jueves, 27 de junio de 2013

Entrevista a Darío Cortés

Darío Cortés 



(Buenos Aires)

Darío Cortés (Quilmes, 1978) es actor, dramaturgo, director y docente de teatro. Se formó en actuación con Helena Tritek y Norma Aleandro. Actuación y dramaturgia con Javier Daulte y en guión de Tv y Cine con Gustavo Malajovich. Técnicas audiovisuales de actuación en La Central de Cine de Madrid y con el director de cine Eduardo Milewics.
Como actor trabaja en programas de Tv y publicidades de España y Argentina.
En 2007 en España crea la compañía Le Frick Teatro, presentándose en el teatro off madrileño como actor, dramaturgo y director con sus obras “Discotheque” y “Desmesura” premiada en el Festival de Teatro San Juan Evangelista 2010 y seleccionada en varios festivales europeos. En el festival de teatro LGTB 2010 presenta “La Estrategia del Escarabajo” y ese mismo año “Encadenados”.
Obras destacadas en Argentina: “Cachondos” (su primera obra) que se mantuvo en cartel diez años, “Pechito Argentino”, “La bella Durmiente POP”, “Fuera de Quicio” y “Desmesura” Nominada a los Premios Estrella de Mar 2012 – Mejor Obra Off”. En 2012 dirigió “SMS” (basada en “Off Corrientes”, escrita por Campanella y Castets).
“Alfonsina” y “Oliverio” fueron estrenadas en Mar del Plata en los años 2012 y 2013 respectivamente con notable éxito de público y crítica, valiéndole a Cortés sendas nominaciones a los Premios Estrellas de Mar y el Premio Mundo T como Mejor Autor Teatral por “Alfonsina”, presentada en varios puntos de Argentina y seleccionada por el Ministerio de Educación de la Nación.
Actualmente reside en Buenos Aires donde trabaja como actor, dicta clases de actuación y dramaturgia, y dirige los proyectos de su compañía Le Frick Teatro.

En el mes de Julio estrenará su obra Oliverio en el Teatro SHA.


 Entrevista a Darío Cortés por Araceli Otamendi 

Araceli Otamendi:- ¿Cómo se inicia tu interés por el teatro? primero actuación y después dramaturgia y dirección? Empezaste a estudiar en la Escuela de Bellas Artes Carlos Morel en la ciudad de Quilmes, y después ¿cómo seguiste? ¿Qué maestros, autores te inspiraron?

Darío Cortés:- Yo recuerdo un flechazo, una primera vez con el teatro en donde quedé capturado por él. Era muy chiquito, no estaba preparado para conocer un amor tan grande. Recuerdo que tenía unos 6 años y unos vecinos que tenían entradas en el teatro Colón para una opereta infantil basada en Hansel y Gretel no pudieron ir y les dieron las entradas a mis padres y fuimos con mis hermanos, no era muy común ir al teatro en mi familia, soy de una familia de trabajadores y obreros, pero eso fue algo único para mí, me acuerdo que quede fascinado, los personajes por efectos especiales volaban, cantaban, decían hechizantes palabras, cuando terminó no me quería ir del teatro y desde ese día no paraba de hablar de eso, hasta que mi hermana a los 10 años me inscribió en la escuela de Bellas Artes de Quilmes, ahí además de estudiar una especie de conservatorio para niños con varias materias, debuté enseguida en el elenco oficial municipal con una obra de Manuel González Gil, necesitaban un actor gordito y gracioso y justo caí yo. Primero el deseo por actuar, luego escribir y después dirigir mis propias obras. La escritura apareció de tanto leer, me la pasaba leyendo autores dramáticos, Tennessee Williams, Lorca, Shakespeare, de acá Storni, Girondo,  entre otros y empecé a escribir, ahí apareció la inspiración. No paraba de mirar películas clásicas y escribir textos de poesía, teatro y novelas. Quedé fascinado con Marlon Brando, Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, Billy Wilder, John Huston, Alfred Hitchcock.
Más tarde me mudé a Capital estudié con Norma Aleandro, Raúl Serrano, algunos seminarios y más tarde con Javier Daulte, mi maestro de dramaturgia y actuación. Actualmente entreno mi actor con Helena Tritek. En los últimos años me inspiraron mucho Sarah Kane, Mike Bartlett, Steven Berkoff, Tony Kushner y los japoneses Murakami y Mishima.


A.O.:-Una parte de tu carrera la desarrollaste viviendo en España, ¿cómo fue la experiencia allá?   ,

D.C.: -Muy enriquecedora, me permitió ver otras formas de hacer teatro, trabajé con actores con los que pude transitar una búsqueda muy profunda en las formas, en el enfoque de la interpretación, en la búsqueda de la verdad y la investigación, en general el actor europeo está acostumbrado a trabajar el despliegue, los recursos de producción y la eficacia o lo clásico en un sentido algo conservador, por supuesto hay excepciones y vi maravillosos y revolucionarios trabajos. Yo llevé a mis actores y alumnos por un camino de búsqueda y experimentación, persiguiendo un resultado pero muy atento al proceso, a la verdad, a la profundidad, al trabajo, a la insistencia, acá estamos más curtidos con la tenacidad.
Viví y trabajé 5 años allá, fue una gran experiencia para mí. Mi primera obra fue “DISCOTHEQUE” que es mi obra mas violenta y agresiva, no tiene nada que ver con la sensibilidad que plantean las otras, además fue mi presentación al público madrileño ya que actuaba, dirigía y la escribí, trabajé el acento neutro para mezclarme con esa particular idiosincrasia española, después estrené “DESMESURA” que fue una obra que no hizo más que regalarme alegrías y buenos momentos en festivales y en las temporadas que realizamos. Di clases, tomé clases, hice una pequeña gira por el interior de España con una de mis obras y fue todo maravilloso. Hay menos teatro que en Buenos Aires, pero vi cosas muy interesantes en varias ciudades europeas, dentro del circuito comercial y del off.


A.O.:-En la Argentina nuevamente, ¿qué fue lo que te interesó como director y actor llevar a la escena?

D.C.: -Volví a mi país cuando recién se aprobaba la ley de matrimonio igualitario, pienso que eso generó un gran revuelo y un avance en algunos sentidos para nuestra sociedad, y por eso decidí retomar mi teatro aquí estrenando “DESMESURA” porque además de las pasiones sin medida, la obra habla del teatro y del deseo… y me dije: qué mejor forma de volver a hacer teatro acá y hablar de todo esto. También me interesaba seguir investigando en ese espacio de experimentación único y sorprendente que es el teatro independiente. Vinieron proyectos como “ALFONSINA”; “SMS” de Campanella y Castets que un grupo de actores me ofreció dirigir y después “OLIVERIO”. Y cumplí  un sueño que era editar mis textos de teatro en formato libro. Además de todo estoy más cerca de la gente que quiero y después de haber extrañado tanto también me doy cuenta que Buenos Aires es el mejor lugar del mundo para hacer teatro.

A.O.:- ¿Cómo ves la movida teatral actual con tantas obras que se estrenan en Buenos Aires?

D.C.:-Desde que tengo uso de razón siempre hubo mucho teatro en esta ciudad. Es increíble la cantidad de obras que se estrenan constantemente y las largas temporadas que realizan algunas, en algunos casos sigo viendo más interesante el trabajo de creadores independientes que del circuito comercial, pero también es una alegría enorme saber que muchos colegas se forjaron en el off y hoy están a cargo de grandes espectáculos de primera línea comercial, me gusta esa convivencia, me sigue pareciendo única la cartelera de teatro aquí. Me preocupa un poco la ausencia de dramas y tragedias, y que las temáticas ya no giren en torno a los trabajadores y a los obreros, a las problemáticas sociales, a los contenidos y a las ideas, pienso que no puede faltar un Chejov en cartel nunca, ni un Brecht. Me preocupa cuando el teatro se vuelve “show solamente”, prefiero el teatro de ideas, el de las no franquicias. Y que siga siendo un fenómeno único nuestro teatro.


A.O.:-Próximamente estrenarás Oliverio en el teatro SHA ¿en qué te inspirás para esta obra? textos de Oliverio Girondo, música de The Cure, cine de Tim Burton ¿qué tienen en común con tu personaje? ¿cuál es la oscuridad de esos autores y artistas que reúne Oliverio?

D.C.:-Yo pienso que Girondo era extraordinario, un adelantado, un arriesgado, un avanzado, un niño de alta sociedad que se favoreció de ello para viajar, formarse, leer todos los libros que quería, editar su primer libro a los 20 años, hacer presentaciones de sus obras vestido de espantapájaros, un artista distinto, lleno de humor, profundidad, locura, oscuridad, te estoy hablando de muchos años atrás, por eso me parece admirable. Yo cada vez que escucho su voz en el CD de “EN LA MASMEDULA” me da la sensación de escuchar un Vincent Price nuestro, una especie de Cristopher Lee porteño y todo eso me lleva a Tim Burton, que conocía todo este universo y lo manifestaba en su cine, hay algo de todo esto que quedó en mi imaginación, estos referentes me divierten y tenia ganas de hacer un espectáculo solo, experimentar en este desafío, de puro riesgo, desafiarme a mi, transitar un camino mas histriónico, mas exigido y heterogéneo interpretativamente, utilizar los cruces estilísticos y literarios, en pocas palabras quería llevar a escena todas las cosas que me gustan, y creo que eso es lo mas noble y honesto que podemos hacer: divertirnos primero nosotros, que nos guste la idea porque es importante hacer lo que a uno le gusta, nunca salen bien las cosas en donde uno hace lo que esperan los demás. Es una obra divertida, pero llena de ideas, de capas, de intelectualidades y de realidad coloquial. Creo que algo de eso tiene la vida, por eso es una comedia con realismo mágico.


A.O.:-En tu obra Alfonsina, que recrea el personaje de la poeta, se mezclan también proyecciones de cine, música, poesía. En Oliverio ¿apuntás a un espectáculo que combine todo eso?

D.C.:-No apunto a un efecto, no me interesa la eficacia en el teatro, busco mi verdad, busco ser fiel con el universo que estoy evocando, y si se trata de un artista que además admiro trato de indagar en su mundo y proponer una impronta que sea mía,  no especulo con lo que me parece mejor para provocar algo. En realidad esos géneros que mencionás son los que siempre me alucinaron, pero los combino y los pongo sobre la mesa de la obra en cuestión si creo que va por ahí la cosa o enriquece la búsqueda.  Yo creo que mis obras no se parecen entre si, cada una transita caminos distintos, singularidades distintas y recursos distintos. Con “OLIVERIO” todo fue auténticamente lúdico, cada elección tiene que ver con las cosas con las que yo quería jugar en escena, con lo que podía hacer más rico e interesante mi juego. Con esta obra yo me siento como los nenes que sacan todos sus juguetes de una caja para compartir con sus mejores amigos, que en este caso es el público, un gran cómplice en cada función. Yo me divierto, ojalá todos los que vengan la pasen así de bien y si no para mi vale la pena jugar de esta manera con los juguetes que más me gustan al juego que más me gusta.



A.O.:-¿Por qué elegiste interpretar vos mismo el personaje en esta obra, al escribirla lo pensaste desde el principio en protagonizarla? ¿Es más difícil o más fácil interpretar una obra escrita por uno mismo?

D.C.:-Yo al escribir no pensé en las dificultades y los beneficios que tendría que yo la interprete, sino la escritura se vuelve condicionada por las circunstancias, yo escribí la historia de este pequeño hombrecito que vive en un mundo chiquito, encerrado, que no puede enfrentar el afuera y queda atrapado por los fantasmas del pasado y su gran enemigo: él mismo. Después dije “que bueno, esto lo quiero actuar yo, este universo es mi adolescencia, nadie lo puede jugar como yo y no pasa por hacerlo bien o mal. El teatro está conectado con el deseo, yo sentí deseo de actuar esto, de enfrentar este desafío y estar solo en el escenario no es nada fácil. Pero el teatro también se trata del vértigo y me encanta eso.



A.O.:-¿Escribís mucho teatro o también otras cosas?

D.C.:- Me gusta más escribir teatro. Es lo que más tengo escrito, me gusta el género novela y ensayo. Es maravilloso lo que puede generar en otros un texto escrito, sin embargo está parido desde una intimidad, una soledad, una singularidad tan profunda. Escribo porque leí bastante, creo que hay que leer y versionando la frase de Pina Bausch, pienso que: “hay que leer, leamos porque sino estamos perdidos”.

(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur