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viernes, 10 de febrero de 2012

Entrevista a Luis Gregorich* por Araceli Otamendi (archivo)



(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Luis Gregorich es escritor y periodista. Ha tenido una extensa actuación en el ámbito editorial y en la función pública. Entre sus libros hay que mencionar: "Cómo leer un libro", "El Cordobazo", "Tierra de nadie", "Literatura y homosexualidad", "Escritores del futuro", "La utopía democrática", ensayos sobre estado, política y literatura. Recientemente ha publicado "La excentricidad de Borges y Perón", que reúne notas sobre política, literatura y música. Escribió el guión del largometraje documental "La república perdida". Tradujo y adaptó Hamlet y Rey Lear de Shakespeare y Danza macabra de Strindberg representados por el elenco del Teatro San Martín de Buenos Aires. Ha ejercido la crítica por largos años en diarios y revistas de la Argentina y del exterior. Como periodista fue director del Suplemento Cultural del diario La Opinión, editorialista del diario Clarín, director del Semanario Argumento político, y columnista de las revistas Medios & Comunicación y Vigencia y Humor. Dirigió colecciones de libros y fascículos en el Centro Editor y fue Director Gerente General de Eudeba - Editorial Universitaria de Buenos Aires-. En 1988 ocupó la Subsecretaría de Cultura de la Nación, fue Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores e integró el Consejo de Presidencia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.



Araceli Otamendi:-¿Cuándo empieza tu vocación por la literatura?

Una vez te escuché decir, cuando te condecoraron en la Embajada de Croacia, que habías perdido tu biblioteca, la de tu infancia. Quisiera saber cómo influyó esta pérdida en tu relación con la lectura y la escritura.

Luis Gregorich:- Lo que empezó muy temprano fue mi vocación de lector. Aprendí a leer a los cuatro años (mi madre decía que a los tres, pero creo que exageraba un poco), en parte por iniciativa e interés propios, y en parte por estímulo materno. Pronto leer –y leer libros- se convirtió en mi afición principal, aun bastante antes de ir a la escuela. Por supuesto que lo primero fueron colecciones juveniles, obras de divulgación sobre mitología y ciencias naturales (curioso contraste temático), y especialmente versiones abreviadas o adaptadas de la literatura universal, de Cervantes y Shakespeare a Dickens y Alejandro Dumas. Debo aclarar que vivíamos en Zagreb, la capital de Croacia, mi ciudad natal, y que estábamos en plena Segunda Guerra Mundial, y que yo me preocupaba mucho más por mi biblioteca que por las bombas que caían, las sirenas de alarma y las huellas de la guerra (como ejecuciones públicas) en las calles. Al fin de la guerra yo tenía 6 años, y aunque no había ido a la escuela me había convertido en una especie de loro sabio que había memorizado una gran cantidad de datos y conocimientos (en su mayoría inútiles), y había desarrollado un gusto por la ficción (empezando por la narrativa de aventuras y siguiendo por el folletín social) que seguramente me dejó sus marcas. En 1947 mis padres, por diversos motivos –principalmente económicos-, decidieron emigrar de Croacia. Hubo que salir prácticamente con lo puesto, y yo tuve que dejar mi biblioteca, de 400 ó 500 ejemplares. Fue la primera gran sensación de pérdida que experimenté, y es probable que, de una forma u otra, haya tratado de reparar ese desgarramiento en toda mi vida posterior. En 1948 llegamos a la Argentina, donde empezó una nueva vida, entreverada y ardua. Me fui reinstalando en la nueva lengua, que terminó convirtiéndose en mi residencia definitiva. Y mi vocación literaria, ya más madura y consciente, se reafirmó a mediados de la escuela secundaria, a los 12 ó 13 años, con mis primeros escritos y con mi gradual descubrimiento de la poesía y la narrativa de los siglos XIX y XX. Debo reconocer, sin embargo, que no he podido revivir todavía, al menos no con plenitud, aquellos momentos de serenidad y perfección de la infancia (que para mí es lo mismo que decir mi biblioteca) en que hojeaba textos e imágenes con los personajes shakespearianos, o bien descubría coloridos cuadros de pájaros o insectos en colecciones populares de ornitología o en las obras entomológicas de Fabre.



A.O.:- En tu último libro que reúne ensayos, mencionás al escritor chileno Roberto Bolaño y al guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, como notables ejemplos de escritores latinoamericanos. ¿Por qué elegiste precisamente a ellos dos?

En cuanto a Rodrigo Rey Rosa, decís: "Ojalá las mesas de las librerías le perdonen su difícil destino de escritor latinoamericano, incómodo compatriota y nos permitan encontrarlo en el primer recorrido".

Parecería que esta frase se estuviera refiriendo a un karma: ser un escritor latinoamericano. ¿En caso de ser así, qué reside exactamente este karma?



L.G.:- No es que sean los únicos. La lengua española (en sus diversas variantes, desde Castilla hasta el Río de la Plata, desde Andalucía hasta Colombia o México) es una maravillosa cantera de talentos literarios, que hoy por hoy, según me parece, no tiene rivales, por cantidad y calidad, en ningún otro idioma del mundo. Pero quise mencionar a dos de una generación claramente posterior al "boom", y que a la vez son diferentes entre sí, tanto por su estilo como por las características de su recepción. Mientras Bolaño, prematuramente desaparecido, ya ha superado largamente la categoría de escritor de "culto", Rey Rosa, en plena actividad, todavía no la ha podido abandonar, y sufre las consecuencias del relativo aislamiento e incomunicación de muchos creadores latinoamericanos. Pero ninguna de las dos formas de clasificarlos importa más que su compartida calidad literaria. Simplemente, en este libro de notas y ensayos, quise ocuparme más de Rey Rosa porque –en nuestro país- es menos conocido y menos difundido, y en esto sí hay una especie de karma, que ni siquiera las excelentes cátedras especializadas de nuestras facultades de Letras pueden mitigar El mercado, es decir, las grandes editoriales transnacionales, dictamina acerca de qué hay que leer (y no digo que siempre se equivoque, porque a menudo promueve a muy buenos escritores), y tiene une enorme capacidad de ninguneo y ocultamiento. Por mi parte –y seguramente en esto desconozco más de lo que conozco- me gustaría mencionar también a otros escritores ya que no pude hacerlo en mi libro: por ejemplo, el colombiano Fernando Vallejo, o el mexicano Juan Villoro, o el chileno Pedro Lemebel, o el hondureño/salvadoreño Horacio Castellanos Moya. Y permítaseme también la mención de dos nombres argentinos, pertenecientes a nuestra notabilísima literatura escrita por mujeres: Hebe Uhart y María Moreno.



A.O.:- Al leer el mismo libro, cuando hablás del debate acerca de la literatura hispanoamericana que ha girado en torno a las crisis y las transformaciones del realismo, de los desplazamientos del canon, de las reivindicaciones generales del postboom y de los conflictos entre academia y mercado, más que de la pugna – más tácita que nunca -del compromiso político con la independencia estética-, hacés alusiones a las "mafias universitarias transnacionales, que escudadas en periodistas y críticos comprensivos, usaron tácticas de autodefensa e inventaron prestigios impensados".

¿Podrías aclararlo un poco más?



L.G.:- Hablo de mafias no con una significación delictiva, sino en el sentido de grupos de autoprotección, con lealtades endógenas y rechazo instintivo de los que les es ajeno. A veces los impulsos de la crítica universitaria, sostenida también por comentaristas de los suplementos literarios y las revistas culturales, contienen tanta arbitrariedad como las imposiciones del mercado. Pero es comprensible. Muy pocas veces el éxito de venta coincide con el succès d’estime. García Márquez hay pocos. El resultado es una compartimentación de la literatura en la que, por un lado (desde el mercado), vemos auspiciar meros objetos de consumo sin interés formal, y por el otro (desde la Universidad), sufrimos la exaltación de productos de seudovanguardia, vacíos de contenido.

A.O.:- Siguiendo con el tema, también decís que hay algo de rigidez en el deslizamiento entre mercado y universidad y que falta la capacidad de parodiarse a sí mismo. ¿Este último sería el caso del escritor chileno Roberto Bolaño? Él utilizaba el humor para referirse al mundo de los escritores, al mismo mundo al que él pertenecía.

L.G.:- Esa es, efectivamente, una de las carencias que advierto en el rico panorama literario hispanoamericano, incluyendo a la Argentina: la dificultad para tomarse a sí mismo (es decir, al mundo de los escritores e intelectuales, con sus prejuicios y endiosamientos) no demasiado en serio, visión crítica que ha ejercido notoriamente la narrativa inglesa. Y desde ese punto de vista, es efectivamente Roberto Bolaño quien más se ha arriesgado en una visión poco piadosa de sus congéneres (y con ello, tácitamente, de sí mismo).

A.O.:- Entre los escritores latinoamericanos destacás a Roberto Bolaño y a Rodrigo Rey Rosa. Creo que la escritura de cada uno de ellos es muy distinta. Se dice que Bolaño es un heredero de Borges, en cambio Rey Rosa, creo que tiene un lenguaje más independiente y más ligado en los temas a su país de origen, Guatemala. ¿De quien sería heredero Rey Rosa?

L.G.:- Rey Rosa, además de ser un escritor con un tono propio, es heredero también de Borges y, por lo mismo, de la narrativa y el ensayo de lengua inglesa, con su búsqueda de concisión, precisión y falta de sentimentalismo.

A.O.:- Pasando a otro tema del libro, la música, ¿qué ocurre con los espectáculos musicales después de John Cage y 4´33´´? ¿John Cage caerá en el olvido y Mozart se seguirá escuchando dentro de doscientos años?

L.G.:- En realidad, una de las tesis centrales de mi último libro, visible o escondida en muchas de sus páginas, es que la cultura humana –y dentro de ella, la literatura- obra por acumulación y no por exclusión. De tal modo, las obras de Mozart se seguirán escuchando, pero también el silencio que propone Cage en 4´33´´. Somos omnicreadores y omniconsumidores. A lo sumo podrá haber, como lo hubo siempre, arte de mayorías y arte de minorías. Pero aun este último conservará su aspiración a expandirse, y aun el arte de mayorías reivindicará sus ingredientes aristocráticos.

A.O.:- También mencionás a Rimbaud, "muere sin saber que era Rimbaud", según afirma Alain Borer. ¿Crees que esto era realmente así? ¿O Rimbaud eligió otra vida, para olvidarse de que era Rimbaud?

L.G..- Rimbaud, como les ocurre a tantos otros chicos con sospechas de vocación literaria, me hizo descubrir, como en una iluminación, el sentido de la lengua poética. Por eso es uno de mis invulnerables modelos, aunque creo que él mismo no se habría interesado en un papel así. En este último libro mío que vos comentás aparecen también otras lenguas, otras voces -fácilmente discernibles-, que fui incorporando a lo largo de los años, y que me enriquecieron y dieron placer, además de mejorar –tengo la esperanza- mi percepción del mundo y de los otros. Por eso suelo decir a los amigos que se trata de un libro que, pese a su dispersión y variedad algo confusa, me representa acabadamente. Y si te contesto así, indirectamente, la pregunta acerca de Rimbaud, es porque creo que muy pocos, a excepción de unos pocos elegidos que lo saben desde un comienzo, sabemos lo que somos realmente, y creo que Rimbaud no lo supo o no lo quiso saber. Lo mismo da.


*Entrevista originalmente publicada en la revista Archivos del Sur
(c) Araceli Otamendi- Archivos del Sur- Todos los derechos reservados.

sábado, 17 de julio de 2010

Entrevista a Gloria Lopresti* por Raúl Vigini




Vivir encontrando la magia*


Fue una niña con dotes especiales, no sólo comenzó a actuar desde su primera infancia, sino que también se dedicó a enseñarle a los más humildes. Conoció de cerca el éxito en su carrera artística, pero también el vencimiento en una época oscura y violenta de nuestra historia. Sin embargo nada la amedrentó y siguió luchando desde diferentes espacios por los derechos humanos y también comenzó su incursión en las letras.
La Palabra  tuvo el gusto de acceder  a esta conmovedora historia de vida y de talento.

LP - Sus inicios en la radio tuvieron que ver con lo familiar y su entorno. Cuéntenos.

G.L. - Es bastante inusitada mi vida en todos los sentidos, papá Roberto Lopresti era actor y mamá, Celia Juárez, actriz. Mi mamá está viva, papá no. Pero lo mío ya venía de mi abuelita materna Rosa Rossi que era locutora. Además mi bisabuela era prima de Carlitos Chaplín, así que es algo genético.
Mamá trabajaba en LR1 Radio Nacional en el raioteatro “Los Pérez García” y un día tenían que buscar a un chico para que haga de Cachito, un personaje y de pronto Martín Zabalúa me dice -yo la había ido a acompañar a mamá-  “Gloria, ¿te animás a poner voz de varoncito?”. Y yo le dije que sí, y ahí descubren, nadie lo sabía, que yo sabía leer, tenía cinco años y medio. Seguí en “Los Pérez García”, hasta los once años más o menos en que empezó a notarse que no era un varón. De pronto le llega a mamá la propuesta de que yo sea la protagonista de la audición denominada “Las andanzas de la Muñeca Mariquita Pérez” en LS4 Radio Splendid. En ese momento había una muñeca que se llamaba “Mariquita Pérez”, había dos famosas, otra era “Marilú”. El negocio de la muñeca abarcaba la mitad de lo que hoy día son las Galerías Pacífico, la otra mitad eran oficinas del Ferrocarril. Aún hoy me acuerdo de lo que eran las vidrieras. Vinieron diseñadores de España, porque la muñeca tenía patente española, me sacaron una muestra de pelo, colorearon los ojos de la muñeca lo más parecido a mis ojos y la muñeca entonces tenía mi color de pelo y de ojos. No era nada fácil para mí, sólo tenía diez años.
Digo que no era fácil para mí porque por ejemplo había una barra de muchachos en el barrio y la que estaba siempre con la barra era yo. Y además sin que mis padres lo supieran iba a enseñar a leer y a escribir a una villa miseria, cosa que empecé a  hacer a los ocho años, mientras mis padres trabajaban, yo me iba a la villa. “Los Pérez García” era a la noche y lo de la muñeca era a la tarde, entonces me cortaba tanto la vagancia como la solidaridad, pero de alguna manera me las arreglaba e iba a la villa. Y un día mamá se entera porque encuentra un sello, me había hecho hacer uno que decía “Unidad bienhechora infantil”, porque en la villa había formado una biblioteca, entonces el trabajo que les daba a los chicos era que leyeran durante la semana un libro y se lo contaran a los otros chicos, para ello necesitaba tener una especie de biblioteca. Era una nena.
Trabajé mucho en radio hasta que aparece la televisión, me llaman y  empiezo, mientras tanto había hecho teatro con Luis Arata bajo la dirección de Narciso Ibáñez Menta en la obra “El avaro”.

LP - ¿Cuál fue su formación actoral para comenzar en la televisión?

G.L. - Ninguna, trabajar, trabajar, trabajar. Sólo que yo tuve la suerte de trabajar casi permanentemente con don Armando Discépolo, entonces era como tener clase permanentemente, era una cosa de locos el talento que tenía, el mismo talento del hermano lo tenía él. Yo no creo que los actores no deban formarse, pero de pronto la vida te lleva a que te formes en la actuación y depende de los directores que tengas.

En el año ’73 empezamos los actores a tener problemas con la Triple A , yo estaba al frente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asociación Argentina de Actores y empecé a tener problemas, amenazas y otras cosas. Entonces el trabajo disminuyó, seguía trabajando como actriz y además de eso animaba en la casa de Carlos Gardel animaba el show de tango y de eso vivía. El 31 de julio del ’77 me secuestran, no me llevan a ningún campo de concentración, simplemente, si se puede decir simplemente, nueve horas me torturan y me dejan por muerta en los terrenos aledaños de la Avenida General Paz. Ahí prácticamente se termina mi carrera de actriz. Este temblor que yo padezco es debido a las torturas. Pero tenía que trabajar de algo y además tenía que trabajar para salir de casa, para que no me agarre el pánico, y no conseguía trabajo en ningún lado, entonces me pongo a vender panchos y coca cola en Harrod’s. Allí me conoce la gente porque había distintos stands, era como un shopping más chico y me conoce la directora de belleza de una empresa de cosméticos y me pregunta si quiero ser experta de belleza. Le dije que sí y entré allí y a los tres meses ya era vendedora y supervisora de la empresa, o sea hice una carrera muy
importante, pero la dejé para irme con mi marido con quien había empezado a salir en el ’78. Me fui a Europa a una gira del Quinteto Tiempo, cuando volví otra vez a buscar trabajo, pero yo tenía tanto prestigio dentro de la cosmética que entré a otra empresa mucho más importante y donde desarrollé una carrera excelente, hasta  que esta empresa fue vaciada a fines del ’80.

LP - Usted tiene una anécdota con Palito Ortega cuando vendía panchos y coca.

G.L. - ¡Ah, sí! Había filmado una película con Palito Ortega en el ’65 “Mi primera novia” y un día llega a Harrod’s y me ve detrás del mostrador con la camisa de coca cola, y me dice “hola Tana ¿estás filmando?”. Fue muy gracioso. Le dije: ¡no estoy trabajando!
Y me fue bien con los panchos o sea fui una buena vendedora tanto de cosmética como de panchos.

LP - ¿Cómo surge su otra veta, la literaria?

G.L. - Siempre tuve la costumbre de escribir poemas y cositas en servilletas, y cuadernos. Y me acompañaba una historia muy rara, muy muy rara, que no sé como a una criatura se le puede ocurrir. Que es la historia -obviamente imaginaria- de una mujer que por ser servil se va quedando jorobada de tanto decir, sí señor, sí señor, no señor, en el trabajo. Tan jorobada queda que no puede ver los carteles, los números de los colectivos y estaba ahí el cuentito. Mal escrito, escrito por una criatura. Y de pronto, tuve una amiga, la tengo porque siento que me acompaña, era muy buena actriz que se llamaba  Irene Mónaco, éramos como hermanas. Entonces empecé a escribirle, sentí la necesidad de escribirle una carta. Y de ahí nace el libro donde empiezo a contar mi infancia, y le digo siempre fuiste tan generosa que nunca me preguntaste cómo fue mi infancia. Y describo la casa donde viví que era una casa maravillosa. Yo recomiendo que vayan a conocerla porque se puede entrar, es un pasaje en el Barrio Chino de Belgrano en la calle Arribeños 2350, es la réplica de un edificio español y declarada monumento nacional. Ahí me crié. Entonces empiezo a contar la vida de cada uno de los habitantes de allí y averiguar qué era de la vida de ellos. Las cosas de la vida...  A mí me encantan leer los clasificados y un día le digo a mi marido: mirá esto. La noche anterior había estado hablando de la casa y había estado leyendo lo que yo había escrito de la casa. La casa es un personaje más de ese libro. Se vendía “mi” departamento, pero hete aquí que quienes lo compraron fueron los padres de una muchacha que también se llama Gloria y que nos conocimos en la cárcel defendiendo a los presos políticos. O sea creer o reventar. La cuestión es que estoy escribiendo este libro y se me cruza por la mitad del trabajo el famoso cuento de la mujer jorobada, entonces me pongo escribir. Me entra en la mente, pasa al corazón y de ahí a las manos. O sea que lo que escribo es como que ya lo tuviera escrito. Yo estaba pasando un momento muy malo con la enfermedad de mamá y dije me va a ser mejor si escribo este libro ahora y el otro lo termino después. Empecé a escribir cuentos. Ahora, toda mi vida fui muy machista, pero machista, machista, o sea podía ver llorar a una mujer, pero veía llorar a un hombre y me mataba. Cuando termino esto, termino con el cuento porque son cuentos y poemas, me doy cuenta que es la vida desde la visión de una mujer. sea que lo que ecribo es cvomo que tya lo tuvoiera escrito. Yo estaba pasando un momento muy malo con la enfermedad de mamá y dije me va deshacer, mejor si escribo este libro ahora y el otro lo termino después.  Que en lugar de ser machista era casi feminista. Cambió el ángulo de la visión. Ahí quedó el libro escrito, quedó una copia.
La historia no se ha cerrado porque el libro se va a editar en Venezuela. Y después tengo que terminar el otro libro. Después vendrán otros libros u otros poemas. Pero siento que encontré lo que más me gusta. La vida de los actores es bastante difícil. Cuando hacía Las Aventuras de la Muñeca Mariquita Pérez que la escribía nada más y nada menos que la nieta del escritor Góngora -Leonor de Góngora- pero por contrato yo tenía todas las tardes por la calle Florida con la muñeca en la mano y vestida con el vestido típico de la muñeca. No era fácil. En realidad mi vida te darás cuenta que no es fácil pero sí es mágica.

LP - Tu infancia con dos actores importantes de la radio en ese momento ¿cómo te resultó? ¿Disfrutaste de ese ambiente con gente famosa y del reconocimiento popular?

G.L. - Nunca iba a fiestas del ambiente, no me interesaba. Tengo muchos amigos dentro del ambiente pero no iba a fiestas. Ir a una fiesta del ambiente era como llevar el trabajo también fuera de tu casa en los momentos libres. Y bueno, estoy orgullosa de mi vida. Dicen que hay que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Tengo mi hijo, mis nietos, mi bisnieta. Plantamos con mi marido un árbol y escribí el libro. El prólogo lo va a hacer alguien a quien respeto mucho y que me empujaba a escribir: Marcelo Simón que es una autoridad. Está contento de hacer el prólogo y es un poco también hijo de él.

(c) Raúl Vigini


Raúl Vigini es el Director del Suplemento La Palabra - Diario La Opinión de Rafaela, Provincia de Santa Fe



NdeR: Gloria es esposa de Alejandro "Gurí" Jáuregui del Quinteto Tiempo.


 * entrevista publicada originalmente en el Suplemento La Palabra del diario La Opinión de Rafaela (Provincia de Santa Fe) en enero de 2007

viernes, 16 de julio de 2010

Entrevista a Eladia Blazquez* por Araceli Otamendi

(Buenos Aires) Entrevista de Araceli Otamendi


En 2004 empecé a realizar una investigación sobre el tango. Una de las entrevistas que hice fue a Eladia Blázquez, compositora, autora y cantante. Publiqué la entrevista en la revista Archivos del Sur después de la muerte de Eladia Blázquez, como un homenaje.






Eladia Blázquez es una de las compositoras, cantantes y autoras  de tango más notables de la Argentina. Nació en un barrio "humilde": Avellaneda. Para ella, como manifiesta en esta entrevista "nacer en el sur termina siendo una manera de vivir y de pensar". Le puso letra al tango de Piazzolla "Adiós nonino". Aquí su testimonio:
Acerca de su destino de artista, alguna vez dijo que no había elegido al tango, sino que el tango la eligió a usted



Es cierto, que alguna vez dije que yo no había elegido
al tango, sino que mas bien parecería que el tango me eligió
a mí...Lo dije en relación con mis ancestros españoles, y por
haber  abordado ese género durante tan tiempo, y luego tan
diferentes ritmos, todos bastante alejados del tango. Pero siem-
pre tuve la convicción de que cuando se nace con un destino "ar-
tista", fatalmente se cumple lo que está marcado en ese sino.

¿Cuáles fueron las influencias que tuvo en su niñez para dedicarse a la música y al tango?

Indudablemente la influencia del tango me marcó desde la niñez.
Si bien nací en un hogar absolutamente español por raíz y cos-
tumbres, también es cierto, que en casa había una buena  dis-
cografía de tangos, y que mi madre andaluza lo amaba, así co-
mo a Discépolo y  a De Caro , de quienes era profundamente
admiradora.

¿Cuál fue su experiencia al escribir el tango "Sueño de barrilete"?

Cuando escribí "Sueño de barrilete", no solo no intuí que en ese
género lograría un espacio importante, sino que ni siquiera me 
había dado cuenta de haber escrito un tango...Hasta que leyendo
con detenimiento la letra, me di cuenta, que ciertas palabras que
había empleado no podian pertenecer a ningún otro género...
tales como, "piolín" "purrete" etc...Sí...Fue el primero y el que me
abrió la puerta grande.

¿Cuál fue el sentimiento que inspiró escribir la letra de Adiós Nonino de Astor Piazzolla?

 La letra de "Adios Nonino", refleja la inmensa ternura, que Astor
 Piazzolla, debe haber sentido, cuando escribió ese tema en me-
 moria de su padre, la misma ternura que me provocó a mi poner-
 le  versos a uno de los mas enorme temas que se hayan escrito.
 Y que en alguna medida, finalmente fue un homenaje a todos los padres inmigrantes.

¿Quiénes fueron los músicos y los poetas que la inspiraron?

Siempre me influenciaron los buenos músicos y poetas. Mi oído
y  mi gusto musical jamás me permitieron un desliz en ese senti-
do. No quiero personalizar, porque fueron  muchos y en  todos
los géneros, siempre los mejores.

¿Cómo fue su irrupción en el mundo del tango, hubo resistencia en un mundo mayoritariamente de hombres?

Mi irrupción en el mundo del tango, no fue tan difícil, porque cuan-
llegué a él, yo  ya era autora bastante conocida. Si bien es cierto,
que es un mundo machista, y que a veces sentí cierta "conspira-
ción del silencio", jamás me detuve a pensar en otra cosa que no
fuera escribir lo que quería y sentía que debía hacer.

El tango Qué buena fe refleja  algo de nuestra idiosincrasia argentina...

"Que buena fe", lo escribí para mí...Pensando que si yo sentía
 eso, sin duda serían muchos los que sentirían lo mismo, creo
 que es una condición humana, pero marcadamente argentina,
 digamos..."la marca en el orillo".

¿Qué significa para usted haber nacido en una ciudad  del sur?

 El sur es algo mas que un sentimiento...Nacer en el sur y sobre
 todo en un barrio humilde como el mío, termina siendo toda una
 manera de vivir y de pensar..Diría, casi una ideología.

A pesar de todo escribió muchas letras que hablan de Buenos Aires...

Siempre me sentí muy porteña, escribí mas de 30 temas a Buenos Aires
y siempre encontraré algún nuevo motivo para cantarle.
Buenos Aires es una  ciudad fascinante  a pesar de lo conflictuado de su presente.

Usted le asigna un papel muy importante a las mujeres en sus tangos

¡ Es cierto! Le asigno un papel muy importante a la mujer, en este
mundo descalabrado de hoy, lo dije en un tango que se llama
"De fulanas y menganas"..... " A este mundo ciego y vil, del misil
 deberá recomponer, la mujer.... Por que ayer ,y hoy por hoy...
 ser mujer tiene que ver con el amor  !!! Así de simple.
 El hombre  privilegió el poder por encima de todos los valores.
 La mujer es bastante menos ambiciosa y mas ética, tiene mucho
 por hacer.

           (c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin permiso por escrito de la autora.                 

 * Eladia Blázquez murió en el año 2005.








martes, 6 de julio de 2010

Entrevista a Sarah Bianchi por Raúl Vigini publicada en La Palabra


Esta entrevista a Sarah Bianchi publicada inicialmente en el Suplemento La Palabra del diario La Opinión (Rafaela, Provincia de Santa Fe) en 2007 nos fue enviada por Raúl Vigini, director del Suplemento, quien además nos anticipó para su publicación en Archivos del Sur la editorial del próximo suplemento La Palabra:









Aquellas manos
Que pudieron tallar la forma de cada muñeco. Que escribieron las historias que tal vez  venían con cada uno de ellos desde el origen mismo. Que lograron levantar un lugar mágico donde cobraban vida en la escena de cada día. Que permitieron a miles de asombrados niños que sigan creyendo ingenuamente en la vida de cada marioneta. Que maravillaron a tantos mayores con las obras para adultos en aquel patio de San Telmo. Que daban muestras de amor y de dolor frente a la historia de cada personaje que la Gran Sarah había dejado entrar a su mundo. Estos días Sarah Bianchi abrió su corazón para siempre y desde otro espacio vigila, persigue, asiste, acompaña, inspira y disfruta su obra. Pero sobre todo es la responsable de que sus manos -aquellas manos, estas manos que nunca se van a escapar del Museo del Títere- supieron acariciar cada rostro, cada movimiento, cada melena, cada calzado y cada corazón del títere que tuvo en sus brazos.
Raúl Alberto Vigini
Suplemento Cultural “La Palabra”
Sábado 10 de julio de 2010
raulvigini@yahoo.com.ar


Museo del Títere, testimonio



Un lugar generador de historias mágicas

Llegaron de todos los puntos de la geografía mundial, primero se ocultaron en grandes baúles y un día, cuando sus dueñas lo decidieron, salieron y se fueron ubicando en los diferentes estantes y vitrinas de la casa. Esa casona de calle Piedras que fue soñada para que ellos ocupasen ese espacio y de ahí en adelante disfrutaran con la presencia de niños y adultos que los observan y hablan de ellos. LA PALABRA conversó con Sarah Bianchi, la fundadora y directora del Museo del Títere, una de las titiriteras de mayor trayectoria y prestigio en el país.

LP - Hablemos de la historia de la casa donde funciona el Museo del Títere.

S.B. - Es lindo recordar la historia de los lugares y tratar de reconstruirla en cierta forma. Esta casa tiene mucha historia, era de los abuelos de Mané Bernardo, o sea de 1870 y pico, después fue del padre y Mané Bernardo la heredó. Nosotros con ella vivíamos en la parte alta de la casa, otra parte la tenía su hermano alquilando para distintas cosas, eran todos negocios separados. Mané siempre quiso que acá funcionara el Museo del Títere con todo lo que habíamos juntado a través del tiempo. Y así fue. Desgraciadamente ella se fue antes de inaugurar el Museo, ya estábamos en todos los planes, pero no llegó a verlo funcionando. Yo me propuse seguir con el proyecto y llevarlo a cabo, contra viento y marea, como se pudiera; costó un esfuerzo enorme. Es una Fundación particular sin fines de lucro y año tras año fui agregando habitaciones, porque no se podía arreglar todo de golpe. Es decir, se empezó con la entrada, la sala principal que alberga las colecciones de títeres de Europa y de Asia. Luego agregué otra sala argentina y la tercera, latinoamericana. Todavía queda una habitación que la tenemos como depósito de la sala de Teatro, esta última es una pequeña sala a la que quiero muchísimo porque está abierta para todos los titiriteros, no es de uso exclusivo mío o de mi espectáculo. Aquí desfilan durante todo el año titiriteros de la capital, del interior y del exterior, es decir el que avisa que va a venir o que tiene proyectos, la sala está abierta para ellos y para todas las experiencias que se quieran hacer. Es reconocida por la gente joven y la quieren mucho. Cuando hicimos la despedida del año, me encantó ver la cantidad de titiriteros jóvenes que siguen con la misma antorcha para adelante. Eso creo que es lo importante y le da un valor el museo y el espacio para que estén reunidos con un motivo concreto, que vean, conozcan, sepan que acá pueden venir. Además damos cursos de títeres, de narración oral, este año pasado se agregó el teatro de sombras, así que va creciendo, incluso a veces también para chicos, pero en general está destinado a los titiriteros. Los espectáculos por supuesto que sí son para los chicos, los sábados y domingos temprano, el sábado a la noche es para adultos y en la semana para escuelas. Es decir que el Museo tiene un funcionamiento continuo.

LP  - ¿Cómo se inicia esta colección?

S.B.- Nosotros con Mané tuvimos siempre un gran amor al títere, si no, no seríamos realmente titiriteras. Entonces el titiritero es un ser muy itinerante, de ir de un lado a otro, de conocer a titiriteros de otros lugares y en esa época, te estoy hablando después de la guerra, en el cincuenta aproximadamente empezamos a relacionarnos con los titiriteros de Europa. Fuimos allá e hicimos actuaciones, intercambiamos muñecos y a esos muñecos los íbamos juntando, generalmente intercambiado, a veces comprados, regalados y con el tiempo nos dimos cuenta de que teníamos baúles y baúles llenos de muñecos de distintos lados. Entonces dijimos que eso podía empezar a ser una colección de esas de algo que quiere, pero necesita tener una actividad distinta y un uso diferente, y ahí fue cuando pensamos en crear un museo. Pedimos también a los titiriteros argentinos que nos regalaran algunos de sus títeres, tenemos bastantes históricos, pero de los actuales es muy difícil, porque dicen “no, es un museo, cómo van a poner un títere mío, de ahora” y no se dan cuenta de que si hubiéramos pensado de esa forma los títeres que hace cincuenta o sesenta años hicimos con Mané no tendrían hoy el valor histórico que tienen. Por eso yo les digo que los traigan porque con el tiempo van a entrar en la historia del títere. Más o menos los convenzo de alguna manera y voy juntando, pero lo que me falta es el espacio.

LP - ¿Cuándo ustedes conocen en el mundo a los títeres qué es lo que hay de diferente en los otros lugares en cuanto a los temas, la construcción, a la recepción?

S.B. - Hay una profunda diferencia en cuanto al tiempo de historia que tienen. Calculemos, que el auge del títere en la Argentina empezó después de la venida de Federico García Lorca, de ahí salieron Mané Bernardo, Javier Villafañe, Ariel Bufano, entre otros. En la década del ‘30, calcule eso comparado con los siglos que tiene la historia en cualquiera de los países de Europa, Italia, Francia, ni le digo Checoslovaquia y todo el Oriente. Entonces ese peso hay que irlo creando, la prueba es que nosotros no tenemos un títere tradicional, no sé, decimos “Juancito y María”, dos personajes de Javier con el tiempo puede que lo sean, no tenemos un Guiñol con todo lo que arrastra no sólo el personaje sino de la época, del por qué nacieron, cómo nacieron, ésa es la diferencia principal. Como consecuencia el público de esos países respetó siempre al títere y acá se lo consideró un arte menor, sólo una cosa que podía interesar a los chicos. Recién ahora estamos logrando imponerlo al público de teatro adulto, nos costó que consideraran que el títere es una forma de teatro, no entraba en los cálculos. Nos costó también que se reconociera al autor titiritero, al actor titiritero, al director, al escenógrafo. Lo que nos faltan son años, hay que tener paciencia y no decaer.
Desde el punto de vista de la situación actual, creativamente, estamos muy bien ubicados, pero muy bien, lo digo porque visito periódicamente otros países y veo lo que hacen los titiriteros de acá con muchos menos medios, con una escasez económica muy grande, pero se hacen cosas muy importantes. Estuvieron hace poco con un espectáculo de dos titiriteros una pareja de Salta e hicieron un Martín Fierro, la historia fue estupenda, increíble.

LP - Dentro de los títeres que forman el patrimonio histórico del Museo, ¿Cuál es el más importante a su criterio y por qué?

S.B. - Eso es muy parejo, hay cosas de distinto origen muy importantes. Todos los títeres son originales pero hay unos que son los pupis sicilianos que además están ligados a la historia del teatro del títere de acá, porque esos títeres llegaron de Sicilia a fines de 1890 y se instalaron en La Boca. En 1925 se inauguró la sala que fue la primera estable de títeres, ésos para mí tienen un valor histórico ligado a Argentina. Luego históricos tenemos un Guiñol muy auténtico,  también de la India de 1800, muy valiosas piezas, pero para mí ésos tienen el valor especial por la historia del teatro argentino.
Cada país tiene su forma de expresión, el africano está muy ligado a toda la historia de los ritos, de la iniciación de los adolescentes, el sexo, la pubertad eso está ligado incluso a la estructura del títere. Los hindúes también tienen otras historias muy especiales de sus lugares, los del teatro de sombras, todo tiene un valor histórico grande.

LP - ¿Cómo se constituye desde lo institucional el Museo del Títere, es decir si hay por ejemplo quienes auspician?

S.B. - Lamentablemente auspicios no hay, el Museo es muy reconocido dentro del patrimonio de la ciudad de Buenos Aires. Es una Fundación donde ninguno tiene un peso pero mantenemos esto. Por suerte yo he tenido últimamente, algún premio estable mientras viva y entonces a ese premio lo destino totalmente al museo, con eso podemos ir juntando e ir haciendo los arreglos en los que estamos ahora, también lo mantenemos con el pequeño aporte de bonos de contribución de las escuelas que vienen a ver espectáculos, los cursos que se dictan. Con respecto a la gente que forma la fundación hay un poco de todo por supuesto todos amantes del títere. Hay una comisión, un sobrino mío que es arquitecto, que es quien me vigila las ideas locas que tengo para hacer cosas. Una de las personas de la fundación está como secretaria y es el alma máter en todo lo organizativo. En el Museo no se cobra entrada porque ésa fue siempre una cosa que pensamos con Mané, el Museo tiene que estar abierto no por el bolsillo, sino para todos. Porque además es un arte eminentemente popular dedicado a los pueblos, entonces no se puede poner una barrera de cobro de entrada. Y sigue siendo gratis pese a la opinión de muchos. Me acuerdo una vez que entraron dos turistas, que vienen bastante y miraron. Me dijeron “cómo usted no cobra algo para visitarlo, está muy mal hecho”. En ese momento asomó la cabeza por la puerta de un chiquito y me dice “hola doña, ¿se puede entrar?” y le dije que sí. Hizo un gesto con la mano y vinieron seis o siete chiquitos y les dice “es gratis, vení”. Entonces les dije a los turistas “ven por qué es gratis, ellos aunque yo le dijera que son veinte centavos no los tienen”. Ese es el sentido, que todos vengan y vean, se interesen, vuelvan. Esa es la finalidad. Todos los años cerramos y empezamos los arreglos porque la casa necesita mantenimiento y ahora vamos a hacer algunas vitrinas distintas con vidrios. Reabriremos con toda la programación en marzo hasta diciembre. En la parte alta tenemos la biblioteca. Hay más de seiscientos libros de títeres y luego hay una biblioteca general de Mané y mía que tiene mucho de arte, de escenografía, de plástica, de historia, de literatura. Serán cinco mil o seis mil volúmenes. También pudimos cerrar el patio para evitar la filtración de humedad y poder utilizarlo para talleres. Proyectos hay muchos.

LP - ¿Cuál es la actividad para el 2007?

S.B. - Por lo pronto que vean el Museo remozado, además estamos haciendo el relevamiento con la intención de hacer un catálogo general con la historia de las piezas, eso va a ser muy importante. También tenemos separada toda una colección que es lo que nosotros denominamos el Museo Itinerante, es una derivación del Museo que sin tocar nada de lo que está acá expuesto puede trasladarse y montarse en otros lugares. Me encantaría llevarlo a Rafaela. Los cursos siguen, orientados a titiriteros, a docentes, a gente que tiene una intención de integrarse como titiriteros o estar en la experimentación de nuevas técnicas.
Suplemento Cultural “La Palabra”-7 de febrero de 2007-Rafaela (Sta. Fe)
raulvigini@yahoo.com.ar

 crédito de la fotografía de Sarah Bianchi  y de los títeres: Araceli Otamendi