Ernesto Cardenal |
La presente entrevista al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en la ciudad de Cosquín, Córdoba, fue realizada por Raúl Vigini, Director del Suplemento Cultural La Palabra, del diario La Opinión, Rafaela, Provincia de Santa Fe y publicada el 12 de febrero pasado. Raúl Vigini autorizó su publicación en la revista Archivos del Sur.
Entrevista a Ernesto Cardenal
En busca de… Ernesto Cardenal, protagonista
Necesidad de la diaria revolución
Hombre de profundas convicciones que en cada amanecer sigue pensando en lo que queda por hacer para que el mundo sea otro. Compartió una charla de prensa en su visita al Encuentro de Poetas de la ciudad de Cosquín y demostró que la poesía, la religión y la participación política pueden convivir en una vida plena.
LP - ¿Cómo fue la infancia del poeta?
E.C. - Se dice que los recuerdos empiezan a los cuatro años. A los cuatro años yo recitaba, cosas inventadas, disparates. Y a los seis años escribía versitos, también disparates. Y desde entonces soy poeta. Mi infancia fue muy feliz, casi toda infancia es feliz. Casi toda digo, no toda, porque tenemos un amigo que tuvo una infancia sumamente triste y también siniestra en un orfelinato del bachillerato y era un poeta muy alegre, aparentemente. Ahora en este mes de enero se ahorcó, y es porque había sido atormentado y en ese estado desde que nació. Porque cuando nació murió su madre, padre no tenía y así fue su vida. Viví los primeros años en la ciudad colonial de Granada en Nicaragua, y los siguientes de los cinco a los doce en León, en aquel ambiente de historia y algo que para mí era romántico y evocador en esa ciudad. Desde entonces me he estado haciendo poeta, después a mitad de la vida tuve un cambio, una conversión, un encuentro con Dios, que me hizo entrar a un monasterio trapense en Kentucky, Estados Unidos, donde fui muy feliz pero tuve que salir porque mi salud no era para esa orden tan estricta. Mi maestro de novicios, me orientaba en la vida monástica, es decir lo místico, Tomas Merton, me aconsejó que no entrara en ninguna otra orden religiosa, me decía que esas cosas ya eran bastante anacrónicas. Que fundara una pequeña comunidad en Nicaragua para llevar la vida contemplativa que yo había querido llevar en el monasterio. Y eso fue lo que hice, en la isla de Solentiname. Allí estuve hasta que la revolución me sacó de allí porque nosotros también nos fuimos identificando con ella. Cuando surgió la revolución fui nombrado ministro de cultura durante todos esos años. Pero la revolución también se frustró. Por ingerencia de Estados Unidos hizo que perdiéramos unas elecciones y que se perdiera la revolución después de perder las elecciones. La pérdida de las elecciones, hizo que perdieran la moral algunos de los principales dirigentes y empezaran a robar antes de entregar el poder al nuevo gobierno y eso fue realmente lo que acabó con la revolución. He escrito mis memorias en tres tomos, el tercero de ellos es sobre la revolución con el título “La revolución perdida” porque ya no hay revolución.
LP - ¿La revelación poética tiene que ver con la revelación de Dios?
E.C. - Tal vez. No sé. Siempre desde niño había sentido una atracción a lo religioso. Y jugaba a celebrar misa muy pequeño. Y sentía que Dios me llamaba a entregarme a él. Pero eso significaba para mí algo imposible, renunciar a todo. Posponía el problema hasta que a esa edad, a los treinta y un años, seguía sintiendo esa persecución de Dios. Que Dios me perseguía a mí. Yo perseguí a las muchachas. Entonces de repente dije: voy a probar esto. Renunciar a todo, absolutamente a todo, y entregarme a él. Como quien se asesina. Toda la vida mía fue entregada a él. Y así empecé a sentir su presencia, de un inmenso amor y de un inmenso enamoramiento y seguí enamorado.
LP - ¿Fue de enamoramiento o sigue enamorado todavía? ¿está orgulloso de su labor?
E.C. - Sí. Sigo. Más o menos con problemas como en un matrimonio. No. Orgulloso no y menos no puedo ser de mi relación con Dios porque no lo merezco. Ni siquiera de mi poesía que tampoco la merezco mucho porque considero que es un don de Dios que me ha dado porque así nací.
LP - Su escritura está llena de confianza en el misterio ¿Puede desarrollar esa idea de confiar en el misterio para escribir?
E.C. - De confiar en Dios digamos. Le podríamos llamar misterio, es el nombre que le dan los norteamericanos. Lo que hice fue confiar completamente en él. De arrojarme a él. Entregarme a él. Lo cual significaba renunciar absolutamente a todo. A mí mismo y a todo. Mi país, mi poesía, el amor humano, la posibilidad de un matrimonio. Todo.
LP - Creo que usted combina el misterio de Dios y a la vez el misterio del hombre, como los poetas.
E.C. - No sé si lo combino. Puede ser que sea el mismo misterio. Pero puede uno tener el misterio poético y no el de Dios, o al revés. En mí se puede decir que se han juntado.
LP - ¿Es la misma cruz que se utilizó para dominar a los pueblos la que puede servir para la liberación?
E.C. - Naturalmente que sí. Para eso fue la cruz. Para eso fue la crucifixión de Jesús con su entrega. Para liberar la humanidad. La teología de la liberación no es más que la teología del evangelio. El reino de Dios que anunciaba que esto era una buena noticia para los pobres. Si era buena para los pobres, era mala para los ricos, así fue que lo llevó a Jesús a la muerte. Hay teólogos actuales que dicen que la expresión reino de Dios equivalía en aquel tiempo a lo que hoy es la palabra revolución. Era algo igualmente escandaloso, subversivo y peligroso. Pero eso no lo descubrí cuando descubrí a Dios como amor y como unión conyugal. Mientras estuve en el monasterio trapense no había para mí más que la relación con Dios. Después que salí fundé esa pequeña comunidad que les dije, Solentiname. Estando allí fui invitado a Cuba como jurado de Casa de las Américas y allí descubrí entonces la revolución cubana. Esa fue mi segunda conversión. Entonces descubrí que Dios es liberación también de la humanidad y de los pobres y que un sistema como el de Cuba era un sistema también evangélico. En el que se ponía en práctica el evangelio. Eso fue la revolución para mí.
LP - ¿Cómo conoció la Argentina ?
E.C. - De chiquito con Billiken y las revistas de niños de Argentina. Eran las principales lecturas que teníamos allá y me llegaban de Argentina.
LP - ¿Qué relación tuvo con los poetas americanos?
E.C. - Casi no tenía relación. Primero estudié en México y en Estados Unidos, después llegué a Nicaragua y por muchos años estuve sin poder salir porque no tenía dinero para hace ningún viaje, ni siquiera a Costa Rica, y Neruda no podía llegar a Nicaragua porque gobernaba Somoza de manera que nunca coincidimos. Casi coincidimos con mi primera visita a Chile cuando me recibió el presidente Allende en el Palacio de la Moneda. Y en ese momento estaba recibiendo también él la noticia del premio Nobel de Neruda en Estocolmo. Y Neruda fue un ídolo para mí y una influencia muy grande en mi adolescencia y primera juventud. Pero después tuve que reaccionar buscando otras influencias hasta que me liberé de Neruda.
LP - Se conoció con Cortázar.
E.C. - Fue antes de la revolución, en el somozismo. Fui invitado a un congreso en Costa Rica donde también estaba invitado Julio Cortázar y nos encontramos. Allí, con Sergio Ramírez, exiliado, en le propusimos a Cortázar que venga con nosotros y entrar a Nicaragua clandestinamente. Así que fue la primera vez en Nicaragua. Con esa visita escribió después un cuento que se llama Apocalipsis en Solentiname donde él está previendo todos los errores que van a existir en América Latina. Los secuestros en Argentina, las torturas en todos los demás países, aparece Roque Dalton. El está tomando una foto de pinturas primitivas nicaragüenses y cuando las revela en París junto a su esposa, encuentra todo un horror en lo que ha fotografiado. Es una cosa ficticia pero resultó profética. Como él decía después, desgraciadamente fue profética. Después estuvo llegando varias veces más cuando triunfó la revolución. Cuando estaba muriendo estaba pensando en volver a Nicaragua.
LP - ¿Cuál es su opinión acerca de los nuevos escritores de Nicaragua?
E.C. - Me ha gustado mucho la primera poesía de Gioconda Belli. No leo su novela pero la poesía de ella sí me ha gustado. He hecho varias antologías de poetas nicaragüenses pero por último una muy grande donde incluí a personas más recientes que no habían sido incluidas anteriormente. He sido antologista, antologizador de la poesía de Nicaragua y he tratado de darla a conocer siempre.
LP - Se conocen con Eduardo Galeano.
E.C. - Somos grandes amigos. Coincidimos en Cuba cuando mi primera visita en ese país, otras veces más, después Galeano estuvo llegando a Nicaragua. Se hospedaba en la casa del comandante Tomás Borge, ministro de seguridad, y se querían mucho. Pero cuando supo los robos que estaban haciendo ellos al entregar el poder al nuevo gobierno, entonces escribió contra eso diciendo que no comprendía cómo guerrilleros que no habían tenido miedo a la muerte, que estaban dispuestos a entregar la vida, no querían entregar sus automóviles de lujo. Y desde entonces no ha querido volver a Nicaragua.
LP - ¿Cree en la poesía como elemento de cambio para la sociedad?
E.C. - Claro que sí. Principalmente lo es la poesía mundial, casi siempre ha ayudado mucho a la evolución humana. En todas las civilizaciones, en Grecia lo fue también un factor de cambio. Y más que todo en la Biblia con los profetas que son grandes poetas: Isaías, Jeremías. Si uno los lee simplemente como poesía son grandes poetas. De ahí sacó Whitman la revolución poética suya de estos profetas de la Biblia. Y usaban la poesía para cambiar la sociedad. La poesía como denuncia de la injusticia y como anuncio de una sociedad justa. El único ejemplo en la antigüedad de una denuncia contra la esclavitud, porque ni Aristóteles estuvo contra la esclavitud, decía que eran útiles. Y no se veía cómo podría haber un mundo sin esclavitud porque ¿quién iba a trabajar? El mismo Marx dice que la esclavitud fue un progreso a lo que había anteriormente en la sociedad y que después fue sustituido por otro progreso que fue el feudalismo que fue sustituido por el capitalismo que es menos injusto que el feudalismo pero también lo es. Y que por eso el capitalismo tenía que dar paso al socialismo. Estos son los razonamientos de Marx. Y que en aquel tiempo tenía que haber la esclavitud. Eso explica que Jesús no habló contra la esclavitud ni tampoco San Pablo. Porque también estaba el problema que desempleaban a todos los esclavos y no había fábricas para emplearlos, todavía. Sin embargo, con todo esto la Biblia dice que no debe haber esclavos.
LP - ¿Cuáles son los sueños inconclusos de Ernesto Cardenal?
E.C. - La revolución inconclusa. Pero que es necesaria. Ningún otro sueño, qué otra cosa voy a esperar.
Por Raúl Vigini
Suplemento Cultural “La Palabra ”
Rafaela, Sábado 12 de febrero de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente esta nota