martes, 30 de octubre de 2012

Entrevista a Manuel Soriano

Manuel Soriano

Manuel Soriano nació en Buenos Aires en 1977, es abogado y escritor,vive en Montevideo desde 2005. Ha publicado el libro de cuentos La caricia como método de tortura (2007), la novela Rugby (2010), Las aventuras de Jirafa y Perrito – Premio Concursable del Ministerio de Cultura, (Uruguay) ,2011 y el libro de cuentos Variaciones de Koch, que obtuvo el Premio Nacional de Narradores de la Banda Oriental (2011) y que ha sido publicado recientemente por la editorial Alfaguara.
En el año 2011, el cuento de Manuel Soriano La vida y la muerte de Lärs Kinsky resultó finalista en el concurso Historias de inmigrantes organizado por la revista Archivos del Sur.
Entrevisté a Manuel Soriano vía correo electrónico, desde Buenos Aires.

Entrevista a Manuel Soriano

"...Por supuesto que tengo el control sobre la narración, pero hay que estar dispuesto a perderlo en los momentos en que aparece algo parecido a la inspiración..." 

(Buenos Aires/Montevideo)

Araceli Otamendi:- ¿Cómo se gestó la escritura de los cuentos de Variaciones de Koch? Empezó por el personaje, Koch, por una situación, ¿o pensó el libro en general, antes de escribir cada cuento? ¿qué fue lo que le inspiró escribir este libro?
Manuel Soriano:- Tenía tres cuentos escritos cuando me di cuenta de que el protagonista tenía algo en común. A pesar de vivir en circunstancias distintas –familia, pareja, país, profesión- el personaje central tenía un espíritu y un patrón de conducta similar. Recién en ese momento se me ocurrió hacer un libro de cuentos con variaciones de un mismo personaje. Así nació Koch, aunque el nombre apareció más tarde. Después vino el premio de Banda Oriental y la publicación.


A.O.: - Quisiera saber si la lectura de algunos escritores norteamericanos lo han influenciado, para escribir estos cuentos de "Variaciones de Koch, y también qué otros escritores lo han influenciado en su obra, en general.

M.S.:- Sin duda. Los cuentos de Carver, Cheever o Salinger, por nombrar tres. Todos ellos tienen una voz que unifica a los cuentos, transformándolos en una obra interconectada y compleja. También me deslumbró un escritor menos conocido llamado Cristopher Coake, un libro de cuentos llamado “Estamos en problemas”. Y el noruego Askildsen, otro que te deja con la boca abierta.

A.O.: -Ya que menciona a Carver, Salinger y a Askildsen, autores que he leído, ¿con la escritura de cuál de ellos se siente más identificado? ¿qué es lo que le interesa de cada uno?

M.S.:-: Obligado a elegir, diría que "Nueve cuentos" de Salinger en con el que más me identifico, pero mañana podría decir otra cosa. De los tres admiro la precisión, el lenguaje sin adornos, la atmósfera, los finales sin trucos o golpes de efecto, los personajes que fuman y toman y no dicen lo que piensan.

Específicamente:

De Salinger: el manejo del diálogo.

De Carver: la atmósfera, el humor muy pegado a la tristeza.

De Askildsen: la forma de hacer avanzar la narración, las relaciones familiares, el mundo interno y privado de cada personaje.


A.O.:- Koch es un personaje que vive apurado, me pareció, muy de esta época y que a veces se arriesga a vivir situaciones como las del cuento "Doble cabina". ¿Cómo hizo para escribir cuentos con este personaje, sintió cuando escribía que el personaje tenía vida propia o el narrador siempre tenía el control?

M.S.:- Al escribir los cuentos, sentía que el protagonista tenía un pulso propio. A veces lo dejaba encerrado en medio de un problema para luego ver su reacción. Lo que los hermanos Cohen llaman “pintarse contra una esquina”. Por lo general Koch es más propenso a la acción mental que a la física. Por supuesto que tengo el control sobre la narración, pero hay que estar dispuesto a perderlo en los momentos en que aparece algo parecido a la inspiración.

A.O.:- A veces los cuentos del libro se ambientan en Montevideo, otras en Buenos Aires, ¿lo pensó premeditamente antes de escribirlos o se le presentaba el paisaje mientras escribía? ¿Esto tiene relación con que actualmente vive en el Uruguay?

M.S.:- Sí, hace siete años que vivo en Montevideo, por lo que es natural que los cuentos pasen en Buenos Aires y en Montevideo. Y también en una zona intermedia que en el libro no tiene nombre. Incluso los cuentos que se van a otros país, como “Doble Cabina” o “London Archer”, siguen teniendo una pata en el Río de la Plata.

A.O.:- Aparecen en los cuentos muchos problemas de las relaciones entre hombres y mujeres en la actualidad, esto se refleja en el personaje Koch y también en las mujeres que lo acompañan, en distintas situaciones. ¿Cree que el personaje vive con cierta extrañeza, incomodidad los cambios que se han producido en estas relaciones?

M.S.:- Me parece que Koch es un personaje que vive todo con cierta extrañeza, como si las cosas le estuvieran pasando a otro. Ya desde el nombre se intuye lo extranjero. La falta de comunicación es una constante que atraviesa los cuentos, en especial en las relaciones de pareja. Los autores que mencionaba antes son maestros en eso. Uno puede leer una página de diálogo en la que los personajes no se dicen absolutamente nada, y sin embargo el lector entiende todo, lo que están pensando, lo que en realidad quieren decir, lo que callan. ¿Cuánto se muestra y cuánto se esconde? Antón Chejov tenía la respuesta.

A.O.:- Cuando terminó de escribir estos cuentos ¿se despidió de los personajes o tal vez estén en otra obra, una novela, otros cuentos?

M.S.:- No creo que pueda despedirme tan fácil. Es probable que los escritores, a final de cuentas, tengan una sola cosa para decir, y en ese sentido, todo lo que escribo resulta, más o menos, una variación de Koch.

A.O.:- ¿Tiene algún método para escribir? ¿alguna rutina?¿cantidad de horas por día? ¿corrige mucho?

M.S.:- Me gusta escribir de mañana, en silencio, sin música, con un mate. La computadora con torre y teclado grande. Mi ideal sería levantarme, nadar dos kilómetros, y ponerme a escribir. Pero, por supuesto, eso lo puede hacer muy de vez en cuando, porque hay que trabajar y vivir. No tengo una cantidad de horas fijas, puedo pasar una semana sin tocar el teclado, rumiando cosas en la cabeza, y cuando la idea está madura me arremango y le meto sin parar. Paso mucho tiempo corrigiendo, a veces demasiado. Leo lo que escribo en voz alta, cambio algunas cosas: comas, puntos, nombres, adjetivos.
Disfruto mucho la etapa de corrección.

(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur