- ¿Podrías decirme algo acerca de la literatura que se está escribiendo actualmente en Bolivia? ¿Qué características tiene? ¿Refleja el tema del empoderamiento de los indígenas?, por ejemplo

V.M.-  La literatura boliviana, en la actualidad, está viviendo su mejor momento, con escritores que están trabajando seriamente con la palabra escrita. Hay una pléyade de nuevos valores, tanto en verso como en prosa, que se están abriendo espacios considerables no sólo a nivel nacional, sino también a nivel latinoamericano y mundial. Éste es un hecho casi insólito en un país que siempre se mantuvo a la zaga de otras corrientes literarias del continente. Recordemos que hasta finales del siglo pasado eran muy pocos los escritores bolivianos tomados en cuenta en antologías, estudios o compendios de literatura hispanoamericana. Hoy en día, sin embargo, contamos con escritores y escritoras que, tanto por su talento como por la calidad su obra, están a la altura de los mejores narradores y poetas del continente.
La literatura de los escritores más jóvenes, como es natural, está acorde con lo que se está escribiendo en otros países. De ahí que no es extraño que aborden temáticas que antes no estaban contempladas en la literatura nacional, como el erotismo, la ciencia ficción o el género policiaco. Otro fenómeno interesante es que existe una nueva corriente de escritores, de ascendencia indígena, dispuestos a escribir o reescribir su historia desde su propia perspectiva; es más, el Ministerio de Culturas y las instituciones pertinentes están auspiciando concursos literarios en quechua y aymara, como una forma de fomentar la creación literaria entre los escritores originarios y como una parte de las políticas de descolonización del actual gobierno.

A.O.- ¿Cuál es tu visión acerca de la situación de las mujeres en Bolivia? ¿Están actualmente cerca de la igualdad con los hombres?

V.M.- La situación de la mujer no ha cambiado mucho, debido a la sólida estructura patriarcal existente desde la época de la colonia. No obstante, se nota que hay ciertos avances en algunos sectores, donde las mujeres participan activamente en la vida política, social y cultural. Aunque no ocupan puestos importantes en las esferas gubernamentales, son voces que se escuchan con más fuerza que antes. Por ejemplo, tenemos a escritoras que, además de tener una gran integridad personal y capacidad intelectual, hacen prevalecer sus derechos por sobre todas las cosas. Lo mismo ocurre entre las mujeres que representan a organizaciones o instituciones que luchan por la igual de géneros. Pienso que el legado de Domitila Barrios de Chungara, que fue una legendaria dirigente de las amas de casa de las minas, está generando efectos positivos entre las mujeres más conscientes y politizadas. Si bien es cierto que las mujeres no han alcanzado todavía los mismos derechos que el hombre en la vida laboral y familiar, es cierto también que estás desigualdades obedecen a factores socioeconómicos, que tienen que ver con el subdesarrollo del país y la mentalidad retrógrada y conservadora de algunas instituciones como la Iglesia, que concibe que la mujer debe estar subordinada al hombre por mandato divino.

A.O.-  Reconsiderando lo que ha sido tu vida entera, ¿qué destacarías más en tus luchas: las luchas sociales en tu juventud, tu lucha permanente con la escritura, la consecuencia con tus ideales?
¿En qué forma estás más satisfecho?, si es que lo estás de alguna manera.

V.M.- De mi vida rescato todo, incluso las etapas más sombrías que me tocaron vivir, porque todas esas experiencias juntas forjaron mis ideales y mi personalidad. Mi infancia, por ejemplo, ha sido un periodo que ha dejado una impronta imprescindible en mi vida, lo mismo que las luchas sociales en las que participé activamente en mi adolescencia. Mi relación con los sindicatos mineros, la persecución política durante la “Operación Cóndor”, la cárcel, las torturas y el exilio, han sido también factores que han determinado mi modo de ver el mundo y el contenido de mi literatura; es más, mi primer libro de testimonio, que gira en torno a la huelga minera de 1976, lo escribí en las celdas húmedas del Panóptico de San Pedro y en la prisión de Viacha. De ahí que mi lucha social se funde, como en una fragua, con la lucha permanente que sostengo con mi escritura, porque ambas luchas reflejan, de una manera consciente o inconsciente, las ganas de expresarse libremente, las ganas de crear un nuevo mundo con la fuerza de la imaginación y las ganas de vencer a lo imposible. Con todo, a estas alturas de mi vida, me siento plenamente satisfecho con los logros alcanzados, muy modestos pero profundamente significativos en la vida de un hombre que nunca puso precio a sus ideales.

A.O. -¿Qué repercusión está teniendo tu obra literaria en Europa, ahora que te han traducido al francés?

V.M. -Pienso que el hecho de haber vivido tantos años en Europa, aparte de haberme dado ventajas, me ha permitido conocer a gente que trabaja en el ámbito literario. Es bueno recalcar, además, que mi obra no sólo está traducida al francés, sino también al inglés, sueco, alemán e italiano. En realidad, y sin la menor intención de sobreestimarme, se puede aseverar que debo ser uno de los pocos escritores bolivianos cuya obra está siendo traducida a otras lenguas y uno de los pocos escritores que tiene ya un espacio ganado en exterior. Abrigo las esperanzas en que lo mejor de mi obra, que no es mucha pero sí significativa, siga siendo traducida a otros idiomas, porque lo que me interesa, entre otras cosas, es que los lectores de Europa, África, Asia o Estados Unidos, conozcan los crímenes de lesa humanidad que cometieron las dictaduras militares durante la “Operación Cóndor” o se introduzcan en el realismo mágico y la realidad tragedia de las minas a través de mi obra. Espero que así sea algún día.

A.O. -¿Qué repercusión está teniendo tu obra literaria en Bolivia?

V.M.- En Bolivia, donde la gente me conocía más por mis artículos de prensa que por mi obra literaria, se están reeditando mis libros, que fueron publicados en Suecia, España o México. Tuve la suerte de participar en un evento de escritores bolivianos, auspiciado por el Centro Cultural y Pedagógico Simón I. Patiño de Cochabamba, que se llevó a cabo en julio del 2011, donde conocí al director del grupo editorial Kipus, quien se interesó y comprometió a reeditar toda mi obra para su circulación en el país, así que ahora, con el tercer libro ya publicado, estoy en plena campaña de promoción de mi literatura. Si todo sale como el editor lo tiene previsto, tengo la certeza de que mi obra se establecerá muy pronto entre los lectores bolivianos.

(c)Araceli Otamendi - Archivos del Sur

Acerca de Víctor Montoya:
Víctor Montoya nació en La Paz, Bolivia, en 1958. Escritor, periodista cultural y pedagogo. Vivió desde su infancia en las poblaciones de Siglo XX y Llallagua, al norte de Potosí, donde conoció el sufrimiento humano y compartió la lucha de los trabajadores mineros. En 1976, como consecuencia de sus actividades políticas, fue perseguido, torturado y encarcelado durante la dictadura militar de Hugo Banzer Suárez. Estando en el Panóptico Nacional de San Pedro y en la cárcel de mayor seguridad de Chonchocoro-Viacha, escribió su libro de testimonio Huelga y represión (1979).

En su extensa obra, que abarca el género de la novela, el cuento, el ensayo y la crónica periodística, destacan: Días y noches de angustia (1982), Cuentos Violentos (1991), El laberinto del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El niño en el cuento boliviano (1999), Cuentos de la mina (2000), Entre tumbas y pesadillas (2002), Fugas y socavones (2002), Literatura infantil: Lenguaje y fantasía (2003), Poesía boliviana en Suecia (2005), Retratos (2006) y Cuentos en el exilio (2008).
Liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional, llegó exiliado a Suecia en 1977. Cursó estudios de especialización en el Instituto Superior de Pedagogía en Estocolmo y ejerció la docencia durante varios años. Dirigió las revistas literarias PuertAbierta y Contraluz. Es miembro de la Sociedad de Escritores Suecos y del PEN-Club Internacional. Su obra está traducida a varios idiomas y tiene cuentos en antologías internacionales. Está considerado por la crítica especializada como uno de los mejores narradores latinoamericanos en Suecia y como uno de los principales impulsores de la moderna literatura boliviana. Obtuvo el primer Premio Nacional de Cuento, UTO, 1984; el Premio de Cuento Breve del Semanario Liberación, Suecia, 1988; el primer premio de Cuento de Escritores de la Escania, Suecia, 1993; fue uno de los ganadores del Concurso Internacional ‘Sexto Continente del Relato Erótico’, convocado por Radio Exterior de España (2010). Escribe en publicaciones de América Latina, Europa y Estados Unidos.


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