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sábado, 24 de julio de 2010

Entrevista a Fernando Iwasaki Cauti * por Araceli Otamendi



(Buenos Aires/Sevilla) Araceli Otamendi


Entrevisté a Fernando Iwasaki Cauti a través de internet, le envié las preguntas y él me respondió por el mismo medio. El escritor e historiador de origen peruano actualmente vive en Sevilla.
Entrevista
Inicios
Araceli Otamendi:- ¿Cuándo decidió que iba a escribir, a ser un escritor? ¿Qué fue lo que lo influenció?
Fernando Iwasaki: - Siempre escribí, desde el colegio y también en la universidad, pero no necesariamente pensaba que sería escritor. Ni siquiera después de haber publicado mi primer libro de cuentos en 1987 se me pasó por la cabeza que sería escritor, porque entonces era profesor de historia en la universidad y la literatura era una suerte de clavel en el ojal del académico. Más bien, me ilusionó pensar que podía ser escritor cuando decidí dejar el ejercicio profesional de la historia, pero esto sucedió ya en Sevilla y hacia 1994, con unos tres libros de cuentos publicados. Y la verdad es que no fue ninguna influencia, sino pura y vulgar necesidad.
A.O. - ¿En su casa leían mucho?¿Qué leía cuando era niño?
F.I. - En casa éramos siete hermanos y sólo yo leía, aunque todos pasamos por la universidad. Mi madre sí era lectora y mis primeros libros fueron los suyos: la colección argentina de clásicos “Robin Hood”, las vidas de animales de Bernard Rutley en Editorial Molino y muchos cómics de súper-héroes de profesión sus rayos. Creo que si no hubiera leído las aventuras de los 4 Fantásticos jamás habría entendido a Borges, pero antes de leer a Borges leí a Lovecraft, Poe, Ribeyro, Vargas Llosa, Cortázar, Bryce Echenique y Borges, en ese orden. Todavía no había entrado a la universidad y cada uno de esos autores me deslumbró. 
 
Literatura/historia
A.O.- ¿Está escribiendo ahora una novela histórica? ¿Cómo influyen sus conocimientos de historiador en su literatura? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de tener tantos conocimientos acerca de la historia para escribir literatura?
F.I. - La novela histórica no debe contar algo verdadero sino simplemente algo verosímil. Cuando recién comenzaba a escribir me interesaba mucho la verdad, pero ahora lo que me interesa es la verosimilitud. Por eso pienso que no hay ninguna desventaja en tener tantos conocimientos históricos, porque ahora la verosimilitud de mis ficciones puede ser más persuasiva. 
 
A.O. - Hay algunos personajes peruanos o con ascendencia peruana muy impresionantes como Flora Tristán y su nieto, Paul Gauguin acerca de los que ha escrito Vargas Llosa. ¿Hay algún mito o personaje histórico que lo obsesione para escribir un libro y todavía no lo hizo?
F.I. - Me interesan los escritores olvidados, porque el futuro de todo escritor es el olvido. Pienso en Félix del Valle, un desleído escritor peruano que después de huir del franquismo en España se refugió en Argentina y murió en Buenos Aires a comienzos de los años 50. A Félix del Valle le dediqué un cuento que titulé «El derby de los penúltimos». También me interesa la xenofobia que se desató contra los japoneses en Lima, durante los años de la II Guerra Mundial. A ese tema le dedicaré una novela dentro de un futuro incierto.
A.O.- ¿Qué escritores peruanos y de otros países han sido sus modelos?
F.I. - Los peruanos, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Alfredo Bryce Echenique. Los latinoamericanos serían Julio Cortázar, Guillermo Cabrera Infante y Jorge Ibargüengoitia. Los españoles, Enrique Jardiel Poncela, Julio Camba y Wenceslao Fernández-Flórez. Y los autores de la literatura universal serían Stendhal, Tolstoi, Melville y Faulkner. Pero por encima de todos, Jorge Luis Borges.
A.O. - Si tuviera que elegir una obra de cada uno de ellos ¿con cuál se quedaría y por qué?
F.I. - “Conversación en la Catedral” (Vargas Llosa), “La palabra del mudo” (Ribeyro), “La vida exagerada de Martín Romaña” (Bryce Echenique), “Historia de cronopios y de famas” (Cortázar), “Habana para un infante difunto” (Cabrera Infante), “Los relámpagos de agosto” (Ibargüengoitia), “El libro del convaleciente” (Jardiel), “La ciudad automática” (Camba), “Escenas de la vida vulgar” (Fernández-Flórez), “La cartuja de Parma” (Stendhal), “Ana Karenina” (Tolstoi), “Moby Dick” (Melville), “Mientras agonizo” (Faulkner) y “El Aleph” (Borges). Me quedaría con los libros citados porque son mis preferidos en cada caso. 
 
A.O. - ¿Cuál es su método de trabajo? ¿Escribe todos los días? ¿Corrige mucho?
F.I. - Como no vivo de la literatura no puedo escribir todos los días. Ojalá fuera así. Por eso suelo pensar mucho en lo que quiero escribir. Me puedo pasar meses y años pensando en lo que quiero escribir. Y cuando ya tengo todo en la cabeza me tomo un mes de vacaciones y otros dos meses de excedencia sin sueldo, para tratar de escribir el libro en sólo tres meses. Si no lo termino en tres meses tengo que dejarlo y retomarlo un año y medio más tarde. Durante esos tres meses puedo escribir hasta 18 horas seguidas (yo sólo duermo cuatro) y apenas corrijo. De hecho, nunca escribo versiones preliminares de ningún libro.
A.O. - ¿Qué tipo de literatura prefiere leer actualmente?
F.I. - Leo varios libros simultáneamente: una novela, uno de cuentos, uno de memorias, otro de artículos y uno de ensayo. Pero debería aclarar que no veo la tele, que no voy al cine y que no tengo vida social. Mi trabajo alimenticio me quita tanto tiempo que no puedo desperdiciar el poco tiempo que me queda libre. La verdad es que no veo la hora de cumplir los 60 años y convertirme en un jubilado dueño de su tiempo.
Vida
A.O. - Usted vive ahora en España, ¿cuándo tomó la decisión de irse a vivir ahí y por qué?
F.I. - Yo no me fui del Perú para ser escritor. Me fui para investigar en el Archivo de Indias de Sevilla y hacer un doctorado en historia. Era 1985, tenía 23 años y no creía que mi vida experimentaría tantos cambios, porque a los tres meses de llegar conocí a mi esposa y así hasta hoy. Luego fueron pasando los años, nacieron los hijos e hice mi vida aquí. No he perdido un país porque más bien he ganado otro.
A.O. - ¿Escribir en otro país que no es el de origen le da otra perspectiva o siempre, cuando escribe se siente en el Perú?
F.I. - Mi abuelo paterno era japonés, mi bisabuelo materno italiano, mi esposa y mis hijos andaluces. ¿Por qué tengo que ser solamente peruano? “Patria” es la tierra de los padres, pero la tierra donde han nacido los hijos carece todavía de sustantivo y a mí me parece tan esencial o más que la “patria”. Teniendo un apellido japonés y otro italiano, habiendo nacido en el Perú y viajando con un pasaporte español, me siento de todas partes y de ninguna. ¿Por qué a los escritores no nos tratan como a los futbolistas? Yo quiero ser un «escritor comunitario», igual que esos futbolistas que no ocupan plaza de extranjero en las ligas europeas.

(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur -2006- Todos los derechos reservados

*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur en 2006

miércoles, 2 de junio de 2010

Entrevista a Alonso Cueto* por Araceli Otamendi



Alonso Cueto


(Buenos Aires) Araceli Otamendi
Alonso Cueto (Lima, 1954) vino a Buenos Aires a presentar su novela "El susurro de la mujer ballena" que resultó finalista del Premio Planeta- Casamérica de narrativa iberoamericana 2007. Alonso Cueto estudió literatura en la Universidad Católica del Perú y en la Universidad de Texas, en Austin, donde se doctoró con una tesis sobre Juan Carlos Onetti. Ha escrito una docena de libros de narrativa, entre cuentos y novelas. Algunas de sus obras más destacadas son La batalla del pasado, El tigre blanco (Premio Viracocha del Grupo Editorial Planeta), El vuelo de la ceniza, Demonio al mediodía y Grandes miradas, que fue llevada al cine por Francisco Lombardi.
Con "La hora azul" ganó en 2005 el Premio Herralde de novela y fue elegida por la Casa Editorial de la Literatura Popular, de China como la mejor novela del bienio 2004-2005 escrita en lengua castellana. También ha recibido el premio alemán Anna Seghers por el conjunto de su obra y la beca para escritores de la Fundación Guggenheim en 2002. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas.
Entrevisté a Alonso Cueto en Buenos Aires para Archivos del Sur.
La novela "El susurro de la mujer ballena"

Araceli Otamendi:-Tom Wolfe dice que la supervivencia de la novela está relacionada con la investigación de la realidad, de los personajes y de su entorno. Quisiera saber si para escribir "El susurro de la mujer ballena" usted investigó en la realidad de los personajes. Verónica, la protagonista de la novela es una periodista que escribe en la sección internacionales de un periódico.

Alonso Cueto:- Hace unos años mi mujer me contó un programa de televisión que había visto, era un programa en el que se habían encontrado una serie de personas que habían estado juntas en el colegio. Toda esta gente, que habían sido compañeros de clase se reencontraban años después. Uno de ellos era un chico del que todos se burlaban, del que todos hacían bromas en la clase y este chico del que todos se burlaban le dijo a los demás "ustedes no saben lo que fueron para mi las ofensas, las humillaciones, las burlas que me hicieron en el colegio. Fue terrible...". Entonces los demás le dijeron "pero si eran bromas, para nosotros era diversión, no era para que te molestaras" pero el chico les dijo: "para ustedes eran bromas pero para mi fue algo terrible". Entonces ésta es la primer idea que yo tuve para escribir una historia, basada en un reencuentro de dos personas que han estado juntas en el colegio. Inicialmente pensé que los que se reencontraban fueran un hombre y una mujer, pero después pensé en que fueran dos mujeres.

A.O.:- ¿Por qué?

A.C.:- Me parece que el tema de la novela son los pactos secretos de la amistad. En toda amistad hay una serie de confidencias, de secretos que se guardan. En general en el asunto de la amistad las mujeres están mejor dotadas que los hombres. Creo que son más capaces de tener un compromiso emocional que los hombres, son también más capaces de expresarse, los hombres estamos más encerrados en nosotros mismos.

A.0.-:- Yo creo que las mujeres somos más capaces de expresarnos pero también, noté en su novela que es la historia de la amistad y en esa amistad hay traición, o traiciones.

A.C.:- Claro, pero el tema de la novela es también el tema de la culpa, el tema de cómo el pasado tiene una vigencia en nuestras vidas, de cómo ejerce una violencia, y en cierto modo estas dos mujeres se reencuentran en un avión en vuelo. Verónica, que es la narradora no acepta la presencia ni tampoco acepta el acoso de Rebeca, porque en cierto modo tampoco quiere aceptar su propia culpa frente a lo que le recuerda Rebeca. Rebeca es una mensajera del pasado.

A.O.:- Eso dice la novela, que Rebeca es una mensajera del pasado. Eso me hizo recordar algo que dice Borges en un ensayo publicado en "Otras inquisiciones". Borges dice que el pasado siempre vuelve, por más que se lo quiera olvidar, el pasado siempre vuelve, siempre regresa. ¿Usted piensa eso, que el pasado siempre vuelve, que no nos podemos escapar del pasado?

A.C.:- En la cultura quecha, en el mundo quechua, el pasado está siempre visto como algo que está delante de uno, el futuro está detrás, porque el pasado es lo que uno ve, lo que uno puede ver, en cambio el futuro no se puede ver. La capacidad de supervivencia de una persona está directamente relacionada con la capacidad que tenga de relacionarse de una manera armónica con sus recuerdos, con su pasado...

A.O.:- ¿Usted piensa eso?

A.C.:- Sí, yo pienso eso. La idea del pasado es lo inamovible, lo que está ahí. Si tú puedes relacionarte bien con el pasado de una manera que no sea condenatoria, el peso de los recuerdos es muy grande, persigue a la gente....

A.O.:- Hay una escritora inglesa P.D. James, que escribió su autobiografía "La edad de la franqueza", y ahí ella dice que el pasado se puede reescribir y se puede volver a puntuar.

A.C.:- El pasado se puede recrear.

A.O.:- Pasando al personaje de Verónica, ella es parte del conjunto de chicos y de chicas que acosaron a su amiga Rebeca. Cuando aparece Rebeca, que simboliza el pasado, Verónica escapa, se siente acosada por esa mujer, Rebeca es como todo el peso del pasado, con su gordura, con su deformidad, que se le viene encima a Verónica. Usted cita a Carson McCullers tanto en el principio de la novela como en el final, cuando Verónica va a ver al padre y el padre le habla de "La balada del café triste". El padre le habla del jorobado, del primo Lymon, ese ser deforme que aparece en la novela de McCullers , y también de Marvin, el marido de la señorita Amelia, que también es un personaje que vuelve del pasado. Quisiera preguntarle si usted es muy lector de Carson McCullers.

A.C.:- Me interesaba este tema de Carson McCullers por este asunto de descubrir en la gente más deforme, en estos personajes raros de "La balada del café triste", que tienen una enorme pasión. Porque uno de los temas es que tendemos a pensar que la gente que no corresponde a nuestro modelo de cuerpo no tiene pasiones, no tiene sentimientos, en cambio lo que ha hecho McCullers es descubrir el enorme mundo emocional de los seres deformes.

A.O.:- Este personaje de Rebeca, con una gordura que hace que sea rechazada y siempre fue rechazada en la escuela, ¿se inspiró en un personaje real?

A.C.:- En todos los colegios hay personajes que son rechazados, que son considerados el punto de mofa de la clase, o por su gordura, o por su personalidad, algo hay siempre, y que ese personaje es casi necesario para que un grupo se afirme, que rechace a algunos miembros del grupo.
Eso se ve en los colegios que son como pequeñas sociedades que anticipan el modo de convivencia de lo que ocurrirá después.


A.O.:- Parecería que usted hubiera hurgado en el diario de una mujer, cuando se introduce en el personaje de Verónica. ¿Alguna vez lo hizo'

A.C.:- No, nunca lo hice. Siempre viví rodeado de mujeres, cuando murió mi padre yo tenía catorce años y viví muy cerca de mi madre, de mis tías, de mis primas y siempre he intentado relacionarme con mujeres. Con las mujeres siempre he podido conversar mejor, comunicarme mejor y he contado con la invalorable ayuda de mi esposa para escribir este libro. No sé si hay un punto de vista femenino.

A.O.:- Yo creo que sí, que lo hay, de pronto uno cuando lee la novela parece estar leyendo el diario de una mujer con sus detalles íntimos.
En cuanto al personaje de Verónica, noto que los personajes del mundo de ella, tanto el marido como el amante y también el padre son personajes indiferentes a ella. Verónica está relacionada con hombres indiferentes, como que mucho ella no les importa. Quisiera saber si usted quiso contar eso exactamente.

A.C.:- Para escribir este libro hago como cuando escribo todos mis libros: pienso en los personajes como si fueran seres reales y me pregunto qué les ha pasado, cómo han sido sus vidas, qué querrán y me interesaba mostrar la relación de Verónica con el padre. La relación de Verónica con el padre es lo que ha definido su vida.

A.O.:- Al leer la novela noté que cada personaje masculino de la vida de Verónica está en lo suyo y mucho no les importa lo que haga ella.

A.C.:- Es una conducta muy común en los hombres hacia las mujeres.

A.O.:- Verónica tiene el trabajo, el hijo que hasta por ahí nomás no sé cuán buena es su relación con él y aparece Rebeca, la gorda, ese ser deforme, acosa a Verónica, la persigue con su amistad y creo que Rebeca representa todo lo contrario a las relaciones que el personaje de Verónica mantiene con los personajes masculinos de la novela. Esto es un antagonismo, un desequilibrio en las relaciones de Verónica...

A.C.:- Eso es muy interesante, no lo había pensado. O sea que Rebeca es un personaje activo, que la busca.

A.O:- Sí, Rebeca quiere compartir cosas, quiere ser amiga y Verónica está acostumbrada a la indiferencia porque todas las relaciones que ella tiene son de indiferencia.

A.C.:- Eso es interesante pero al mismo tiempo en Verónica hay un miedo a tener una relación verdadera. Hay un miedo a mostrarse, porque hay una inseguridad muy grande, está ese tema del miedo a mirarse a sí misma.

A.O.:- Verónica dice "no hay nadie que haya conocido a mi alma, ningún hombre conoció mi alma", ella tiene miedo.

A.C..- Usted ha leido muy bien el libro.

A.O.:- Yo creo que al aparecer el personaje de Rebeca, que es un personaje que viene del pasado, Verónica tiene mucho miedo, porque las dos se conocen cosas de la infancia, de la adolescencia y en estas etapas de la vida las personas se muestran más, después se van protegiendo...

A.C.:- Yo creo que hay una dificultad en Verónica a mirarse a sí misma, porque yo creo que ésta es una historia de suspenso y de terror, porque no es el terror de lo que pasa afuera sino de lo que pasa adentro de nosotros. Es el terror de lo que anida en el fondo de nosotros y que a lo mejor no somos conscientes pero está ahí acechándonos, eso es lo que representa Rebeca para Verónica cuando llega a su vida...

A.O.:- En ciertos pasajes de la novela sentí que ese terror del que usted habla existía en los personajes. Y después, había estado releyendo un libro que escribió Borges sobre Leopoldo Lugones y en un pasaje, se lo voy a citar, dice: "...Entonces aquél hombre, señor de todas las palabras y de todas las pompas de la palabra, sintió en la entraña que la realidad no es verbal y puede ser incomunicable y atroz...". Tal vez en estos personajes de su novela hay algo como lo que dice Borges, que puede ser incomunicable y atroz y que es muy terrorífico...

A.C.:- Es muy interesante. Qué bonito eso de Borges sobre Lugones.

A.O.:- Creo que la novela tiene algo de terror ...

A.C.:- Es el miedo a mirarse. Hay una parte que habla del miedo a mirarse en el espejo. Porque ¿cuánta gente aguanta mirarse en el espejo mucho rato?

A.O.:- Pasando al tema de la clase social de los personajes que aborda en la novela, la clase media de Lima, cosa que también podría darse en la clase media de Buenos Aires o de otra gran ciudad, no aparece en los personajes nunca ese contacto que tienen los habitantes de las provincias o del interior y es que están más relacionados con sus orígenes. En el caso de los países latinoamericanos como Argentina y Perú, he conocido gente del Perú, incluso gente que escribe que está muy relacionada con sus orígenes, que está recordando la lengua quechua. En Argentina, si viajamos al norte, por ejemplo, nos encontramos gente muy relacionada con sus orígenes. Cosa que en una gran ciudad es más difícil de encontrar. Los personajes de la novela, que aparecen como pertenecientes a la clase media de Lima parecen abocados más a la superficie de las cosas. Yo quisiera saber si la clase media de Lima que refleja en su novela es realmente así...

A.C.:- Yo creo que en Lima hay muchas clases medias, hay una clase media emergente que tiene un origen provinciano, hay una clase media tradicional limeña, hay una clase media que ha bajado de la clase alta que era. Evidentemente esta historia de la novela sólo puede ocurrir en una clase media o en una clase alta, en una clase baja, no lo sé. Creo que el tema que me interesa mucho pero no en este libro, es el tema de los inmigrantes, el tema de las invasiones.

A.O.:- En esta novela aparece una clase que está muy metida en el trabajo, en lo actual, en la superficie de las cosas, es algo que ocurre en la gran ciudad, se pierde el contacto con la naturaleza, con los orígenes.

A.C.:- Yo creo que todo en nuestras vidas tiende a eso, a privilegiar una civilización donde lo fundamental es la eficiencia y la velocidad. Toda civilización que pregonice la eficiencia y la velocidad va a desmerecer la profundidad y la conciencia, necesariamente.

Acerca del escritor Alonso Cueto
A.O.:- ¿Cuándo decide ser escritor?

A.C.:- El tema de la muerte de mi padre cuando yo tenía catorce años tiene mucho que ver con esta decisión de ser escritor, pero no sabría decir cómo. Cuando murió mi padre, era noviembre y ese verano leí mucho a César Vallejo. Al leer a Vallejo sentí que el poeta me mostraba una historia muy similar a la que estaba sintiendo, era la idea de un mundo que perdió su centro, de un mundo a la deriva, la experiencia de la orfandad, una orfandad esencial. Entonces me dije, si yo puedo sentir que un escritor que ha muerto hace muchos años y que ha escrito unos versos en los cuales me siento tan identificado, tan cercano, esto es algo que me interesa, algo a lo que me interesa dedicarme.
Creo que si no hubiera ocurrido este incidente, tal vez no hubiera descubierto a la literatura como un sistema capaz de expresar lo esencial de las experiencias humanas, más allá de los cambios en el tiempo, en el espacio, en la lengua.

A.O.:- ¿En su casa eran lectores?

A.C.:- Sí, mi padre fue poeta, de joven y filósofo, tenía una gran biblioteca de poesía, tenía muchos libros de literatura y especiamente recuerdo mucho cómo leía con él y me contaba acerca de la Ilíada. Recuerdo la manera en cómo nos acercábamos al duelo entre Héctor y Aquiles. Y vivíamos con una emoción tremenda esa gran lucha. Creo que es una emoción como la que no he vuelvo a sentir con casi ningún libro.

A.O.:- ¿Actualmente lee poesía, lee a Vallejo?

A.C.:- Leo mucha poesía, siempre, creo que un escritor de cualquier género debe leer poesía. Soy también un gran admirador de la poesía de Borges. Me parece que es uno de los más grandes poetas que hay en la lengua, de todos los tiempos. Incluso que los poemas de él están al nivel de los relatos. También leo a muchos poetas argentinos como Enrique Banchs, pero en general me parece que la poesía, una poesía como la de Rilke ayuda a mostrar el lado más potente, más intenso del lenguaje, con más capacidad de concentración y eso es algo que hace bien a cualquier tarea de escritor.

A.O:- Además de narrador es también ensayista, ¿escribe poesía?

A.C.: No, he escrito una obra de teatro, escribí muchos poemas de joven.
Creo que con un poema uno puede notar más rápidamente la verdad del texto, creo que un narrador puede disfrazar más con técnicas, su verdad aunque finalmente también es obvia, pero en un poeta se nota más rápidamente su compromiso, su sinceridad, su pasión.

A.0-:- ¿Qué otras influencias literarias ha recibido?

A.C:- Para mí la gran influencia, el único tema en el que soy intransigente y por el que soy capaz de pelearme es la admiración que tengo por Henry James, pocas veces he tenido una emoción tan grande desde el día que leí "Los papeles de Aspen" , y siempre lo he releido, porque me parece que nadie como él ha mostrado el mundo de la conciencia, los avatares de la conciencia integrados a un hilo narrativo. "Los papeles de Aspen", "Retrato de una dama", "La lección del maestro", todos estos son libros que no puedo dejar de leer.

A.O.:- ¿Y en cuanto a las escritoras norteamericanas: Carson McCullers, Flannery O´Connor, qué me puede decir, le interesan?

A.C.:- Carson McCullers, muchísimo, y Flannery O´Connor, es una de las más grandes cuentistas norteamericanas, me gusta mucho también Dorothy Parker y hace poco leí otra vez una novela que me gusta muchísimo: "La edad de la inocencia" de Edith Warton. Eso es en cierto modo porque es una discípula de Henry James. También me gusta mucho Clarice Lispector.

A.O.:- Sí, me gustan algunos de sus cuentos, son muy extraños.

A.C.:- Los cuentos de Clarice Lispector, más que las novelas.

A.O.:-¿Usted ha vivido en otros países además de Perú?

A.C.:- Nací en Perú pero al poco tiempo fuimos a vivir a París, después viví en Estados Unidos, volví a Perú, viví en España durante tres años y en Estados Unidos otros cinco años. Ahora vivo en Lima.

A.O.:- ¿En qué trabajaba?

A.C.:- En España trabajaba como profesor de inglés, en Estados Unidos terminé de estudiar el doctorado en la Universidad de Texas, hice una tesis sobre los cuentos de Juan Carlos Onetti, que es un escritor que admiro muchísimo. Y ahora viajo mucho.

A.O.:- ¿Le ha ayudado esta vida de viajes a escribir?

A.C.:- Lo que me ha salvado es la laptop, que es uno de los grandes inventos, los escritores podemos ser como los caracoles, que caminamos con nuestra casita junto a nosotros. Escribo siempre, todos los días, lo más que he dejado de escribir ha sido un día.

A.O:- ¿Y ahora qué tiene proyectado escribir?

A.C.:- Proyecto escribir una novela sobre las familias, me parece que las familias son instituciones muy atractivas para un escritor, una familia es un sistema de convivencia en el que hay alianzas, traiciones, gente que gobierna, gente que obedece, un mundo de intrigas, de afectos, de pactos sentimentales muy fuertes y dentro de ese mundo, se expresa siempre lo peor y lo mejor de la naturaleza humana. En cierto modo, tdas las novelas que se han escrito han sido novelas sobre familias.

A.O.:- ¿Escribirá acerca de una familia real o inventada?

A.C.:- Es una familia inventada.

A.O.:- Hay una frase que dice que cuando nace un escritor se termina una familia.

A.C.:- Yo escribo siempre sobre personajes totalmente imaginados, nunca baso mis personajes en alguien conocido o muy lejanamente.

A.O.:- Tal vez porque hacerlo es peligroso.

A.C.:- Yo nunca quisiera ofender a nadie. En general trato de no hacer nada biográfico, por lo menos de una manera directa.

A.O.:- ¿Escribirá su próxima novela acerca de una familia o acerca de varias?

A.C.:- Es una familia en la que ocurren una serie de crímenes, asesinatos, todavía está muy en embrión.

(c) Araceli Otamendi- Archivos del Sur- 2007- Todos los derechos reservados
crédito de la fotografía: Fernanda Ares- gentileza editorial Planeta
*entrevista publicada originalmente en la Revista Archivos del Sur en 2007