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Javier Claure Covarrubias |
Javier
Claure Covarrubias nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro
del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de
Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético
Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España), de la
Asociación de Escritores de Madrid (AEM) y miembro de número (300-ES-026) de la
Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España. Ejerce el periodismo cultural. Fue uno de los organizadores del Primer
Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991). Sus
poemas han sido publicados en varias antologías y ha participado en Festivales
Internacionales de Poesía. Formó
parte de la redacción de las revistas literarias “Contraluz” y “Noche
Literaria”. Durante los últimos 13 años ha asistido al discurso Nobel del
Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, como también a las charlas del Premio
Nobel de Literatura en la Biblioteca de Rinkeby, evento que se lleva a cabo
para los estudiantes de los Colegios Askeby y Bredby.
Publicaciones: “Preámbulos y ausencias” (2004), “Con el fuego en la
palabra” (2006), “Extraño oficio” (2010), “Réquiem por un mundo desfallecido”
(2014) y “De Escandinavia a los Andes” (2016).
Miguel Esteban Torreblanca- ¿Puede explicarnos el título de tu último
poemario ¿Y quién es el que canta? y la esencia del libro?
Javier Claure Covarrubias- El título de mi último poemario
es “Réquiem por un mundo desfallecido”. En este libro hay varios poemas de
contenido social. Y hacen alusión a ciertas injusticias que se han cometido a
lo largo de la historia de la humanidad.
Por ejemplo hay un poema dedicado al continente africano, otro a Palestina,
otro que titula “Pertenencia quechua” y hace referencia a la usurpación del
Litoral boliviano. “La Palliri”, que significa en quechua recolectar, es una
mujer que trabaja fuera de la mina y recolecta o separa, a martillazos, el
mineral de las piedras. Este poema está dedicado a esa mujer que trabaja de sol
a sol, pero en su canasta de mimbre; sigue ardiendo el fuego de la Inquisición.
Otro poema está inspirado en el “Tío de la mina”, personaje mítico en las
minas de Bolivia. Y por supuesto, no podía faltar un poema dedicado a la mujer,
al cambio climático, etc.
P- ¿Qué le da la poesía frente a la narrativa?
R- Son dos géneros literarios totalmente diferentes. La narrativa cuenta una
historia o un acontecimiento. Cuando se trata de un cuento hay una estructura:
el principio, el nudo y finalmente el desenlace. Los textos narrativos
son largos, pueden contener varios personajes y los hechos están encadenados.
En la narración se utiliza un lenguaje coloquial. Generalmente no se puede
repetir palabras, no tiene rima, musicalidad ni tampoco tiene que ser tan
expresivo.
En cambio la poesía expresa sentimientos. Es decir, si el poeta escribe
versos acerca de la soledad, lo que transmite es aquello que la soledad produce
en su universo interior. ¿Qué me da la poesía? Pues, romper con todas las
reglas ortográficas y no ortográficas del idioma español. Me da la posibilidad
de introducir repeticiones, rima, musicalidad, alusiones, expresiones personales,
alterar el significado de las palabras, inventar palabras, utilizar imágenes,
comparaciones, metáforas, etc. Por ejemplo, puedo dar vida a los objetos. Puedo
hacer hablar a los árboles y a mis zapatos. Puedo hacer volar a las casas y a
los postes de luz.
Pero también me da la posibilidad de utilizar un lenguaje coloquial. La
poesía se puede escribir en verso o en prosa. En resumidas cuentas, la poesía
no tiene límites.
P- ¿La poesía es hija de la inspiración o del trabajo?
R- La poesía, según mi opinión, es el género literario más difícil porque no
se deja seducir fácilmente. Hay que leer y escribir muchísimo para escribir
buena poesía. Pero también hay que tener ciertos conocimientos de las
“herramientas poéticas” para que un poema tenga el efecto deseado. No hay
ninguna definición ni receta para escribir poesía. Paul Auster, escritor y
guionista norteamericano, dijo alguna vez: “Los genios precoces no existen en
la literatura”. Entonces tomando en cuento todo esto, la poesía es 20 % de
inspiración y 80 % de trabajo.
P- ¿Qué concepción tiene de la poesía? ¿qué meta debe alcanzar este arte y
qué puede cambiar?
R- Aparte de lo que nombro en la pregunta número dos, la poesía se expresa de
un modo estético. Y en el mejor de los casos debe alcanzar, o más bien dicho,
crear procesos de sensibilidad en el lector. No sé si la poesía pueda cambiar
algo, pero estoy seguro de que hace reflexionar.
P- ¿Qué consejo daría a los jóvenes poetas que están empezando?
R- Les diría que lean mucha poesía, que escriban mucho y, sobre todo, que
tengan conocimiento de las herramientas necesarias para escribir poesía. Así
podrán quebrar las reglas de un idioma. Además, les diría que no se apresuren
en publicar un poemario, solamente por tener un libro publicado. Que publiquen
sus poemas cuando realmente se sientan maduros para expresarse a través de la
palabra escrita. Es bueno tener paciencia porque el trabajo de crear poesía es
arduo.
P- Ha logrado numerosos premios literarios. ¿Cree que esos poemas que le
consagraron ganador fueron tus mejores poemas?
R- No tengo ningún premio literario. Nunca he enviado mis poemas a un concurso
literario, pero he logrado que mis poemas sean publicados en periódicos, en
revistas y en sitios digitales de importancia. También he participado en
Festivales Internacionales de Poesía.
P- Pessoa decía que “la vida no basta, por eso existe la literatura”. Para
usted ¿escribir es una necesidad; y cómo justifica los largos periodos de
silencio?
R- Sin lugar a dudas, la poesía para mi es una necesidad existencial. En los
periodos de silencio me dedico a la lectura, a escribir en borrador, a pensar
nuevas formas de poesía. Siempre me pregunto ¿qué puedo escribir yo que no se
haya escrito?
P- ¿Cómo es su propio proceso a la hora de escribir poesía?
R- No creo que la poesía se pueda crear de un tirón. En mi caso, el proceso de
escribir se da en etapas. Tengo en casa cantidad de hojas sueltas en donde he
ido escribiendo versos, pensamientos, pequeños poemas, ideas, apuntes, etc. A
veces he perdido esas hojas o se me han traspapelado, y me entra una cólera del
diablo. Para evitar eso, he comprado un cuaderno y ahora escribo ahí. En
todo caso, escribo primero en papel. Después de un tiempo reviso lo que he
escrito, y le voy dando forma al poema.
A veces puedo escribir un poema bastante rápido porque, como menciono
arriba, utilizo versos que ya están trabajados. Sin embargo, sigo borrando
palabras, suelo añadir nuevas palabras, verbos, adjetivos, borro estrofas, leo
en voz alta, etc. Pero antes de que se agujeree el papel de tanto corregir y se
me escurra el poema por el hueco, copio el poema en la computadora. Y allí,
sigo machacando al oficio hasta que finalmente me quedo contento con un poema.
P- ¿Qué poetas son sus referentes y autores de cabecera?
R- A pesar de haber leído a muchos poetas, creo que no tengo referentes.
Pero me gusta la poesía de Antonio Machado, Miguel Hernández, José Martí,
Gabriel Zelaya, Jaime Sáenz, Nicanor Parra, Raúl Zurita, Antonio Gamoneda
y un largo etcétera.
P- ¿Quién es Martin Lorenzo Paredes Aparicio?
R- No sé quién es.
P- ¿Eres escritor a tiempo completo o te dedicas a tu profesión?
R- No soy escritor a tiempo completo porque trabajo. Y en el devenir de la
vida, robo tiempo al tiempo para escribir. Aparte de poesía, escribo artículos
culturales, ensayos, crónicas, etc.
P- Tienes ya varios libros ¿Cuál dirías que es el más especial
para ti y por qué?
R- Tengo cinco libros publicados. Mi primer libro “Preámbulos y ausencias” se
publicó el año 2004. Y para mí es muy especial porque se publicó en Bolivia
cuando estuve allí de vacaciones. Lo presenté en la ciudad de Oruro, en
Cochabamba y en la Feria del Libro en Santa Cruz. Fue muy emocionante porque
familiares, amigos, escritores, poetas y gente que me conocía de niño estuvieron
presentes.
P- He tenido la oportunidad de leer tu último libro, y me pareció
maravilloso ¿Cuál es el rincón favorito de tu mundo?
R- Si te refieres al rincón donde escribo, pues te diré mi escritorio, una
biblioteca, un lugar cerca de la naturaleza, etc. En otras palabras, un lugar
que no sea bullicioso. En casa, a veces, suelo escuchar música clásica como
música de fondo para escribir.
P- ¿Cuál es tu escritor favorito?
R- Cuando me preguntan eso, no sé qué contestar, porque hay tantos escritores
y poetas buenos que no se los puede excluir. Pero… para seguir el orden de esta
entrevista, te contestaré Miguel Hernández.
P- ¿Por qué?
R- Para empezar, te diré que no escribo poesía hermética. No soy partidario de
ese estilo. Tengo los pies bien puestos sobre la tierra y escribo, entre otras
cosas, sobre los acontecimientos de este mundo que nos ha tocado vivir.
No se puede ser indiferente ante las injusticias sociales, ante el hambre
que existe en el mundo, ante los atropellos que se siguen cometiendo en nombre
de la democracia, ante las falacias, tamaño barcos, de la prensa mundial, ante
un sistema económico darwinista, etcétera. El mundo arde por todas
partes. Y como si fuera poco, estamos al borde de una guerra nuclear.
Miguel Hernández, en este contexto, conocía el dolor y la tragedia del
proletariado de su patria que lo vio nacer. La poesía para él, era
“sinónimo de esencia del pueblo”. Una dedicatoria a su amigo Vicente
Aleixandre, reza: “Vicente: a nosotros que hemos nacido poetas entre todos
los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. El pueblo
espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo”.
Citaré, tan sólo, dos de sus poemas para ilustrar el compromiso con su
pueblo. En el poema “Aceituneros”, se puede observar a una sociedad bien
marcada por las clases sociales en el sentido más clásico de la palabra. Los
agachados, los escupidos y los ninguneados que trabajan para los grupos
de prestigio y de poder económico.
Así protesta la poesía hernandina: “Andaluces de Jaén/ vuestra
sangre, vuestra vida/ no la del explotador/ que se enriqueció en la herida/
generosa del sudor. No la del terrateniente/ que os sepultó en la pobreza/ que
os pisoteó la frente/ que os redujo la cabeza…”.
En otro poema titulado “El niño yuntero” denuncia la tremenda injusticia
social a la que un niño trabajador se expone. Hoy en día, en pleno siglo XXI,
aún existen millones de niñas y de niños que trabajan en condiciones
infrahumanas a expensas de su salud y de su educación.
Miguel Hernández, hombre de gran sensibilidad, supo captar las aristas más
dolorosas de la vida. Y escribe refiriéndose al niño yuntero de la siguiente
manera: Carne de yugo, ha nacido/ más humillado que bello/ con el
cuello perseguido/ por el yugo para el cuello/ Trabaja, y mientras trabaja/
masculinamente serio/ se unge de lluvia y se alhaja/ de carne de cementerio…”.
La poesía de Miguel Hernández está impregnada de humanismo. Fue un poeta
rebelde y contestatario. Desde su pluma lanzaba certeras palabras que aún
llegan a lo más profundo del corazón, creando procesos de sensibilidad en los
lectores. La poesía del poeta oriolano se mete en el alma de los seres humanos,
porque está nutrida de aquello que es esencial para el hombre.
(c) Miguel Esteban Torreblanca
Autor de la entrevista Miguel Esteban Torreblanca
Entrevista publicada inicialmente en Otro Mundo Es Posible