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miércoles, 13 de abril de 2011

Entrevista a Juan Bolea* por Araceli Otamendi



(Buenos Aires) Araceli Otamendi


Juan Bolea vino  a Buenos Aires en 2008 a participar en la Feria del Libro y a presentar su novela policial Crímenes para una exposición publicada por Ediciones B. Este escritor de Zaragoza, España, es además padre de trillizos.
No deja de llamarme la atención que pueda escribir novelas con semejante
multitud en casa.

 


Lo entrevisté para Archivos del sur.


Pregunta: -¿Cuándo empezás a escribir novelas
policiales?


Respuesta: - Yo había escrito al menos un par de novelas que podríamos considerar Novela negra: El manager y El gobernador donde ya me metía en la harina de la corrupción, analizaba el poder, bajaba un poco a las cloacas de la sociedad actual y esas novelas estaban muy cerca de la novela policíaca pero no tenían enigma, no tenían misterio o crimen. Entonces, cuando empecé a escribir Los hermanos de la costa en el año 2005 empecé a trabajar un caso de asesinato muy complejo que me abría muy buenas expectativas y entonces pensé y bueno por qué no invento una figura de un
detective que ya me pueda servir para otros casos. Entonces imaginé la figura de Martina de Santo, decidí que fuese una mujer, una inspectora de policía,


P:- ¿Por qué decidiste que fuese una mujer la que investiga?


R.¨: - Porque hombres en la tradición del género policial hay muchos. Es un poco cansino ponerse a imaginar otro. Mujeres hay pocas y en el mundo de la literatura en castellano hay pocas. Por otra parte estamos en el siglo XXI, las mujeres estáis en todos los frentes ya y hay una lucha por la igualdad y eso da una riqueza también. Hay una cierta cierta ideología en todo eso, una cierta rebeldía. Martina está rodeada de policías
que son varones y ella se vale de sus derechos y lucha por obtener el respeto y eso es lo que quiere todo el mundo. Aparte yo creo que una mujer enfrentada al hecho criminal
siempre aporta otra visión, le da a veces una mayor ternura, a veces una mayor
comprensión, lo ve de otra forma que un hombre. Hay veces que me cuesta mucho
trabajar los personajes, yo los trabajo, en mis cuadernos, los voy creando.


P.:- ¿De dónde nació el personaje de Martina?


R.:- Martina vino ella sola, realmente tuve que diseñarla apenas, pero a Martina la vi enseguida. Sí que la voy enriqueciendo, a lo largo de las novelas voy contando algo más. Su pasado, por ejemplo, si viene a cuento de la trama. El lector debe acompañarnos en la serie para ir conociendo al personaje. Es un personaje que está justificado por su visión policial y su sexto sentido. A un detective al final se le va a juzgar por su capacidad para resolver el misterio y ahí es donde Martina se enfrenta con
casos de una gran dificultad como el de Crímenes para una exposición que
exceden a la competencia de sus propios compañeros y ella tirando de unos hilos
y de otros y aplicando la lógica deductiva  y también las pruebas científicas y los métodos científicos consigue resolverlos pero también con un gran valor personal como siempre ha tenido el policía. Martina ella tiene una cierta leyenda, una conciencia heroica. El héroe siempre ha sido masculino, siempre ha sido solitario. La soledad ha sido un
atributo del héroe masculino, y ahora encontramos aquí a una mujer que es
Martina, que vive sola y que parece trabajar sola sin necesidad de precisar de
nadie más. Entonces esa virtud de una mujer joven, atractiva y solitaria
empieza a resultar inquietante porque no es frecuente. Eso ya es puramente
literario, ya entramos en la literatura. Hasta ahí estamos aún en la comisaría,
en la escena del crimen y a mi me gustaría que este personaje fuese un
arquetipo como en su momento fue Sherlock Holmes o cualquiera de los grandes
detectives capaz de sostener a lo largo de los años esa cualidad, ese olfato,
esa inteligencia deductiva, y sobre todo para gratificar al lector. Son personajes
para que el lector disfrute.


P.:- Para que las mujeres podamos disfrutar también, al leer tu novela me encantó que la detective fuera una mujer y que el autor de la novela tuviera esa ocurrencia. Yo creo que el machismo existe y existe en el arte también ...



R.:- Así es, en la literatura también.


P.:- ¿Qué repercusión hubo en España con estas novelas?


R.:- Muy buena, hay miles de ejemplares vendidos, tienen buenas críticas. La
novela Mariposa de obsidiana- la novela anterior – se va a llevar al cine. Yo estoy muy satisfecho y también estas novelas fueron muy bien recibidas en México, en Venezuela. En estos dos países están entre los libros más vendidos. Para mi es una enorme satisfacción, porque el éxito no siempre está asegurado. Pero lo que yo más agradezco de verdad es ver que la gente ha disfrutado de una historia policial. Nosotros
escribimos historias y solamente historias. Las historias tienen que ser lo más
interesantes y divertidas posibles para que cumplamos la gran función nuestra
que es entretener y hacer felices un ratito a nuestros lectores. Yo sólo por
eso creo que vale la pena trabajar. Si además invitas al lector a que conozca
alguno que otro de los trasfondos culturales con los que juego, en el caso de
la última novela con los músicos rusos del siglo XIX.


P.:- En Crímenes para una exposición hay un trasfondo de ambientes lujosos, de los anticuarios, del mundo del arte.¿Por qué elegiste mostrar este mundo en la novela?


R.:- Es una novela sofisticada, desde el principio lleva ese sello. No es una novela estrictamente realista. Yo procuro dar una cierta elegancia al planteamiento de la vieja lucha entre el bien y el mal. No son crímenes de salón. Yo describo el cadáver, la autopsia, el forense, pero hay una elegancia en la intencionalidad. El crimen no es brutal porque sí.
Hay algo más detrás. Hay una intención, hay una inteligencia que ha preparado
todo ello. A mi lo que me apasiona del hecho criminal es su propia naturaleza.
Es decir por qué una persona adulta, en posesión de sus facultades mentales, a
veces muy a menudo de una vida regalada y feliz puede llegar a cometer un acto
vandálico, criminal, delictivo. Entonces esa pregunta no es fácil de responder;
un autor policíaco está más cerca de responderlo que otro y yo intento entrar
en ese mecanismo psicológico, en esos sentimientos oscuros que están por debajo
de la sonrisa y de la alegría y de la apariencia y profundizar en nuestra
propia naturaleza, ya que en nosotros está el bien y el mal, el ángel y el
diablo, el beso y el puñal, por decirlo poéticamente. A mí eso me fascina, creo
que siempre va a ser así, siempre vamos a estar indagando en esos grandes
enigmas, porque somos el gran enigma, y de ahí es que la novela policíaca lo
único que refleja es la naturaleza humana.

Hay un cierto desdén hacia la novela policial, algo con lo que no estoy de acuerdo.


P.:- Es cierto, hay un desdén cuando se dice: tal novela es policial, es una novela de género.

También se puede leer una novela donde hay un crimen como si fuera un policial, hay una discusión sobre esto.


R.:- Yo he sufrido a veces un desdén en ese sentido, pues yo te aseguro que he salido siempre a favor del género, con mucho orgullo y llamándolo género porque es un
género.

Porque tiene normas internas desde Edgard Allan Poe. Las del policial son normas básicas que hay que conocer. Y eso no significa que sea ningún desdoro literario, al contrario, yo creo que es una dificultad añadida. De hecho muchos grandes autores no han triunfado con la novela policial, porque no la han entendido, no han entendido la estructura.


P.:- No es fácil.

R.-: No es fácil y Agatha Cristie ha triunfado con una enorme popularidad. Yo creo entre Raymond Chandler o Dashiell Hammett y un Hemingway o un Dos Passos no hay ninguna diferencia a nivel estilístico ni artístico, ninguna. Y también otros muchos, hablaríamos de Patricia Highsmith, de Truman Capote, de tantos otros...



P.:- Todos son grandes escritores. Borges defendía la novela policial.


R.:- Borges es una excepción. Era un fanático, escribía cuentos con trama policial.


P.:- Borges era un defensor de la novela policial y también trabajó con la colección del Séptimo Círculo.


R.:- Era un defensor de la novela policial porque disfrutaba mucho de la novela policíaca. En el mundo de la literatura la novela policíaca es muy relajante. Cuando uno sale de Proust, o de Kafka o de Thomas Mann tropiezas con Chandler yo creo que es una fiesta. Tendríamos que tener las dos grandes referencias en la literatura creativa y no sentir desdén por la novela policial.


P.:- No conozco los motivos por este desdén por la novela policial...


R.:- Yo creo que a veces se ha hecho mala novela policíaca, no pasa nada, hay que encontrar los buenos autores y disfrutarlos.


P.:- En cuanto al trasfondo cultural de la novela, en Crímenes para una exposición aparece el ambiente del Teatro de ópera, hay ambientes lujosos, casas con piscina. Quisiera saber si conocés esos ambientes, si los has observado.


R.:- Yo procuro ser honesto conmigo mismo y con los lectores. Todos los escenarios que aparecen en mis novelas, en el caso de Crímenes para una exposición que son escenarios europeos y también del Caribe colombiano los conozco bien. Los he adaptado a la novela, yo nunca he utilizado un escenario, un país, una ciudad donde no haya estado el tiempo suficiente para captar al menos parte del alma de esa ciudad como tampoco he escrito de ningún asunto que yo no conozca o que no haya investigado. No me gusta eso, no sería capaz de escribir con una enciclopedia o a través de un libro de viajes.
El lector que vaya a la isla de Providencia en Colombia, o que visite el famoso
Teatro de la Ópera de Viena verá que es una escena en mi novela que al menos
respeta ese ambiente. Yo creo que la ficción comienza a partir de allí. Uno tiene que ser honesto con los elementos con los que va a jugar, y luego hacer literatura sobre la
ficción. Tiene que ser real el procedimiento, un aeropuerto no puede ser otra
cosa que un aeropuerto...


P.:- El tema es que hay que saber describirlo.


R.:- Esa mezcla de realidad y ficción a mi me gusta mucho, es bonito. Es sugerente y te permite muchas licencias, y vuelves a la realidad y vuelves a la fantasía otra
vez. Sales de la sala de autopsias terroríficamente real y de pronto aparece una especulación distinta.

Es una forma de entender la literatura que ha durado desde su nacimiento. Para la gente joven la novela policial tiene un gran atractivo. Yo entiendo que les cueste leer una novela de un gran clásico moderno como Joyce o como Faulkner, pero estas novelas entran muy bien y te llevan a otras. Es una manera de hacer guiños al gran público y de atraerlo, para que no esté todo el día en internet, o todo el día en los juegos electrónicos.


P.:- Tal vez igual estén conectados a internet o en los juegos pero si pueden leer una novela policial va a ser mejor.


R.:-Porque hay una literatura muy asequible que no le va a producir otra cosa que un placer. Pero hay que descubrirlo, esa es nuestra lucha. Tenemos armas, para hacerlo.


P.:- En España hay clubes de lectura de novela policial, está la biblioteca La Bóbila, la
librería Negra y Criminal, recibo frecuentemente boletines de ellos y pienso cómo fue que en España se publican tantas novelas policiales


R.:- Yo creo que estamos media docena o más de autores que escribimos novela policial con frecuencia. Ya hay una serie de citas como Zaragoza, Gijón o Barcelona donde anualmente se hacen ferias, salones literarios y el público español está apoyando esto. Es un momento interesante. Yo estoy convencido que en castellano se puede hacer una novela policíaca a nivel mundial y que podemos aportar mucho. Generalmente lo que viene de Estados Unidos cada vez es más estándar, más estereotipo, a veces
tienes la sensación de que esa novela ya la has leído. Sobre todo los detectives
son muy similares, en cambio nosotros tenemos otra forma de entender la
construcción del personaje, el diálogo, nuestro mundo es diferente. En cuanto a
otros escritores españoles, argentinos y de otros países descubran las
posibilidades vamos a tener una gran oferta, no tengo ninguna duda.


P.:- También creo que en Francia la novela policial también está en auge.


R.:- Francia tiene mucha tradición en novela policial. Realmente estuvo casi desde el
principio del nacimiento de la novela policíaca, y tiene muchos lectores. Ha
generado colecciones especìficas, y legendarios autores como Simenon y alguno
más. Francia es muy proteccionista y cuida mucho a sus autores.

Ahí el que triunfa, triunfa de verdad. En Alemania también hay mucha tradición de la novela negra, también en Suecia, y en Italia. En Europa la novela negra es un valor casi seguro. Yo creo que en América va a empezar también a funcionar.


P.:- Aquí en Buenos Aires se lee mucho novela policial y esto lo veo cuando doy cursos, hay alumnos que se han leido todo, entonces tienen ganas de leer otras cosas, de ver qué novedades y autores pueden leer, conocer.


R.:- Se trata de conseguir que dos o tres autores prendan, es como el comienzo de una novela, tú vas sembrando y dices mira éste va bien. Nosotros en España nos apoyamos bastante aunque competimos y eso es inevitable, pero mantenemos una actitud generosa y cariñosa entre nosotros.


P.:- ¿Qué autores españoles podrías nombrar?


R.:- Lorenzo Silva, Alicia Giménez Barlett, Paco Taibo, son autores de relieve y están trabajando muy bien. José Carlos Somoza, hace un trhiller, a veces de enigma muy interesante. Hay también otros escritores. Están trabajando muy bien y sobre todo defienden el género. Sabemos que si el género va bien nosotros iremos bien.


P.- : ¿En qué región de España vivís?


R.-: Yo vivo en Zaragoza, es la región de Aragón, es norte. Está justo entre Barcelona y Madrid. Paso parte del año de un lado al otro, soy una especie de trotamundos, y luego me encierro seis meses para trabajar.


P.- ¿Necesitás aislamiento para trabajar?


R.:- Pues no del todo, pero sí una cierta una tranquilidad, no quiero perder la concentración durante más de un par de días porque entonces me resulta muy duro. Yo trabajo a diario, soy muy metódico para trabajar, muy disciplinado.


P.:- ¿Trabajás en tu casa o afuera, en los bares, por ejemplo?


R.:- Normalmente trabajo en mi casa de noche, casi toda la noche, hay un enorme silencio. Y ahí consigo concentrarme. Tengo un estudio, tengo niños pequeños, pero están dormidos.


P. ¿Trabajás en un estudio que está aparte de la casa?


R.:- Sí, tengo un estudio aparte y los niños lo respetan. Los niños están muy contentos de tener un papá que escribe cuentos.


P.: -¿Y le escribis algo para los niños?


R-.- Si, a veces les escribo para que se diviertan o para que se los lean a sus amiguitos.

Yo tengo trillizos.


P.:- ¿Todos son varones?


R.:- Son dos niños y una niña. Y un día me invitaron en Navidades a un Centro cultural donde iban a ir los niños y me dijo el director: por qué no les lees un cuento y yo jamás había escrito un cuento para niños. Entonces escribí un cuento que se llama El misterio del papel de plata cuyos protagonistas son los trillizos detectives. A los trillizos no les
había dicho nada. Y luego cuando vinieron al acto y empecé a leer, les había
cambiado los nombres a los personajes pero conté la historia de los trillizos,
cómo nacieron, entonces, vieras la cara que iban poniendo, se iban mirando y
ponían una cara curiosísima. Era un cuento policíaco para niños.



P.:- ¿Qué edad tenían los niños?


R.:- En ese momento, el año pasado, tenían siete años. El misterio del relato
policial encanta a los niños, por eso yo creo que la novela policíaca está en
la base de la ficción. Porque a los niños cuando hay misterio, un enigma, una
pista, los niños ya no pueden soportar no saber el final. Eso indica que la curiosidad 

por el enigma, por saber el final de un misterio está en nuestra naturaleza. Así como el amor por la ficción es de los primeros rasgos que viven mis hijos.


P.-: Si un cuento le interesa al niño quiere decir que es bueno.


R.:- Yo te diría que la curiosidad es consustancial al ser humano, es una de las grandes características nuestras. Dentro del ser humano hay algo que nos invita al sueño y a la ficción, eso es natural.


*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur -2008 - Todos los derechos reservados 







La obra narrativa de
Juan Bolea(Cádiz, 1959) arranca con El palacio de los jardines
oblicuos
(premio Ciudad de Alcalá de Novela Corta) y prosigue con dos
novelas muy bien acogidas por la crítica: Mulata y El color del Índico, cuya trama
transcurre en escenarios africanos. Con Ediciones B ha publicado El
manager
, una visión paródica del mundo del espectáculo y la política, en
2001, y dos años más tarde El gobernador, un ácido retrato de la
autoridad y del conflicto generacional.













sábado, 8 de enero de 2011

Entrevista a Juan José Millás por Araceli Otamendi*

Juan José Millás




(Buenos Aires)



La Boutique del Libro es una librería amplia, un sitio agradable y cálido, más parecido a una casa que a un negocio de San Isidro, un lugar a escasos kilómetros de Buenos Aires. Allí se llevó a cabo un diálogo público con el escritor español Juan José Millás conducido por Fernando Pérez Morales, uno de los propietarios de la Boutique del Libro. De modo que entrevistamos —el público también hizo muchas preguntas— al autor de Dos mujeres en Praga, obra ganadora del Premio Primavera de Novela 2002.

—¿Cómo apareció la idea del libro Dos mujeres en Praga?

—Es muy difícil contar cómo aparece la idea de una novela. A lo mejor un libro se empieza a fraguar veinte años antes. Una cosa apasionante es el proceso de reconstrucción de una novela, eso significa hablar de la cocina del escritor. Una idea que nunca he llevado a cabo es que cuando comienzo a escribir una novela también querría escribir un diario de navegación de esa novela, como si fuera el capitán de un barco y escribiera un diario de navegación. Si esto realmente fuera posible, la novela habría que tirarla a la basura y quedarse con el diario.

—¿Hay personajes o situaciones tomadas de la realidad en esa novela?

—Sí, hay un dato que tomé de la realidad y es un aviso publicado en el diario La Vanguardia, donde alguien se ofrecía a escribir biografías por encargo. Ese aviso estaba muy justificado, ya que la biografía era un regalo que se le podía hacer a los hijos o a los nietos. Porque cuando se mueren los padres tenemos la impresión de que no nos han contado todo lo que nos querían contar. Cuando vamos a vaciar la casa de nuestros padres que se han muerto, miramos los objetos de un modo especial y no les encontramos el significado porque estamos buscando que esas cosas, los objetos, nos digan lo que nuestros padres no nos han dicho en vida.

—A partir de ese aviso que encontraste, ¿cuál fue el proceso en que se gestó la novela?

—Había recortado el aviso y tenía la atención “flotante” sobre el tema, la idea creció en “la trastienda”, y en un momento surgió la idea de un taller literario como punto de partida. Un taller literario donde se daban clases de escritura y también en paralelo un trabajo más “negro”: escribir biografías por encargo. Entonces imaginé una mujer muy misteriosa, el personaje es misterioso a través de toda la novela. Está también la directora del taller que designa a un escritor joven para escribir la biografía de esta mujer. Es decir que la mujer no sabía escribir pero tenía una historia y el escritor joven sí podía escribir pero no tenía nada para contar.

—¿Cómo se insertó eso en tu obra?

—El tema se refleja en un personaje de otra novela El desorden de tu nombre que oye “la Internacional”. En El desorden de tu nombre básicamente se trata de un hombre que cuando sale de la consulta con el psicoanalista atraviesa un parque y en ese parque ve a una mujer y se enamora de ella. El hombre es un editor, un escritor frustrado que busca historias para escribir una novela. Un día se le ocurre una idea, que es la idea de la novela y resulta que esa mujer de la que se enamora es la mujer de su psicoanalista pero él lo desconoce. Es absolutamente imposible saber cuándo el personaje imagina la novela y cuándo se está narrando la realidad. En cambio, en Dos mujeres en Praga, la mujer cuenta cosas que a veces no son ciertas, ocurre como con el canario, que era irreal pero no se podía decir tampoco que fuera una mentira. Como si las fantasías y los sueños no existieran, sabemos que tienen su realidad. Cuando se quiere conocer una época de la historia dicen que hay que leer antes a los novelistas que a los historiadores, porque a través de la ficción se llega a la realidad. El caso de John Le Carré, por ejemplo, quien quiera saber cómo era la Guerra Fría tendrá que leer libros de este autor.

—A John Le Carré lo acusaban de espía, de “topo”.

—John Le Carré escribía sobre espías cansados, que no creen en lo que hacen. Dicen que la CIA para contrarrestar este tipo de personajes, inventó a otro autor, no se sabe quién era, que escribía sobre otro tipo de espías, más americano.

—En la historia de Dos mujeres en Praga el azar tiene un gran peso...

—Este tema me interesa mucho, es una gran pregunta, si la vida tiene sentido, porque la percepción que nosotros tenemos de la existencia es de un puro caos, que la vida está hecha de contingencias en el sentido filosófico del término. Además las cosas que ocurren no están puestas al servicio de un sentido. En la novela, hay un personaje y el narrador dice que él tiene un sentido religioso del término. Religión viene de re-ligare, de unir. Y el personaje quiere creer que lo que le sucede, le sucede por algo. Borges decía que el azar es un modo de causalidad cuyas leyes ignoramos. Cortázar era especial para detectar esos azares. También Paul Auster trabaja muy bien con el tema del azar. En la literatura todo lo que ocurre es necesario porque sino fuera así, lo quitaríamos. Creo que se está cuestionando el concepto de realidad. Tampoco hay que estudiar mucho para saber que la realidad es la ficción. Castaneda decía que realidad es lo que decimos que es realidad. Esto no es algo nuevo. Sí me interesaría señalar que una originalidad de mi novela consiste en utilizar un género que se utiliza para contar la realidad, que es el reportaje que en lugar de contar algo real cuenta una ficción. Sería el caso inverso de A sangre fría de Truman Capote. Yo he escrito la novela con el tono con el que se escribe un reportaje. El narrador empieza en tercera persona y después de algunas páginas el narrador aparece y toma partido de lo que cuenta. Yo creo que como decía Fernando Pessoa “somos del tamaño de lo que vemos”. Me interesa mucho trabajar con el punto de vista, porque el espacio del narrador es un espacio visual, durante los siglos XIX y XX no se ha reflexionado sobre el asunto. El narrador siempre era una convención necesaria. Yo leía lo que el narrador decía de sí mismo.

—¿Cómo se acerca más el lector a vos, autor, a través del narrador o de los personajes?

-—A través de quién nos cuenta la historia. Cuando alguien me cuenta una historia, me la cuenta por algo. La figura del narrador se tiene que justificar, tiene que decir por qué está contando esa historia. Me parece muy interesante el tema del punto de vista, no se puede observar algo sin formar parte de lo observado y tampoco sin modificar lo observado.

—¿Cómo se puede conocer más al autor?

—A través del personaje de María José, porque María José es un personaje que es diestra pero decide utilizar su mano izquierda como un aprendizaje intelectual, todo lo hace con el cuádruple de esfuerzo. Es un personaje ingenuo y muy honesto, es la que pone en cuestión la realidad. Ella se tapa el ojo derecho para ver la realidad desde un sitio distinto del que habitualmente la ve. Lo importante es la búsqueda de un modo no convencional de ver la realidad.

—Se nota que hay afecto y respeto sobre los secretos y misterios de los personajes...

—Todos los personajes son respetuosos. Esta novela es el resultado de un acuerdo entre la mano derecha y la mano izquierda. Pienso que toda novela es el resultado entre lo que tú quieres decir y lo que las palabras quieren decir. Si se escribiera lo que uno quiere escribir resultaría un texto autista e incomunicable. En general todas las cosas más importantes son resultado de un acuerdo. Y también pienso que la vida es el resultado de un pacto diario con nosotros mismos. Esta novela está escrita en las fronteras entre la realidad y la ficción. Siempre me ha interesado la novela fronteriza.

Consultado por la revista electrónica Archivos del Sur, acerca del fenómeno de los lectores que escriben y envían relatos que Millás lee por radio en un programa de la cadena SER y luego se hace una selección que sale publicada en el suplemento Babelia del diario El País —algo similar a la experiencia de Paul Auster con los norteamericanos que enviaron relatos que el escritor leyó también por la radio y fueron compilados después en el libro Creía que mi padre era Dios—, y si sobre si este fenómeno apunta a una desacralización de la literatura, Millás respondió que lo de Auster fue distinto, ya que se le pedía al público que contara experiencias
reales.

En el caso del escritor español, los oyentes de la cadena SER envían relatos con una consigna presentada por Millás, y en algunos casos —según el autor— han escrito en pocas palabras obras maestras que han sido publicadas en Babelia.

En cuanto al Premio Primavera que recibió por Dos mujeres en Praga, Millás dijo que esa novela cierra una etapa y que consideraba que la obra merecía un tratamiento especial, por eso la presentó al concurso que ganó.

(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur
*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur y en el sitio web Librusa

domingo, 21 de noviembre de 2010

Entrevista a Enrique Vila.Matas* por Araceli Otamendi




(Buenos Aires) Araceli Otamendi


Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), es uno de los más destacados escritores de la actualidad. Está traducido a veintisiete idiomas. Ha publicado en la editorial Anagrama el libro de ensayos literarios El viajero más lento y los siguientes títulos de narrativa: Impostura, Historia abreviada de la literatura portátil, Una casa para siempre, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Recuerdos inventados, Lejos de Veracruz, Extraña forma de vida, El viaje vertical (Premio Rómulo Gallegos 2001), Bartleby y compañía (Premio Ciudad de Barcelona, Prix du Meilleur Livre Étranger, Prix Fernando Aguirre-Libralire), El mal de Montano (Premio Herralde, Premio Nacional de la Crítica, Prix Médicis étranger 2003, Premio Internazionale Ennio Flaiano, París no se acaba nunca, Doctor Pasavento (Premio Fundación Lara 2006, Premio de la Real Academia Española 2006) y Exploradores del abismo. A raíz de la publicación de este último libro  lo entrevisté para Archivos del Sur.





Araceli Otamendi: - ¿Cuál es el motivo de su regreso a la escritura de cuentos o nunca dejó de escribir cuentos mientras escribía novelas?


Enrique Vila-Matas:- Pueden ser necesarios años de preparación antes de que el artista dé con los códigos, las claves y los equilibrios correctos y pueda entrar y salir más o menos libremente de la visita a los distintos temas de su obra. A lo largo de la elaboración de la Trilogía de la Catedral Metaliteraria (Bartleby, Montano, Pasavento), cada vez me fui sintiendo más cómodo con lo que escribía, cada vez más en mi casa. Llegué a tener la sensación de que me había instalado en “una casa para siempre”. Y ahí sonó mi alarma. Había dado con una forma demasiado idónea para mí y decidí no cometer el error –que otros cometen- de instalarme en la comodidad de mi propio invento y método. Fue entonces cuando me propuse partir  –como un explorador más- a la búsqueda de nuevas procedimientos. Y así inicié la aventura de regresar al cuento y ver qué pasaba...


A.O.- En su relato "Café Kubista",  un tema que aparece es el cubismo, tanto en la pintura como en la literatura, como modo de huir del punto de vista fijo y adoptar otros puntos de vista en forma simultánea. ¿Por qué elige ese movimiento artístico para designar estos relatos?


E.V.M.: - Porque me gustó en Praga leer la palabra “cubista” con K en el letrero de ese café con una bonita terraza que encontré inesperadamente en una plaza de la ciudad y donde descubrí que transcurría la acción de mi capítulo de Praga en un antiguo libro mío, Historia abreviada de la literatura portátil, donde yo había escrito sobre esa ciudad –y curiosamente sobre el sótano de ese café- sin haberla pisado nunca. Leí todo esto como un signo de que estaba recuperando señas de identidad de mi pasado, concretamente mis señas de antiguo cuentista... Fue sólo por eso, porque me gustó esa K del letrero del café, me pareció que era, además, la K de Kafka. “Café Kubista” me sonó muy bien y, además, distinto en cuanto geometría del propio espacio de la palabra “cubista”. Tenemos que acostumbrarnos a que a veces detrás de decisiones trascendentes hay hechos nimios, ideas sencillas.


A.O.:- También en "Café Kubista" usted nombra a Veermer, cuando habla de los relatos que integran el libro, dice: "Se parecen a esos cuadros de Veermer en que los interiores pertenecen a Delft pero las ventanas se abren hacia la nada, es decir hacia la luz". En algunos cuadros de Veermer donde aparecen ventanas y a través de ellas la luz exterior, está representada la añoranza por superar la soledad autoimpuesta, el deseo de tener contacto con el mundo exterior. ¿Es usted un escritor que se repliega y aisla mucho cuando escribe?


E.V.M.:- Sí, enormemente. Y queda muy explicado en el La gloria solitaria, el ensayo que cierra el libro. Allí habla de las soledades perdurables de determinados  artistas que se atrincheraron frente al mundo y la sociedad del espectáculo. Allí digo que no es fácil tratar con el público que te abraza y te odia al mismo tiempo. Basta ver la asfixia a la que llegó Bob Dylan y que tan nítidamente se explica en No  direction home, la película de Martin Scorsese. “Yo sí que me voy a ir”, dijo Dylan cuando el público le chantajeaba y le amenazaba con irse si insiste en no repetir sus fórmulas de éxito. En ese ensayo La gloria solitaria explico o digo que siempre un verdadero artista es un solitario de sí mismo. Que después llegue al público es un asunto de un orden distinto. El aislamiento es absolutamente  necesario para crear. “El aislamiento es un componente indispensable de la felicidad humana”, solía comentar Glenn Gould.  


A.O.:-  Volviendo al tema del cubismo, ¿hay alguna influencia de Picasso y Juan Gris en su obra, por citar sólo a dos pintores de este movimiento?


E.V.M.:- Los dos son españoles –uno se educó y el otro nació en Cataluña, mi tierra- y cuando era joven y yo vivía en París me gustaba descubrirlos en los museos de arte moderno de esa ciudad  entre los otros grandes pintores de la época. Forman parte de mi educación cultural y sentimental, que creo que explico ampliamente en mi libro París no se acaba nunca.


A.O.:-  También en "Café Kubista" hay una mención al poeta Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa. ¿Es usted lector habitual de Fernando Pessoa? ¿Ha influido en su obra?


E.V.M.:- Del siglo pasado, Kafka, Pessoa y Borges son mis tres escritores predilectos. Sobre Pessoa he escrito en multitud de ocasiones. Y sí, Álvaro de Campos puede haber perfectamente influido en mi obra porque yo todavía me emociono y prácticamente lloro cuando leo en público Al volante del Chevrolet prestado.


A.O.:-  En el cuento "La modestia", el narrador es un personaje vanidoso y se encuentra con una mujer en un ómnibus a la que reconoce como modesta, porque es bella y ella se define como "ni guapa ni fea". A partir de ese encuentro, el personaje se va haciendo consciente de su vanidad y de su deseo de ser modesto. ¿Usted piensa que hay una defenestración social hacia virtudes como la modestia? ¿por qué eligió este tema?


E.V.M:- Quería señalar que había escrito todo mi libro desde la modestia y la inteligencia de esa modestia, no confundir, claro, con la humildad.


A.O.:-  En otro cuento, "La gota gorda", el narrador habla en forma irónica de ciertas formas de abordar la literatura y de la exigencia por parte de algunos colegas de escribir sobre seres normales, grises, de vidas comunes. Menciona también a Francisco Ayala que dice: "Yo digo que la literatura es lo esencial, lo básico. Todo lo que no sea literatura no existe. Porque ¿dónde está la realidad?"


En el caso de Borges que no se ocupaba precisamente de retratar seres grises en sus cuentos, su estética fue defendida por el cineasta brasileño Glauber Rocha quien dijo:



"...Hoy me niego a hablar de cualquier estética. La plena vivencia no puede sujetarse a conceptos filosóficos. El arte revolucionario debe ser una magia capaz de embrujar al hombre a tal punto que él no soporte más vivir en esta realidad absurda. Borges, superando esta realidad, escribió las más liberadoras irrealidades de nuestro tiempo. Su Estética es la del Sueño..."


¿Por qué un escritor tendría que escribir solamente sobre seres grises, sin referencias metaliterarias? ¿Es eso lo que ocurre en España actualmente?


E.V.M.:- En el país del metaliterario Cervantes, un sector de la crítica y algunos escritores de pacotilla tiene no sé qué problema con las reflexiones literarias y todavía pregonan un realismo castizo y una narrativa no intelectual, quizás porque ellos no pueden dar la talla en ese terreno. Coincido completamente con Javier Marías cuando señala que España se ha convertido en una sociedad de nuevos ricos con pocos escrúpulos y una moral muy laxa. Por no hablar del grado de ignorancia y, sobre todo, de satisfacción con esa ignorancia. Si eres culto, estás perdido. Es un país con mucha saña y mucha mala leche, de escasa –por no decir nula- categoría moral. Barcelona, por su parte, era una ciudad que al menos antes miraba a Europa y que tenía vida interesante, sobre todo intelectualmente. Pero la ciudad está espantosa ahora, por muy de moda que esté en el mundo. Está de moda, por otra parte, por esa permisividad que no están dispuestas a conceder otras ciudades europeas más importantes y más serias. Aquí a Barcelona viene todo el mundo a cagarse a la calle, y hasta les aplauden. La ciudad se ha vuelto un parque temático y está para mí insufrible.


A.O.-:  Sophie Calle aparece en un relato suyo y hay una referencia a ella y a Paul Auster y su novela Leviatán. ¿En qué medida juega la intertextualidad con los textos de Paul Auster? ¿Son amigos ustedes, hay mucho intercambio de ideas?


E.V.M.:- Siempre lo he leído y me ha gustado y ahora recientemente sostuvimos un diálogo literario frente al público en Nueva York. Tengo que escribir, un día de estos, algo sobre la relación amistosa que se inició allí, se inició en ese diálogo, y se prolongó, dos días después, en una cena en su casa. Me ocurrió, por cierto, algo extraño, o quizás no tanto. Verá... Yo siempre había soñado en Nueva York, que ha sido siempre mi lugar ideal para vivir. De hecho, antes tenía sueños en los que sentía que era feliz porque vivía en Nueva York. En mi primer viaje a esa ciudad, hace diez años, busqué esa felicidad que encontraba en los sueños, pero no di con ella. Ahora recientemente, en mi segundo viaje, la encontré por fin. La encontré una medianoche, en casa de Paul Auster y Siri Hustvedt. Estábamos en los postres y sentí que era completamente feliz. Estaba en Nueva York, estaba en aquella casa genial. Todo cuadraba. Sin embargo –y ahí viene algo inquietante-, debido a mi horario y a pesar de mi estado de felicidad, no podía evitar largos bostezos que daban la impresión a mis anfitriones de que podía estar aburriéndome cuando era todo lo contrario. Pero el alma iba por un lado y el cuerpo por otro. Con todo, me quedó muy claro que la felicidad estaba en Nueva York. Es el primer lugar en la lista si algún día tengo que dejar Barcelona “la horrible”, pero estoy seguro de que, por comodidad, la ciudad elegida será París, donde lo tengo más fácil todo y que, a fin de cuentas, tampoco está tan mal. Sí, me iré a vivir a París a pensar –como cuando Pessoa estaba en Sintra y quería estar en Lisboa, aunque cuando estaba en Lisboa quería estar en Sintra- que tendría que estar viviendo en Nueva York.


A.O.-:  En una parte del libro el narrador menciona un viaje a Buenos Aires para la Feria del Libro, su enfermedad y encierro en un hotel de la Recoleta. Quisiera saber si el episodio es autobiográfico y en qué medida influenció la escritura de Exploradores del abismo.


E.V.M.:- Tenía un grave problema renal y no lo sabía, sólo sabía que me sentía muy fatigado, pero lo atribuía al jet-lag. Yo estaba narrando la historia de mi relación con Sophie Calle, que es la primera que escribí de Exploradores y que en el libro presento como ficción cuando en realidad fue absolutamente real... Bueno, la cuestión es que, al regresar a Barcelona tuve que ser internado porque estaba gravísimo. Y eso lo reflejé en mi relato sobre mis encuentros con Sophie Calle. En el libro distribuyo a lo largo de mis cuentos  bastantes referencias a hospitales y lo hago, no porque quedara traumatizado por lo que me pasó, sino porque pensé que ayudarían esas referencias a dar más unidad a mis Exploradores. Pero también es verdad que la Recoleta quedará ya siempre en mi recuerdo unida a lo mal que lo pasé allí y que, por otra parte, la enfermedad me ha humanizado, lo cual no está mal, sobre todo en cuanto que representa una novedad, y a mí me han gustado siempre las novedades.





A.O.:- Quisiera saber su opinión acerca de la literatura de Julio Cortázar y de Jorge Luis Borges


E.V.M: - Junto con Macedonio Fernández y Roberto Arlt son el cuadrado mágico de la literatura argentina. Yo empecé imitando a Cortázar en mi primer libro. Pero esa es otra historia... Bueno, en realidad, imitaba a Néstor Sánchez, que salía un poco de Cortázar o, al menos, escribía parecido. Sí, lo más exacto sería decir que yo empecé a escribir imitando el estilo de Néstor Sánchez  en Nosotros dos... Aunque eso no sé si tengo que creérmelo ni yo mismo...


(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur - Septiembre de 2007- Todos los derechos reservados
*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

crédito de la fotografía: Paula de Parma


jueves, 19 de agosto de 2010

Entrevista a Enrique Vila Matas por Araceli Otamendi


(Buenos Aires) Araceli Otamendi




Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), es uno de los más destacados escritores de la actualidad. Está traducido a veintisiete idiomas. Ha publicado en la editorial Anagrama el libro de ensayos literarios El viajero más lento y los siguientes títulos de narrativa: Impostura, Historia abreviada de la literatura portátil, Una casa para siempre, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Recuerdos inventados, Lejos de Veracruz, Extraña forma de vida, El viaje vertical (Premio Rómulo Gallegos 2001), Bartleby y compañía (Premio Ciudad de Barcelona, Prix du Meilleur Livre Étranger, Prix Fernando Aguirre-Libralire), El mal de Montano (Premio Herralde, Premio Nacional de la Crítica, Prix Médicis étranger 2003, Premio Internazionale Ennio Flaiano, París no se acaba nunca, Doctor Pasavento (Premio Fundación Lara 2006, Premio de la Real Academia Española 2006) y Exploradores del abismo. A raíz de la publicación de este último libro  lo entrevisté para Archivos del Sur.



Araceli Otamendi: - ¿Cuál es el motivo de su regreso a la escritura de cuentos o nunca dejó de escribir cuentos mientras escribía novelas?
Enrique Vila-Matas:- Pueden ser necesarios años de preparación antes de que el artista dé con los códigos, las claves y los equilibrios correctos y pueda entrar y salir más o menos libremente de la visita a los distintos temas de su obra. A lo largo de la elaboración de la Trilogía de la Catedral Metaliteraria (Bartleby, Montano, Pasavento), cada vez me fui sintiendo más cómodo con lo que escribía, cada vez más en mi casa. Llegué a tener la sensación de que me había instalado en “una casa para siempre”. Y ahí sonó mi alarma. Había dado con una forma demasiado idónea para mí y decidí no cometer el error –que otros cometen- de instalarme en la comodidad de mi propio invento y método. Fue entonces cuando me propuse partir  –como un explorador más- a la búsqueda de nuevas procedimientos. Y así inicié la aventura de regresar al cuento y ver qué pasaba...
A.O.- En su relato "Café Kubista",  un tema que aparece es el cubismo, tanto en la pintura como en la literatura, como modo de huir del punto de vista fijo y adoptar otros puntos de vista en forma simultánea. ¿Por qué elige ese movimiento artístico para designar estos relatos?
E.V.M.: - Porque me gustó en Praga leer la palabra “cubista” con K en el letrero de ese café con una bonita terraza que encontré inesperadamente en una plaza de la ciudad y donde descubrí que transcurría la acción de mi capítulo de Praga en un antiguo libro mío, Historia abreviada de la literatura portátil, donde yo había escrito sobre esa ciudad –y curiosamente sobre el sótano de ese café- sin haberla pisado nunca. Leí todo esto como un signo de que estaba recuperando señas de identidad de mi pasado, concretamente mis señas de antiguo cuentista... Fue sólo por eso, porque me gustó esa K del letrero del café, me pareció que era, además, la K de Kafka. “Café Kubista” me sonó muy bien y, además, distinto en cuanto geometría del propio espacio de la palabra “cubista”. Tenemos que acostumbrarnos a que a veces detrás de decisiones trascendentes hay hechos nimios, ideas sencillas.
A.O.:- También en "Café Kubista" usted nombra a Veermer, cuando habla de los relatos que integran el libro, dice: "Se parecen a esos cuadros de Veermer en que los interiores pertenecen a Delft pero las ventanas se abren hacia la nada, es decir hacia la luz". En algunos cuadros de Veermer donde aparecen ventanas y a través de ellas la luz exterior, está representada la añoranza por superar la soledad autoimpuesta, el deseo de tener contacto con el mundo exterior. ¿Es usted un escritor que se repliega y aisla mucho cuando escribe?
E.V.M.:- Sí, enormemente. Y queda muy explicado en el La gloria solitaria, el ensayo que cierra el libro. Allí habla de las soledades perdurables de determinados  artistas que se atrincheraron frente al mundo y la sociedad del espectáculo. Allí digo que no es fácil tratar con el público que te abraza y te odia al mismo tiempo. Basta ver la asfixia a la que llegó Bob Dylan y que tan nítidamente se explica en No  direction home, la película de Martin Scorsese. “Yo sí que me voy a ir”, dijo Dylan cuando el público le chantajeaba y le amenazaba con irse si insiste en no repetir sus fórmulas de éxito. En ese ensayo La gloria solitaria explico o digo que siempre un verdadero artista es un solitario de sí mismo. Que después llegue al público es un asunto de un orden distinto. El aislamiento es absolutamente  necesario para crear. “El aislamiento es un componente indispensable de la felicidad humana”, solía comentar Glenn Gould. 
A.O.:-  Volviendo al tema del cubismo, ¿hay alguna influencia de Picasso y Juan Gris en su obra, por citar sólo a dos pintores de este movimiento?
E.V.M.:- Los dos son españoles –uno se educó y el otro nació en Cataluña, mi tierra- y cuando era joven y yo vivía en París me gustaba descubrirlos en los museos de arte moderno de esa ciudad  entre los otros grandes pintores de la época. Forman parte de mi educación cultural y sentimental, que creo que explico ampliamente en mi libro París no se acaba nunca. 
A.O.:-  También en "Café Kubista" hay una mención al poeta Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa. ¿Es usted lector habitual de Fernando Pessoa? ¿Ha influido en su obra?
E.V.M.:- Del siglo pasado, Kafka, Pessoa y Borges son mis tres escritores predilectos. Sobre Pessoa he escrito en multitud de ocasiones. Y sí, Álvaro de Campos puede haber perfectamente influido en mi obra porque yo todavía me emociono y prácticamente lloro cuando leo en público Al volante del Chevrolet prestado.
A.O.:-  En el cuento "La modestia", el narrador es un personaje vanidoso y se encuentra con una mujer en un ómnibus a la que reconoce como modesta, porque es bella y ella se define como "ni guapa ni fea". A partir de ese encuentro, el personaje se va haciendo consciente de su vanidad y de su deseo de ser modesto. ¿Usted piensa que hay una defenestración social hacia virtudes como la modestia? ¿por qué eligió este tema?
E.V.M:- Quería señalar que había escrito todo mi libro desde la modestia y la inteligencia de esa modestia, no confundir, claro, con la humildad.
A.O.:-  En otro cuento, "La gota gorda", el narrador habla en forma irónica de ciertas formas de abordar la literatura y de la exigencia por parte de algunos colegas de escribir sobre seres normales, grises, de vidas comunes. Menciona también a Francisco Ayala que dice: "Yo digo que la literatura es lo esencial, lo básico. Todo lo que no sea literatura no existe. Porque ¿dónde está la realidad?"


En el caso de Borges que no se ocupaba precisamente de retratar seres grises en sus cuentos, su estética fue defendida por el cineasta brasileño Glauber Rocha quien dijo:



"...Hoy me niego a hablar de cualquier estética. La plena vivencia no puede sujetarse a conceptos filosóficos. El arte revolucionario debe ser una magia capaz de embrujar al hombre a tal punto que él no soporte más vivir en esta realidad absurda. Borges, superando esta realidad, escribió las más liberadoras irrealidades de nuestro tiempo. Su Estética es la del Sueño..."


¿Por qué un escritor tendría que escribir solamente sobre seres grises, sin referencias metaliterarias? ¿Es eso lo que ocurre en España actualmente?
E.V.M.:- En el país del metaliterario Cervantes, un sector de la crítica y algunos escritores de pacotilla tiene no sé qué problema con las reflexiones literarias y todavía pregonan un realismo castizo y una narrativa no intelectual, quizás porque ellos no pueden dar la talla en ese terreno. Coincido completamente con Javier Marías cuando señala que España se ha convertido en una sociedad de nuevos ricos con pocos escrúpulos y una moral muy laxa. Por no hablar del grado de ignorancia y, sobre todo, de satisfacción con esa ignorancia. Si eres culto, estás perdido. Es un país con mucha saña y mucha mala leche, de escasa –por no decir nula- categoría moral. Barcelona, por su parte, era una ciudad que al menos antes miraba a Europa y que tenía vida interesante, sobre todo intelectualmente. Pero la ciudad está espantosa ahora, por muy de moda que esté en el mundo. Está de moda, por otra parte, por esa permisividad que no están dispuestas a conceder otras ciudades europeas más importantes y más serias. Aquí a Barcelona viene todo el mundo a cagarse a la calle, y hasta les aplauden. La ciudad se ha vuelto un parque temático y está para mí insufrible.
A.O.-:  Sophie Calle aparece en un relato suyo y hay una referencia a ella y a Paul Auster y su novela Leviatán. ¿En qué medida juega la intertextualidad con los textos de Paul Auster? ¿Son amigos ustedes, hay mucho intercambio de ideas?
E.V.M.:- Siempre lo he leído y me ha gustado y ahora recientemente sostuvimos un diálogo literario frente al público en Nueva York. Tengo que escribir, un día de estos, algo sobre la relación amistosa que se inició allí, se inició en ese diálogo, y se prolongó, dos días después, en una cena en su casa. Me ocurrió, por cierto, algo extraño, o quizás no tanto. Verá... Yo siempre había soñado en Nueva York, que ha sido siempre mi lugar ideal para vivir. De hecho, antes tenía sueños en los que sentía que era feliz porque vivía en Nueva York. En mi primer viaje a esa ciudad, hace diez años, busqué esa felicidad que encontraba en los sueños, pero no di con ella. Ahora recientemente, en mi segundo viaje, la encontré por fin. La encontré una medianoche, en casa de Paul Auster y Siri Hustvedt. Estábamos en los postres y sentí que era completamente feliz. Estaba en Nueva York, estaba en aquella casa genial. Todo cuadraba. Sin embargo –y ahí viene algo inquietante-, debido a mi horario y a pesar de mi estado de felicidad, no podía evitar largos bostezos que daban la impresión a mis anfitriones de que podía estar aburriéndome cuando era todo lo contrario. Pero el alma iba por un lado y el cuerpo por otro. Con todo, me quedó muy claro que la felicidad estaba en Nueva York. Es el primer lugar en la lista si algún día tengo que dejar Barcelona “la horrible”, pero estoy seguro de que, por comodidad, la ciudad elegida será París, donde lo tengo más fácil todo y que, a fin de cuentas, tampoco está tan mal. Sí, me iré a vivir a París a pensar –como cuando Pessoa estaba en Sintra y quería estar en Lisboa, aunque cuando estaba en Lisboa quería estar en Sintra- que tendría que estar viviendo en Nueva York.
A.O.-:  En una parte del libro el narrador menciona un viaje a Buenos Aires para la Feria del Libro, su enfermedad y encierro en un hotel de la Recoleta. Quisiera saber si el episodio es autobiográfico y en qué medida influenció la escritura de Exploradores del abismo.
E.V.M.:- Tenía un grave problema renal y no lo sabía, sólo sabía que me sentía muy fatigado, pero lo atribuía al jet-lag. Yo estaba narrando la historia de mi relación con Sophie Calle, que es la primera que escribí de Exploradores y que en el libro presento como ficción cuando en realidad fue absolutamente real... Bueno, la cuestión es que, al regresar a Barcelona tuve que ser internado porque estaba gravísimo. Y eso lo reflejé en mi relato sobre mis encuentros con Sophie Calle. En el libro distribuyo a lo largo de mis cuentos  bastantes referencias a hospitales y lo hago, no porque quedara traumatizado por lo que me pasó, sino porque pensé que ayudarían esas referencias a dar más unidad a mis Exploradores. Pero también es verdad que la Recoleta quedará ya siempre en mi recuerdo unida a lo mal que lo pasé allí y que, por otra parte, la enfermedad me ha humanizado, lo cual no está mal, sobre todo en cuanto que representa una novedad, y a mí me han gustado siempre las novedades.

A.O.:- Quisiera saber su opinión acerca de la literatura de Julio Cortázar y de Jorge Luis Borges
E.V.M: - Junto con Macedonio Fernández y Roberto Arlt son el cuadrado mágico de la literatura argentina. Yo empecé imitando a Cortázar en mi primer libro. Pero esa es otra historia... Bueno, en realidad, imitaba a Néstor Sánchez, que salía un poco de Cortázar o, al menos, escribía parecido. Sí, lo más exacto sería decir que yo empecé a escribir imitando el estilo de Néstor Sánchez  en Nosotros dos... Aunque eso no sé si tengo que creérmelo ni yo mismo...
(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur - Septiembre de 2007- Todos los derechos reservados
crédito de la fotografía: Paula de Parma