domingo, 21 de noviembre de 2010

Entrevista a William C. Gordon* por Araceli Otamendi




(Buenos Aires) Araceli Otamendi


El autor norteamericano William C. Gordon vino a Buenos Aires a presentar su novela policial Duelo en Chinatown. Además de abogado, William C. Gordon es escritor. Como detalle de importancia se puede apuntar que el escritor está casado con la escritora chilena Isabel Allende, quien también vino a esta ciudad a presentar su nueva novela.


Lo entrevisté en el Alvear Palace Hotel. Conversamos acerca de la literatura policial, los autores que lo influenciaron entre otras cosas.





Araceli Otamendi:- ¿Qué autores de novela policial lo inspiraron?


William C. Gordon:- Los grandes contadores de historias son los escritores que me han inspirado. Por ejemplo Geoffrey Chaucer, pero el contador de historias más importante para mi ha sido William Somerset Maugham, porque tiene cuentos, con ese gancho al final donde cambia todo. He leido todo lo que ha escrito, especialmente los cuentos me han interesado.


A.O.- ¿Podría mencionar algunos de los cuentos de Somerset Maugham, el autor de "Al filo de la navaja" que le hayan interesado?


W.G.- Sí, uno de los cuentos más deliciosos que esribió él se llama Honolulu. Es un cuento maravilloso. También un cuento que se llama Lluvia. Maugham es un escritor que sabe hacer esperar al lector. Como por ejemplo Dickens, quien tenía el famoso dicho: "Hágalos llorar, hágalos reir pero lo más importante de todo, hágalos esperar". Entonces en la escritura hay que usar eso de "me das un poco, me das un poco más, pero siempre hay que hacer esperar hasta el final, como si pusiéramos una serie de patitos en fila y luego viene el verdugo.


A.O. Primero entonces le interesaron los contadores de historias ¿ y luego?


W.G.-Sí, por ejemplo Erle Stanley Gardner, el autor de Perry Mason, no tanto por Perry Mason, pero porque todos los grandes escritores de libros de detectives, durante los años cuando él tenía influencia, leían sus historias y luego cerraban el libro y ellos reescribían lo que habían leido para tratar de captar lo que había hecho, cómo lo había manejado. Entonces él era el maestro, uno lo lee para ver qué es lo que hace él, por qué atrae a los lectores y ellos van hacia él como las moscas a la miel.


A.O.- ¿Qué influencia tienen en usted los llamados grandes maestros del género como Raymond Chandler, o Chase, por ejemplo?


W.G. -A mi me gusta Chandler, y también Dashiell Hammet. Pero no todo lo que escribió Dashiell Hammet era bueno. Por ejemplo el maestro de todos es el detective Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle. He leido todos los libros de Sherlock Holmes, me encantaban.


A.O.-¿Puede mencionar alguna obra en particular?


W.G.- El mastin de los Baskerville, especialmente.


A.O. - ¿Qué otros autores de novela de enigma prefiere?


W.G.- He leido a Agatha Cristie también, pero mi preferido es el detective Holmes.


A.O. - ¿Ha leido a Patricia Highsmith?


W.G.- No la he leido, pero me gustaría, muchos periodistas me han hablado de ella. Dicen que ella le ha dado voz al criminal, yo estoy interesado en leerla.


A.O. Una de las mejores novelas de ella, para mi es El talento de Ripley, que dio origen al film A pleno sol, protagonizada por Alain Delon.


W.G. He visto el film.


Acerca de la novela Duelo en Chinatown


A.O.- ¿Ha tomado los personajes de la realidad?


W.G. - El personaje de Melba sí, lo he tomado de la realidad, no he cambiado ni un pelo de la cabeza de Melba, ella era mi socia en el bar.


A.O. -¿Usted tenía un bar como el que aparece en la novela?


W.G. -Sí, tuve un bar veinticinco años con ella y es exactamente como lo describo en la novela. Este bar está en la Misión, la sección de los latinos, de la gente humilde y pobre, donde entraban los obreros, porque como era Melba, tenía como compañeros a unos vagos, borrachos, ellos venían y yo escuchaba todas las miserias que tenían que contar. Yo diré que la mayor parte de las historias que narro provienen de mi buffet de abogado. Isabel (Allende) dice que mi buffet era como una corte de los milagros.


A.O. De esas historias que escuchó en el bar, ¿tomó algunas para esta novela?

W.G. - En realidad no fue así como se desarrolló este libro. Está ambientado en los años ´60, porque no quería que aparecieran en él computadoras ni teléfonos celulares. El protagonista, quien investiga, desarrolla el caso como yo lo hacía como abogado, mediante un proceso de descubrimiento. Uno va buscando y encuentra algo, luego busca más y encuentra otra cosa. Yo lo hice sin apuro, si uno puede descubrir con el método científico, tiene que usar la cabeza. La otra cosa que pasó es que yo había escrito otra novela, primero y tenía un personaje, un abogado que usaba traje de seda, corbata, era un abogado muy sofisticado y mis lectores me decían: ése es como tú. Y yo les decía: estás loco, yo era un hombre tan pobre, un abogado que tenía agujeros en los bolsillos y se me caían por ellos las monedas y hasta las llaves, y tenía que ir a la corte a dedo porque no tenía dinero para pagar el autobús.


Pregunté entonces a mis lectores ¿qué hice de mal en esta novela? Y había desarrollado el personaje de tal manera que los lectores creían que era yo. Entonces guardé esa novela en el baúl. Además aparecía un enano pervertido y a Isabel (Allende) no le gustaba, lo odiaba. Pero no fue por ese enano que guardé la novela, mi agente me dijo que había muchas historias, demasiadas, era muy pesado.


Después que terminé con ese libro, escribí un cuento que es el capítulo 1 de este libro Duelo en Chinatown. Es la historia del tipo en smoking que va a las fiestas y come.


A.O. -¿De dónde sacó ese personaje?


W.G.- Está basado en un artículo que leí en el New York Times hace cuarenta años. Era un tipo que se robaba las invitaciones a cocktails en la basura de una imprenta. El tipo vivía en los desagües de New York y era un vago. Comía esa comida tan pesada en todas las fiestas y coctails a los que iba de noche y su estómago se arruinó. Recordaba esa historia y luego escribí el cuento. El protagonista, Samuel Hamilton es un tipo humilde, confuso, que no tenía nada que ver conmigo. Los lectores - tengo varios - lo leyeron y me dijeron: este cuento es mejor que la novela, la que escribí anteriormente. Y después Isabel (Allende) me dijo entonces ¿por qué no te metes como detective? Tienes toda la información del forense, que has leido todos estos años. Y ya que eres abogado ¿por qué no vas con las fuerzas tuyas en vez de tratar de hacer otra cosa? Todas las otras cosas, te da la vida. Por ejemplo, estaba yo en San Francisco con Isabel, un día, siempre quería tener un taller de hierbas, y veo en la esquina un chino albino y me dije: ahí está, ya tengo mi taller. Y la razón del taller, donde menciono las vasijas chinas es para enseñar la diferencia entre culturas, porque los chinos no tienen confianza en el sistema americano. El de ellos es un sistema antiguo, la idea era mostrar las distintas culturas, porque los chinos que viven en Estados Unidos tienen sus propias reglas. Y por eso en el libro los personajes chinos se enojan con el fiscal.


A.O. -En la novela usted menciona a un personaje, el Juez Dee, me pareció muy interesante porque es un personaje que adivina, que descubre adivinando ¿Puede hablarme de él?

W.G.- El autor de las novelas con el personaje del Juez Dee se llama Robert van Gulik. El era embajador en China durante la Segunda Guerra Mundial. Y después se fue a Japón. Gulik es brillante, sabe mucho de arte y escribió diecisiete novelas de Juez Dee, las escribió en inglés. El problema es que el Juez Dee era un juez de verdad en el siglo VI, en China. Usted sabe que a los chinos les fascinan las novelas de detectives. El Juez Dee era el juez, el fiscal y el investigador y él tuvo que cambiar algo en sus novelas porque a los chinos les gustan los fantasmas. En Occidente, adivinar nomás no sirve en una novela policial porque hay que tener evidencias, alguna prueba. Pero la idea fue mía, empezar a hablar de eso, para que en el futuro el señor Song sea una especie de Juez Dee.


A.O.- ¿Usted investigó mucho acerca de la cultura china para escribir el libro?

W.G. - Los chinos y su cultura me parecen fascinantes. Tengo un contador chino hace muchos años y su mujer trabaja en nuestra casa. Han estado conmigo todos estos años.Considero que los chinos son la gente más fiel, más trabajadora y reservada y que como a mi personaje, el señor Song, hay que sacarles la información de a poco.


Acerca de Isabel Allende


A.O.- Quisiera saber si Isabel lee y opina sobre lo que usted escribe.

W.G.- Sí, ella me ayuda mucho. Yo tengo clases de literatura, tengo que entregar diez páginas cada dos semanas. Y la gente no lee tu manuscrito de una sola vez, sino que lo va leyendo así y luego le hacen preguntas. Por ejemplo, en este libro Duelo en Chinatown, aparecía el personaje de Samuel Hamilton con su caspa. Cuando terminé la primera vez el primer borrador, Isabel me dijo: la caspa de Hamilton aparece ciento cincuenta veces. Tendría que aparecer una o dos veces, me dijo y también dijo: esa clase no sirve para nada. Pero la clase a mí si me sirve, porque estoy obligado a entregar diez páginas y como tengo muchas otras cosas que hacer, tener esa obligación de presentar lo escrito, claro que me sirve.


A.O. - ¿Usted escribe con la misma metodología de Isabel?

W.G.- No, yo no me siento el 8 de enero como hace ella y termino en una fecha determinada. Además de escribir tengo otras ocupaciones , y también la acompaño a Isabel en sus viajes. Escribo a mano. Este libro lo fui escribiendo mientras viajaba con ella, por todo el mundo.


A.O. - ¿Cómo son esas clases de literatura que usted toma?


W.G. - Son clases de escritura. Tengo un profesor y tengo que entregar diez páginas. Es un grupo de un profesor y cinco alumnos y ahí batallamos. Francamente Isabel ha sido la lectora más importante para mí. Yo digo que Isabel es mi Max Perkins - descubridor y editor de Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Thomas Wolfe - , él era muy exigente con ellos, y yo digo esto porque con Isabel tenemos batallas por las palabras o por las escenas que hay que quitar o cambiar.


.A.O. - ¿Usted escribía antes de casarse con Isabel?


W.G.- Mi padre era escritor y era artista y escribió El plan infinito e inventó su propia religión. En la época de la Depresión, él vendía su religión y cobraba un dólar para entrar y luego, cuando la gente salía les vendía su libro, que costaba un dólar. Así se ganaba la vida. Y cuando no podía ganar eso, pintaba murales, porque el gobierno les pagaba a los artistas. Mi padre era un tipo bohemio y muy artista. Yo escribo a mano como mi padre, él también escribía a mano y mi madre pasaba el manuscrito a máquina.


.A.O.- ¿Cuándo se casó con Isabel, empezó a interiorizarse acerca de lo que ella iba escribiendo?


W.G- La primera cosa que pasó es que ella me pidió que le contara mi vida y entonces dijo: aquí hay posibilidades para escribir un libro. Ella se casó con mi historia además de conmigo. Entonces durante cuatro años fuimos con ella a todos los lugares adonde había ido mi padre y ella escribió su libro "El plan infinito", le robamos el título al libro de mi padre. Yo siempre tenía interés en escribir, cuando me gradué en la universidad hay una fotografía mía - porque era político y tenía un espacio más grande que los demás - y me preguntaron: ¿Qué quieres hacer en la vida? y yo dije: abogado y escritor y he cumplido todo lo que prometí.


A.O. - ¿Le puedo preguntar de qué partido es?


W.G- Soy del Partido Demócrata. ¿Tú sabes qué es un Yellow Dog Democrat?


A.O. -No.


W.G.- Los demócratas dicen que si ponen un Yellow Dog Democrat - un perro amarillo demócrata - , votan por él en lugar de los republicanos.


Porque yo crecí con Franklin Delano Roosvelt y él estaba a favor de los pobres y yo también. Lo que está haciendo Bush, es una vergüenza y tengo vergüenza por mi país por eso.


La literatura norteamericana después del 11 de Septiembre


A.O. - ¿En qué ha cambiado la literatura norteamericana después de los atentados del 11 de Septiembre?


W.G. - Hay gente que va a aprovecharse del miedo que hay en la sociedad para ganar algo. Tengo la idea de que hay que esperar a largo plazo, a ver qué pasa. La sociedad está amenazada porque se fue a hacia la derecha. Las cosas que existían en la sociedad estaban un poco aplastadas, ahora salieron. Acerca de su pregunta específicamente, es temprano para decir en qué ha cambiado la literatura. Tenemos que ver qué hace América con su alma, si sigue así como está ahora, es horrible. Tenemos que esperar.


(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados
*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

miércoles, 27 de octubre de 2010

Entrevista a Arturo Ripstein* por Araceli Otamendi

Arturo Ripstein




(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Considerado el director de cine contemporáneo más importante de México, se realizó un reportaje 
público en el Malba, dentro del ciclo “Muestra Homenaje Directores Latinoamericanos”. 
Arturo Ripstein estaba acompañado por su mujer, la escritora y guionista Paz Alicia Garciadiego, 
quien ha sido autora o co-autora de muchos de sus films desde mediados de los ´80. Archivos del Sur 
estuvo presente en el reportaje público. 
Ripstein se inició en el cine a los diecinueve años como asistente de Luis Buñuel en el film “El ángel  
exterminador”. Su primera película como director “Tiempo de morir” fue escrita por Gabriel García 
Márquez. La visita de Arturo Ripstein a la Argentina fue organizada por la Embajada de México y 
el Instituto Mexicano de Cinematografía. 



*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

Entrevista


“Me gustan los personajes muy marginales, con sentido de la vida marginal. Me he dado cuenta a través de la experiencia que esos personajes me dan para hacer una mejor narrativa, aunque no los invitaría a comer. Me gusta mostrar que no vivimos en el mejor de los mundos posibles”. 


Pregunta:





¿Qué opina de los directores  Woody Allen y Pedro Almodóvar?

Respuesta:


Arturo Ripstein:






Me gustan mucho algunas cosas de ellos. Pero es muy difícil contestar, se habla a 
partir de la envidia. De Woody Allen me gustan muchas cosas, pero a veces en las películas
 de él se sienten como instrucciones para ser cosmopolita, donde nos 
indica qué neurosis tener, qué películas ver. Como cineasta me interesa muchísimo.
 Es un director que filma la película y la vuelve a filmar, la filma dos veces.  
Almodóvar, al principio, cuando comenzaba su carrera me interesaba, después se
 volvió el director más importante del mundo y eso evidentemente lo obligó a hacer concesiones...



Paz Alicia Garciadiego:





Básicamente coincido con Arturo, después de 18 años de estar filmando juntos. 
Woody Allen no me interesa mucho. Sus películas están muy basadas en el diálogo, 
tiene fascinación por Nueva York y para mí Nueva York ya no es el centro del 
mundo. En cuanto a Almodóvar me gustaban las películas de él que no tenían 
corrección política. La corrección política  es algo que está acabando con el cine, 
es una forma de censura.



¿Qué otros directores le interesaron?


Arturo Ripstein:





Los cineastas que me interesaron fueron Ford, los de la nueva ola francesa:
Resnais, Chabrol, Truffaut, Kurosawa, ellos me abrieron los ojos. También dos o 
tres italianos y en México Buñuel. El cine mexicano es un cine de público cautivo. 
El cine pasa ahora por una etapa tremenda, casi ha desaparecido el cine periférico.
Hoy se hace cine para festivales.





¿Ha visto algo de cine argentino?





Arturo Ripstein:

Estuve de jurado en el Festival de San Sebastián. En la sección del Festival 
“Horizontes latinos” de 15 películas, 10 eran argentinas. No se puede ver 
demasiado cine argentino en México como no se puede ver cine mexicano en 
Argentina. Porque el distribuidor dice “no tiene potencial” y esa es la censura más terrible, la censura económica, como cuando se presenta un proyecto para hacer
un film y alguien dice: “no es viable”. México antes tenía una producción de más
 de cien películas al año, luego pasó a producir entre 8 y 10 films. La producción 
sin dinero del estado no tiene ningún sentido.





¿Qué futuro le ve al cine? Buñuel en un reportaje dijo que no le veía mucho futuro 
a la industria cinematográfica debido a sus costos

Arturo Ripstein:





El cine tendería a volverse como la literatura o la pintura, cada vez más elitista. 
Es posible que esto sea así. Si México todavía edita cuatro mil ejemplares de una 
obra de Octavio Paz o de Carlos Fuentes, ¿por qué voy a tener yo más público que
ellos? Estoy muy lejos de García Márquez o de Pedro Almodóvar, no sé si me
 parece bien o mal, me asusta muchísimo y si puedo seguir engañando a los
productores, pensarán en hacer las películas más pequeñas, para poca gente. 
También hacer cine digital, es una opción, da una certeza de que lo que se está 
haciendo no es la última película. Porque si uno piensa en “tengo que hacer una 
buena película” se paraliza. Se puede seguir pensando “tengo que hacer una 
película” y eso basta.





¿En qué proyecto está trabajando actualmente?

Arturo Ripstein





En la adaptación de una novela, “Carnaval de Sodoma” de Pedro  Antonio 
Valdéz, un escritor dominicano.


Me gustan los personajes muy marginales, con sentido de la vida marginal. Me he
 dado cuenta a través de la experiencia que esos personajes me dan para hacer 
una mejor narrativa, aunque no los invitaría a comer. Me gusta mostrar que no
 vivimos en el mejor de los mundos posibles.





¿Recuerda algún consejo que le hayan dado?





Arturo Ripstein

Sí, el de mi padre: Por qué mejor no estudias derecho antes de ser director? Mi 
padre era productor de cine y así aprendí el oficio, estaba cerca de Buñuel, veía 
cómo filmaba él, yo tenía 17 años y estaba convencido de que lo podía hacer mejor 
que él. Buñuel me dijo: “si quieres hacer películas ten respeto por lo que vas a h
acer”. Hay que hacer las películas que no te traicionan, yo he tratado de cumplirlo. Buñuel decía: lo importante es que no te traiciones. Si tuviera que dar un consejo 
a un joven cineasta le diría “hay que persistir sin esperanza”.





Usted habla de una traición ética, y ¿qué es lo que ocurre con el cine, es similar a 
la literatura, donde el escritor es el primero que se traiciona, porque escribe cosas
que no sabe que va a escribir?





Arturo Ripstein

No hay diferencia entre el cine y la literatura en ese sentido, porque en todo lo que 
uno emprenda el resultado puede ser deleznable, no el hecho de hacerlo.





© Araceli Otamendi – Todos los derechos reservados







sábado, 25 de septiembre de 2010

Entrevista a Augusto Monterroso por Pablo Gámez *

“Un buen cuento será siempre un cuento triste”
Por Pablo Gámez.
Artgos Int.

Distrito Federal.- Pausado, directo, preciso. Así es el escritor guatemalteco Augusto Monterroso (1921) Hace pocos minutos que recibió la noticia. En su casa en México, cómodo, relajado. Eran casi las cuatro de la mañana cuando empezaron las llamadas desde Europa. Primero España, luego el resto de los países. Le comunican que ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En Oviedo se ha tomado la decisión. El jurado dice que Monterroso merece el premio por la riqueza de su universo literario. Y es cierto. El jurado también señala la estraordinaria riqueza ética y estética en la obra de este escritor. Monterroso se ha erigido como uno de los autores más singulares de nuestra cultura. Su obra lleva ese sello cervantino y melancólico, pero también de humor. Y ahí está: sentado, tranquilo, queriendo creer lo que le dicen. A sus 79 años, Monterroso dice que un premio como el Príncipe de Asturias de las Letras lo llena de alegría. “Era algo que siempre había soñado”, dice visiblemente emocionado. También se encuentra su esposa, Bárbara Jacobs. Ella es la que primero atiende las llamadas telefónicas. Hace las citas para las entrevistas. Lo llaman desde Guatemala. El presidente Alvaro Arzú quiere felicitarlo. Así transcurren las primeras horas, tras el anuncio del premio, para este escritor guatemalteco nacido en Honduras. Desde muy joven se interesó en la política. Eran los tiempos de una Guatemala de convulsiones sociales, inestabilidad y cuartelazos. Pero eso no le importaba. Le interesaban las ideas, los cambios. La situación se complica y en 1941 sale exiliado a México. Es ahí, prácticamente, donde Monterroso escribirá toda su obra literaria. Dice, ahora, que si pudiera escoger no cambiaría nada de lo que hizo en su vida. Se encuentra satisfecho, agrega. Sigue pensando también que en la prosa lo principal es la precisión. “La prosa no debe descubrirse, porque si se ve es mala”. Risas, palabras, humor. Especialmente humor. Eso es lo que caracteriza a Monterroso. Decir las cosas más serias, pero con humor. Y decirlas con exactitud, sin que sobre una frase ni una palabra. Es un orfebre. Un artesano de la sobriedad, de su estilo desnudo, libre, limpio y directo como el dardo que se clava en la palabra. Dos palabras clave: es el ingenio y la imaginación que permitieron a Monterroso escoger las armas para destruir un género –el cuento—para devolverle toda su fuerza original. Quiso reinventarlo. Y lo logró. Y de eso no cabe duda. Humor y sensatez se entremezclan en sus relatos y ensayos. La elegancia, dueña absoluta de su prosa; prosa limpia, llana, de pocos relieves que recuerdan la muestra más contundente de antibarroquismo.


Pregunta: Su nombre, Monterroso, cada vez que se pronuncia recuerda al del maestro del cuento. Usted ha recibido gran cantidad de premios y distinciones. Ahí están, por citar unos pocos, el Xavier Villaurrutia, en 1975 o el Juan Rulfo, en 1996. Y ahora se suma un nuevo premio, el Príncipe de Asturias de las Letras ¿ cuán grande ha sido esta noticia para usted ?

Respuesta: Enorme, desde luego. Ha sido una noticia muy grata e importante. Aprecio mucho este premio como lo aprecia tanta gente en el mundo, más ahora que se ha internacionalizado. El premio tiene un gran valor en México y en el resto de América Latina. Es un premio ampliamente reconocido y estoy muy feliz de haberlo podido obtener.

Pregunta: ¿ Lo tomó por sorpresa o sospechaba que podían otorgárselo ?

Respuesta: No me tomó tanto por sorpresa. Eso sí: siempre sorprende que se lo entreguen a uno. Yo había sido candidato en años anteriores. El príncipe de Asturias no es un premio fácil de obtener. Mi candidatura ha estado por mucho tiempo propuesta pero ahora, finalmente, me lo han entregado. Eso me tiene doblemente contento.

Pregunta: ¿Viene este premio, de alguna forma, a reconocer el valor de la literatura centroamericana ?

Respuesta: Claro. Me da mucho gusto que el premio haya recaído en esta zona tan olvidada por el mundo. América Central ha sido un poco relegada por su difícil situación política y económica. Con ello no quiero decir que en la región no haya una enorme cantidad de talento literario y de otros tipos. En la literatura me consta que hay grandes novelistas, grandes cuentistas, pero la circunstancia de que haya poca proyección hacia el exterior, hace que estos talentos pasen mucho tiempo inadvertidos. Ahí es donde entra mi caso.

Pregunta: Haciendo una reflexión más profunda de lo que usted ha dicho, se puede también afirmar que este premio, de cierta forma, ha contribuído a reducir esa “marginalidad” que pesa sobre la literatura centroamericana.

Respuesta: Al menos espero que tenga ese efecto. Que los escritores centroamericanos no tengamos siempre que salir de nuestros países para obtener cierto reconocimiento. Insisto que hay, que existe un enorme talento que trabaja y que se mueve en las sombras. Y es un talento y un trabajo que no son o no han sido debidamente reconocidos.

Pregunta: Muestra de ese enorme talento se encuentra en el caso del nicaragüense Sergio Ramírez, ganador del premio Alfaguara de Novela.

Respuesta: Así es. Hay otros antecedentes importantes. Recientemente se le entregó a Monteforte un importante premio. No olvide el caso de Miguel Ángel Asturias, que obtuvo el premio Nobel de Literatura. Pero son casos muy aislados y cosas que suceden esporádicamente, sin la frecuencia ni justicia con que deberían ocurrir.

Pregunta: El jurado del premio ha destacado la transformación que usted ha provocado en el relato breve, en el cuento. Y dicen, lo cito textualmente, “dotando al género de una intensidad literaria y una apertura de argumentos inéditos”.

Respuesta: La declaración del jurado me halaga. No quiero que suene a banalidad mía, pero creo que tienen razón. Lo digo desde una posición muy humilde. En un momento decidí, y le hablo ya de hace mucho tiempo, decidí salirme de las reglas del juego literario que venían imperando en Guatemala. Busqué en la literatura universal otros temas, otra forma de tratar las cosas. Es algo que me ha ocupado toda la vida. Tal vez a eso se refiere el jurado al fallar ese dictamen que usted ha citado.

Pregunta: ¿Cuándo y por qué prefirió usted dedicarse al cuento y no a la novela ?

Respuesta: Por mi formación literaria escogí el cuento. Hay otra cosa que se pueden decir sobre esto. En América Latina se practica mucho más el cuento que en Europa, por ejemplo. ¿Las razones? Pues bien: por dificultades de edición, de publicar novelas por la falta de editoriales. El cuento se practicó porque podía refugiarse en revistas y periódicos. Eso a lo largo de todo el continente. Así que por una necesidad real, el escritor latinoamericano escoge el cuento. No porque considere que el cuento es un paso a la novela o porque sea un género menor. Al contrario, el cuento se respeta muchísimo y se le considera como una obra de arte. Por lo menos es lo que me ha pasado a mí.

Pregunta: ¿ Dedónde viene, Monterroso, esa disciplina de orfebre que usted tiene a la hora de corregir textos ?

Respuesta: Soy autodicta y empecé a estudiar desde muy joven literatura universal. Comencé por la literatura española, la de los siglos de Oro. Leía mucho a Cervantes, Quevedo, las primeras ediciones de las obras de Gracián. Durante años me encerré en la Biblioteca Nacional de Guatemala, porque tenía la idea de que si me convertiría en escritor, debía conocer mi idioma. Le dediqué muchos años a mi formación. Fueron, han sido y seguirán siendo todavía muchas las horas de lectura y reflexión. Tuve que ir a la biblioteca porque era muy pobre y no tenía dinero para comprar libros nuevos. Así es que por obligación leí sólo clásicos. Eso me llevó a estudios más antiguos: a la literatura latina y a la griega, a las cuales me aficioné enormemente. Desde los griegos y los latinos la brevedad fue muy apreciada. Especialmente en la literatura latina se recomendaba la brevedad, la concisión y sobre todo el trabajo artístico. Creo que eso explica un poco su pregunta.

Pregunta: Y supongo que de ahí surge o se desprende también esa importancia que usted le concede al estilo.

Respuesta: Efectivamente. Insisto: aquel que se aventura a escribir cuentos, asume también el reto de hacer, de crear una obra de arte perdurable. En mi caso y en el de varios cuentistas latinoamericanos, buscamos que nuestros cuentos se relean. Hubo un concepto del cuento como materia deshechable. Se leía el cuento y ahí se acababa todo. Y es que muchos cuentos latinoamericanos y europeos se basaban en un final sorpresivo. La receta estaba obsoleta. Nuestro trabajo es el de hacer obras que sean releídas. Se trabaja un cuento como se trabaja una novela. El cuento debe ser denso, intenso, desde la primera hasta la última línea. No importa el final ni importa la historia. Importa la historia por la forma en que esté contada.

Pregunta: ¿ Es usted de los que comparten la idea que escribir un cuento es más complejo que escribir una novela ?

Respuesta: No lo creo, porque la novela tiene más campo para ser compleja (risas…) Pero quizá la dificultad del cuento reside en la sencillez, en tratar un sólo tema. Se tiene que llegar al fondo de las cosas; al fondo de las personas y lograr que lo que se cuente sea verdaderamente el reflejo de un problema humano. Es algo que a veces se consigue. Pero el ideal es ése. Por eso el ideal también de la re-lectura, permitiendo una mejor comprensión o valoración del cuento, de texto.

Pregunta: ¿ Por qué sostiene usted que un buen cuento será siempre un cuento triste?

Respuesta: Ese fue un momento en que Bárbara Jacobs y yo hicimos la “Antología del cuento triste”. Primero reflexionamos sobre el género cuento y lo relacionamos con la vida. Y encontramos que la vida presenta muchas facetas tristes, que la vida, vista profundamente, es triste, y esto por razones que no valen la pena mencionar ahora. Así que, cuando un cuento es bueno, es cuando ha retratado bien la vida. Si retrata bien la vida y la vida es triste, pues el cuento será triste también. Es simplemente un punto de vista personal.

Pregunta: Es usted autor de cuentos breves y brevísimos. Y ahí tiene un cuento como El Dinosaurio que está, paradójicamente, elevado por los “estudiosos” de su obra a la categoría de novela. Otros de sus cuentos están considerados como ensayos. ¿ Cómo ve esto ?

Respuesta: (risas…) ¿ Y cómo quiere que lo vea ? Imagínese al lector que se dirige a ese “ensayo” y se encuentra con que el texto, el famoso texto, consiste en una sóla línea…

Pregunta: Usted se ha destacado también por sus profundas reflexiones sobre la realidad latinoamericana. Y sin duda, ahora, el continente está experimentando importantes cambios a todo nivel. ¿ Es usted optimista sobre la dirección que están tomando estos cambios y el rumbo que están tomando nuestras sociedades?

Respuesta: No soy muy optimista. Y no lo soy porque se están viendo las cosas superficialmente. La economía y el comercio se han erigido como los ideales de la vida. Existe una enorme confusión entre democracia y capitalismo. La democracia, en nuestros países, se reduce a unas elecciones cuando se logran. Y elecciones justas se logran muy pocas veces. La verdadera preocupación de las democracias debe centrarse en el combate contra la miseria, la desigualdad, la pobreza máxima en grandes capas de las poblaciones. América Latina es víctima de grandes cambios, es cierto, pero también es víctima de confusiones nunca antes vistas. Por eso le digo que no soy optimista. Y no lo seré hasta que no vea un verdadero compromiso de los gobernantes para resolver los problemas de la desigualdad en nuestro continente.

(c) Pablo Gámez. Todos los derechos reservados.

* entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

domingo, 12 de septiembre de 2010

Entrevista a María Esther Vázquez *por Araceli Otamendi

María Esther Vázquez - crédito: Horacio Armani

Entrevista a María Esther Vázquez*

*publicada originalmente en la revista Archivos del Sur


(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Entrevisté a la escritora argentina María Esther Vázquez en su departamento de Buenos Aires. La entrevista se hizo  en el living, al lado de una terraza poblada de plantas con flores en pleno invierno porteño. La escritora habló de literatura, su relación con Victoria Ocampo y el grupo de la revista Sur y  el trabajo que está desarrollando actualmente al frente de la Fundación Victoria Ocampo. María Esther Vázquez está casada con el poeta Horacio Armani. Ha escrito las biografías de Jorge Luis Borges y de Victoria Ocampo.
Ha ganado el Premio Fondo Nacional de las Artes , dos veces el Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, el premio Comillas  de la Editorial Tusquets en España por su biografía  “Borges, Esplendor y derrota” y el Premio de la Feria Internacional del Libro de buenos Aires 1997. En su columna periodística “Instantáneas” del diario La Nación escribió más de mil quinientas notas.

¿Qué actividades está desarrollando la Fundación Victoria Ocampo actualmente?

Estamos haciendo los festivales de extensión cultural de la Fundación Victoria Ocampo en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. Ahí hicimos el festival Brahms con Pía Sebastiani, con Duilio Marzio que leyó el texto de la balada “Edwards” de Brahms que es una balada sobre el poema. El poema original está en inglés antiguo, del siglo XII y es un poema como se hacía en esa época, de preguntas y respuestas.  Empieza en un tono muy melancólico de un hombre que ha matado a su halcón. Y termina en un tono de tragedia griega porque al final él ha matado a su padre y eso Duilio Marzio lo hizo muy bien y Pía Sebastiani tocó la balada trasladada al alemán sobre la cual Brahms se inspira. Y después  en un dúo de clarinete y piano muy difícil, que casi nunca se toca con la colaboración del maestro Frogioni que es un maestro de fama internacional y los valses opus 39 de Brahms a cuatro manos con la pianista Ana María Floriani. Fue un éxito maravilloso, no quedaron sillas.

¿Todo esto fue a beneficio de la Fundación Victoria Ocampo?

Sí. El el 9 de agosto tenemos un festival con las más importantes arias de óperas de Puccini con Vera Cirkovic, con cuatro cantantes de excepción y famosos, uno de ellos,  Víctor Torres canta en el Metropolitan. Y van a ser arias famosas de Puccini, Verdi, Bizet,  con un tenor, una soprano, una mezzosoprano  y un bajo. En otro Festival que se hará en septiembre, con Alejo  Laclau, serán canciones francesas de los cincuenta. Y después tenemos en octubre  el coro de niños del Teatro Colón  dirigido por el maestro Schiamarella. Pensamos que tendríamos una cierta repercusión pero estamos viendo que tenemos que agregar más sillas en el Museo Fernández Blanco para el  próximo Festival, así que es un éxito absoluto.

¿Al que le interese ir al Festival cómo hace para contactarse?

Tenemos muchos abonos vendidos. Podremos todavía vender algunas entradas aisladas según lo que el director del museo, Lic. Cometti me permita poner. Este es un trabajo que hacemos cinco personas.

¿Quiénes son esas cinco personas?

Jorge Clemente que es el director técnico y se ocupa solamente de ediciones. el escritor Jorge Torres Zavaleta, Alejandro Stengel es algo así como el espíritu “financiario” del grupo, la secretaria es la escribana María Luz Aliaga. Ella tenía el piso de la calle Viamonte al  500,  los tres departamentos del primer piso. Uno de los  departamentos  donde funcionaba el depósito, ella lo hizo pintar,  puso el teléfono y ahí tenemos nuestra oficina. Después está Anita Zemborain, sobrina nieta de Victoria Ocampo e hija de Rosita Zemborain, es una mujer encantadora. Son  personas encantadoras y que trabajan con mucho entusiasmo y yo que soy la presidenta, pero soy una presidenta que barre el piso también.

Hay que tener mucha energía, mucha fuerza para desarrollar estas tareas, ¿cómo lo hacés?

Hay días que estoy cansada... Siempre leo de noche, cuando dejo el libro y apago la luz a los diez segundos ya estoy dormida y sigo viaje hasta las 9 del día siguiente y además desaprovechando el sueño porque sé que cerré los ojos y ya los abrí, no tengo conciencia de haber dormido esas siete horas y media corridas que duermo.

¿Se solucionaron los problemas que hubo con la UNESCO por Villa Ocampo?

Con la UNESCO llegamos a un arreglo. Ellos nombraron a un director ejecutivo, Nicolás Helf,  falseando un poco el espíritu que se había hecho cuando se firmó el acuerdo con la UNESCO donde se había dicho que todos íbamos a participar en la elección. Ayer tuvimos una reunión con Helf donde nos dijo los avances para restaurar Villa Ocampo. Se hizo un relevamiento del jardín, se desmalezó de plantas invasoras. El jardín de Villa Ocampo es una belleza y hasta ahí se hizo el relevamiento. Se está haciendo la medianera, hubo que sacar un bosquecito de cañas que se había propagado ahí y era invasor, se está haciendo un cerco de enredadera, en fin, se ha protegido el techo, para cuando llueva, se han hecho los desagües pluviales, se ha pintado la casa. Ahora la pintura hay que envejecerla para darle un tono aproximativo, se está  pensando  qué parte de la casa se va a abrir al público, qué otra parte va a quedar restringida. No hay que olvidarse que Villa Ocampo es una de las dos casas que quedan en la República Argentina de estilo franco-victoriano del siglo XIX. Pero estuvo pensada como casa de familia. Ni los pisos soportarían mucho peso además el cuarto y la biblioteca de Victoria en el primer piso se supone que hay que dejarlas igual. Digo se supone porque todavía estamos con los planes preliminares, en agosto hay otra reunión con la UNESCO, este organismo hizo un acuerdo con cinco entes, uno es la UNESCO, otro es el gobierno argentino, porque la casa fue declarada monumento histórico, la Fundación Sur , la Asociación por Villa Ocampo y la Fundación Victoria Ocampo. En agosto vendrá el doctor Oskar Klingl que es la persona de la UNESCO  destacada aquí en la Argentina o puede ser el representante de la UNESCO que está en Montevideo, Hermann . Vanhoff y se verán los planes. Por supuesto el acceso a la casa será restringido, como esos petit hoteles que hay en París que fueron casas de familia y que los dueños tuvieron colecciones magníficas. Ellos han muerto, han dejado eso abierto al público pero el acceso es restringido. Tampoco se pueden poner corralitos con cordones que me parece algo muy antipático. Es para estudiarlo, tal vez una parte de la casa se use como sala de conferencias, hay que ver.

¿Qué otras actividades culturales va a haber?

Va a haber actividades culturales hasta cierto punto porque tampoco se soporta mucha gente ahí. En la glorieta se pueden hacer conciertos de música de cámara en el verano, algo parecido a lo que se hace en Villa Victoria en Mar del Plata o sino en la galería se pueden hacer pequeñas representaciones teatrales y la gente se puede sentar abajo, en el jardín. Hay cosas que se pueden hacer muy bien y otras que no se pueden hacer, partamos de la base que la casa era una casa de familia. Sé que el piano está en manos del señor Neri, que es una de las autoridades más importantes en materia pianística, en afinación y conservación, está en sus manos la restauración del Stenway, que no es el original de Victoria donde ella tocaba de niña sino el Stenway que fue fabricado en el año 1913. Vos sabés que los Stenway tienen números de serie, con el número de serie vas a un registro y ahí tienen todos los datos: de fabricación. Éste es un Stenway dice, señalando el piano consola  que está a unos pocos metros de distancia.

¿Tocás el piano?

Sí, mi marido y yo tocamos el piano. El piano que está en Villa Ocampo es un piano de cola, tenía muchísimos inconvenientes pero todo se puede subsanar a un costo no demasiado excesivo.

¿Qué otros planes tiene la Fundación Victoria Ocampo?

Tenemos muchos planes para el futuro. Con la Fundación, con la editorial queremos editar la poesía de Ricardo Molinari que es un gran poeta y que lamentablemente no hay ninguna editorial comercial que se ocupe de publicar libros de poesía ni que se ocupe de descubrir autores nuevos. No hay autores nuevos que den el batacazo en el sentido  que le aporten a una editorial comercial mucho dinero. Pero tiene que haber gente rescatable y esa es la misión de la editorial Victoria Ocampo que es sin fines de lucro. Lo ideal es que un libro vaya pagando otro.
Tenemos pensado hacer otro concurso de cuentos y tenemos pensado hacer un concurso de ensayos sobre temas argentinos. Queremos rescatar muchas cosas del pasado sobre todo poesía y cuento. Y tenemos la idea de hacer pequeñísimos libros de bolsillo muy baratos con cosas verdaderamente interesantes, breves, y que el lector que no es un lector comprometido ni iniciado le entre por los ojos el libro y lo pueda leer, se divierta y aprenda.

Ahora eso no se da...

No vamos a competir con las grandes tiradas que hacen las editoriales. La tirada más grande que tenemos pensado hacer sería la de Molinari y otras más. No te puedo adelantar más proyectos por ahora, pero tenemos cosas muy importantes entre manos y estamos buscando esponsors.

¿Y hasta ahora consiguieron?

Sí....(se ríe). Faltan algunas respuestas pero hasta que no vea la firma del acuerdo no se puede decir. No soy supersticiosa pero mejor presentar los hechos consumados.

Pasando a otro tema, leí en tu libro sobre Victoria Ocampo  cómo la conociste a Victoria, eras muy jovencita...

Me llevó Borges justamente a esas oficinas que funcionaban en la calle Viamonte. Victoria tenía esos departamentos. Yo escribí la biografía de Borges y escribí la biografía de Victoria. De Victoria Ocampo escribí una biografía más reducida en los años noventa que se  publicó en la colección que dirigía Félix Luna. Después, en el año 2000 la amplié muchísimo. Yo entré en ese mundo porque en la vida he tenido mucha suerte. No sé si demasiada, porque en la vida uno piensa que nada es demasiado. Porque en ese mundo – pensá que Victoria era mayor que mi abuela – de gente importantísima intelectualmente hablando yo entré de muy joven y casi sin darme cuenta. Cuando tenía catorce o quince años fui a la primera conferencia que oí en mi vida y que fue la de Victoria. Y que esta estaba en la casa de la SADE – Sociedad Argentina de Escritores –  en la calle México. Justamente en esa casa nació la Morena, la madre de Victoria.

Es una de las sedes de la SADE, donde está el aljibe.

Sí, es una casa chorizo, mi abuela tuvo una casa chorizo pero más chica. Es una casa que tenía un primer piso. La conocí a Victoria ahí, me pareció una mujer admirable, yo era muy chica, iba con el delantal de la escuela secundaria. Después a través de Borges conocí a los Bioy – Bioy Casares y Silvina Ocampo -. Conocí al padre de Adolfito, el doctor Bioy que era un hombre magnífico desde todo punto de vista. Un hombre de una educación y de una cortesía, como dice María Moreno “de modales”. Y tiene razón. En realidad me hice más amiga de Silvina que de Victoria porque Victoria era muy imponente.

¿Era por un tema generacional?

No, Silvina era mayor que mi mamá.

Tal vez era más accesible.

No, Silvina era muy reservada, se imponía menos, tal vez porque era más baja que Victoria. Ayer hablando con gente en una reunión me di cuenta que una de las pocas personas que conocieron el dormitorio de Victoria soy yo. Y puedo decir perfectamente, cómo estaban ubicadas las cosas.  Habrá siete u ocho personas que subían a  ese cuarto.

¿Dirías que Victoria era accesible?

Sí, era accesible, pero las dos únicas personas que no he tuteado en mi vida son Victoria y a Ernesto  Sábato, por razones distintas. Recuerdo cómo recibía Victoria en su casa. Fui muchas noches a comer a su casa de Mar del Plata. A la casa de San Isidro fui muchas veces a tomar el té. He ido con mi marido muchísimas veces. Y también fui a verla a Victoria antes de morir. Yo había estado en Canadá, y había hecho unas ponencias sobre Victoria y le había contado a Victoria sobre esto. Ella quería que fuera a contarle esta experiencia, lo que quería en realidad, era que le contara cómo me había ido con la parte que le atañía a ella, esa fue una de las últimas visitas que le hice a Victoria, se murió dos meses después. Recibía en la cama, por eso conocí su dormitorio. En la biblioteca que está al lado del cuarto, esa era la biblioteca de Victoria también he estado muchísimas veces. Nunca subí por el ascensor, siempre subí por la escalera. Con Silvina la relación era diferente. Porque ante todo Silvina vivía aquí nomás, en Posadas y Schiaffino y Victoria estaba en San Isidro. Para el diálogo de las culturas, en el ´77, fuimos invitados como oyentes con mi marido, así que guardo el recuerdo de lo que fueron esos tres días de jornadas.


¿Qué recuerdos tenés de eso?

Todo estaba muy bien organizado pero un día, por esas fallas que ocurren en la organización de algo así,  quedaron varados en San Isidro Arciniegas y Julián Marías. En esa época teníamos un fiat 600, de esos autos que si ibas a más de 60 kilómetros por hora se recalentaba el motor. Era un día de calor espantoso. Germán Arciniegas se sentó en el asiento de atrás y Julián Marías se sentó adelante. Los traje yo al centro porque estaban varados en San Isidro y no sabían qué hacer. Estaba el representante de la UNESCO, había un montón de gente.

¿Qué recuerdo tenés de Silvina Ocampo?

Con ella fue distinto, porque Silvina se tomaba un interés hacia las personas diferente al de Victoria. Victoria fue una mujer a la que le interesó todo hasta el momento antes de morirse. Borges dijo que era una mujer hedónica y tuvo razón porque le interesaba la literatura, la música. Cuando se vio la primera película de Visconti ella fue la primera en decir que Visconti iba a hacer una gran carrera porque tenía un gran talento. En 1964, ó  65 cuando se grabó el primer disco de los Beatles,  Victoria estaba en Londres y se lo compró. En ese entonces tenía setenta y cinco años. Vino y dijo: escuchen bien porque estos muchachos marcarán una época. Era una mujer inteligentísima, intuitiva, tenía un buen gusto natural.
Ahí fue cuando trajo una peluca que copiaba la cabeza de John Lennon y le dijo a Borges pruébesela. Borges no quiso.

¿Cómo fue ese episodio?

Victoria le dijo entonces a Borges, que ya tenía sesenta y cinco años: “- Usté, ché, con lo empacado que es nunca va a llegar a nada”. Borges ya había escrito lo mejor de su obra. Era una relación así, la que existía entre ellos. Me acuerdo que la que se tuvo que poner la peluca de John Lennon fui yo, que era joven, han pasado casi cuarenta años de eso. Victoria quería que fuera Borges el que se probara la peluca y Borges tenía un estricto sentido del ridículo y no quiso. Entonces Victoria me dijo: - Probátela vos y me la probé.
Esa noche estábamos comiendo en Villa Victoria, en Mar del Plata. Se desató una gran tormenta y yo era huésped de los Bioy. No había calles, las casas de Victoria y de Silvina estaban unidas por los parques y había que caminar cien metros, quizás más entre una casa y otra. Se descargó una de esas tormentas de verano en Mar del Plata en que la temperatura baja de golpe veinte grados, todos habíamos ido vestidos de verano porque el calor era sofocante. Entonces a mí me prestaron un tapado, a Silvina también le prestaron algo. A Borges, Victoria le prestó un tapado de fieltro forrado de visón, Borges no quería ponérselo, se lo puso sobre los hombros. Yo dormía en la planta baja de la casa de los Bioy, Borges dormía arriba, en el primer piso, en otro departamento de huéspedes que había en Villa Silvina. Nos habíamos acostado a eso de las tres de la mañana, porque después de comer en lo de Victoria seguimos escuchando música en lo de los Bioy, y a las ocho de la mañana Victoria manda a la mucama a pedir de vuelta el tapado. A esa hora la mucama de los Bioy la atiende, y le dice que la señora está durmiendo y la otra le contesta: la señora pide el tapado. Y a  esa hora,   le golpea la puerta a Borges que estaba totalmente dormido y le pide el tapado. Entonces Borges  tira con tan violencia el tapado, que éste cayó por la escalera.

Todo esto visto con los ojos de una mujer joven.

Sí, de una mujer muy joven y que además no tenía la proporción de la importancia que tenía esa gente. Y que sin embargo estaba encantada de estar ahí. Con Silvina fui amiga y ahora estoy escribiendo algo sobre los Bioy.

¿Una biografía?

Son los recuerdos que tengo sobre los Bioy. Pero estoy ahora muy ocupada con la Fundación Victoria Ocampo y  además tengo cargas familiares, una casa que atender.

Es admirable la fuerza que tenés para llevar todo eso adelante.

Tomo vitaminas.

A veces ni con vitaminas se puede hacer tanto. A lo mejor es el entusiasmo.

El entusiasmo te lleva a hacer más cosas.

¿A quienes recordás más del grupo de la revista Sur?

Pepe Bianco era muy encantador, muy simpático. De quien guardo un recuerdo lindísimo es de Enrique Pezzoni, era divertidísimo, culto, encantador, se murió relativamente joven, no tendría más de cincuenta años. Era muy inteligente, y Victoria lo adoraba. El había sido alumno de Raimundo Lida, dejó a Pezzoni en su puesto y Pezzoni tuvo que dejar eso para ir a hacer el servicio militar. Después pasaron dos años y Pezzoni pasó a ser secretario de la revista.

¿Vos dirías que Borges, Victoria y Silvina Ocampo eran gente feliz?

No. No sé la aptitud de la palabra felicidad. Yo creo que la felicidad es algo que se da en determinados puntos. Un estado de felicidad generalmente es una cosa muy breve y es una cosa que ocurre cada tanto o no. Yo diría que el mundo de ellos era un mundo en que se movían y que les pertenecía y en ese mundo habrán tenido momentos de estar encantados y momentos de estar muy desencantados y también depende del carácter de cada uno. Hay gente que es muy positiva como soy yo y tampoco es demasiado bueno ser optimista. Y hay gente que es por naturaleza es lo contrario. Victoria hizo lo que se propuso hacer. Se lo propuso de una manera muy consciente cuando tenía treinta años. La revista Sur duró más de cuarenta años y la editorial también. Ella quiso hacer un puente de ida y vuelta entre la Argentina y el mundo y lo hizo. Borges dijo bien: “Ella educó a su país y a su continente”. También lo dijo Vargas Llosa, lo dijo Octavio Paz y también lo dijeron Carlos Fuentes y Julio Cortázar. La cantidad de españoles que se educaron en España con la revista Sur, en la época de Franco, en la España falangista... La revista Sur era una puerta abierta al mundo. La editorial abrió caminos a la gente que no los tenía. Vargas Llosa lo dijo muy bien.

Fue una  única en Latinoamérica.

No, yo diría única en el mundo. Porque la obra de difusión de cultura, de generosidad que tuvo Victoria no la tuvo nadie, en el siglo XX nadie.
Si hacés un repaso, ha habido fundaciones pero la obra de cultura que emprendió Victoria fue única. Victoria tuvo a su favor ante todo una fortuna muy grande, había heredado tres fortunas, una educación de primerísima categoría. Desde niña aprendió inglés y francés y cuando fue a París, tenía18 años y fue de oyente a la Sorbona, adquirió un italiano espléndido y estudió durante un año “La divina comedia” con el más importante estudioso de esta obra. Ella hizo además un curso sobre San Agustín, sobre “La Ciudad de Dios”. Conocía “La Ciudad de Dios” como uno puede conocer un poema y la utilizó mucho en su vida. Ella tuvo una educación muy selecta, sabía música, podía tocar una partitura, la madre de Victoria tocaba muy bien el violín. Victoria sabía también alemán. Lo que hacía muy mal era manejar el automóvil porque era muy miope (risas). Manejó hasta una edad avanzada. Ella había aprendido a manejar en los años ´20. Otra ventaja que tuvo Victoria es que fue una mujer hermosísima en su juventud. El otro día hablaba de esto con mi marido y decíamos: el hecho de ser lindo o linda te allana la mitad del camino, porque ser lindo y no muy inteligente, si no hablás no se dan cuenta. En esos casos lo mejor es el silencio (risas). Además Victoria se vestía con grandes modistos del mundo. Tuvo todo y todo lo que hizo creo que lo hizo muy bien.

Una mujer extraordinaria...

Muy poca gente se ha dado cuenta de que una mujer como Victoria Ocampo en un país como la Argentina en el momento en que aparece ella, en el que las mujeres están totalmente sumergidas fue un lujo. Ella creó la Unión de mujeres argentinas. Consiguió derogar una ley totalmente fascista.

Era una gran feminista

Sí, llegó a reunir veinte mil mujeres, obreras y empleadas- que marchaban al Congreso. El Ministro del Interior le dijo al Jefe de Policía: “Páreme eso”, y éste le respondió: “Si fueran dos las podría parar pero con veinte mil no se puede”. Victoria consiguió recuperar los derechos para la mujer, que los había perdido. Te hablo de los años 30, de la época de Uriburu. En esa época la mujer dependía del padre, del marido o del hijo para administrar sus bienes y si no habia ninguno de éstos, del juez de turno. Victoria fue la primera en los años sesenta que tocó el tema del aborto. Para la época fue como tirar un fósforo a un tanque de nafta, terrible. Victoria consiguió cosas que nadie había conseguido. También dio un discurso a las mujeres del mundo, por radio en los años 30, cuando recién empezaba la radio, ese discurso se trasmitió simultáneamente a España. Fue la única mujer que fue invitada al juicio de Nuremberg. Ella fue una aristócrata, en el verdadero sentido etimológico de la palabra: “aristos” es el mejor, kratos: es fuerza, aristocracia es  la fuerza del mejor. Ella tuvo las tres condiciones fundamentales para ser una aristócrata que no es tener fortuna o nacer en un trono. Que es un sentido ético de la vida, un sentido estético de la vida y un sentido heroico que es dar sin pedir nada a cambio. Ella dio todo y no pidió nada y además le pareció que era natural y ese sentido de naturalidad en el dar, ése es un sentido heroico de la vida.
No es en el sentido únicamente literario y artístico sino que ella recogió huérfanos, cuando estuvo en la cárcel a varias de las presas que estaban ahí les dio una vida diferente, a una le abrió una boutique y esa mujer llegó a ser bastante importante. Se ocupó de muchas cosas. Durante la Segunda Guerra Mundial mandó tres toneladas de alimentos y de ropa  a la Europa ocupada, a los aliados. Ella la sacó a Giséle Freund de París con un pasaporte falso, porque era de origen judío, para salvarla de los nazis  y la trajo a la Argentina. En la Argentina Gisele Freund se hizo bastante famosa cuando le sacó una mala foto a Eva Duarte. Y ahí la echaron a patadas a Giséle Freund. Muchos años después estábamos en París,  ya Giselle Freund era muy vieja y con mi marido  - Radio France había hecho un video donde Freund contaba su vida -   escuchamos que Giséle Freund  dijo: “Sí, alguna vez estuve por América del Sur”. Yo me indigné y fui a ver la directora de la radio que habia transmitido eso y le dije: “la señora Giséle Freund tiene  muy mala memoria, las señora Freund vive porque una sudamericana que era Victoria Ocampo le salvó la vida”. Después pensé que a lo mejor fui injusta porque los viejos tienen muy mala memoria.
A mucha de esa gente la quise  mucho y la respeté mucho, porque cada cual hizo algo, ellos tenían el sentido criollo de la patria y eso se ha perdido.



No estamos hablando de nacionalismo

No, estoy hablando  del sentido criollo de patria. El sentido de hacer algo por el lugar donde uno ha nacido. Defender cierto tipo de tradición y de generosidad, de hospitalidad, de recibir. De sentir que uno forma parte del país. En el caso de mi marido y yo dos veces nos hemos querido ir del país. En determinados momentos pensamos en irnos. Y no nos fuimos, nos aguantamos todas. Después vos ibas afuera y te basureaban por el hecho de haberte quedado en la Argentina. Falta el sentido de confraternidad,  compañerismo, compañero quiere decir aquél con quien compartís el pan, y acá se ha olvidado mucho de eso, todo el mundo es enemigo del otro, y nadie disculpa nada, y todo el mundo está echando leña al fuego. Falta un sentido de honorabilidad  en muchísima gente, en otra no, todo lo contrario. Lo que tenía esa generación del grupo de la revista Sur, de Victoria, era un sentido criollo de la patria. Pese a las diferencias sociales  un sentido de compasión hacia el prójimo, de bondad, eso es lo que se ha olvidado.

¿Estamos hablando de Argentina solamente?

No, ocurre en todo el mundo. Hablo de Argentina porque es un país al que quiero mucho, es mi país, nací acá. Y lo que es más triste de todo es que en el mundo hay un gran racismo, una gran discriminación hacia el pobre.  Ser pobre es ahora equivalente a ser un leproso. En el siglo XXI importa lo que te puede dar el dinero o el poder que es la misma  cosa, y uno ve la gente que se prostituye y no estoy hablando de lo físico, porque eso existió desde que el mundo es mundo, estamos hablando de una prostitución que viene desde adentro y que la gente ni siquiera se da cuenta de que se ha prostituido.

Se podría aplicar en la cultura...

Sí, también en la cultura. Y eso nace porque nadie tiene una sólida educación ni busca darle una sólida educación a la gente que viene después de uno. Acá lo que falla de base es la educación, no estoy hablando del patrioterismo barato. Estoy hablando de algo mucho más digno, de un movimiento del alma, eso falta porque falla la educación.

¿A qué atribuís este estado de cosas?

Creo que es una falla de tipo mundial. Como en la Argentina somos pocos habitantes se nota más. Lo que tienen las crisis es que  después se levantan nuevas  civilizaciones. Pensá en Grecia, en Roma, cayeron de la manera más abyecta y después empezó el Renacimiento. Tampoco fue perfecto, porque en el Renacimiento, mucha gente explotaba a otra gente. . Pero también se llegó a puntos muy altos en la historia de la cultura.
Creo que estamos en un momento de crisis. En el fondo esta Fundación Victoria Ocampo, que lleva el nombre de una persona fuera de serie y que no fue comprendida, en el fondo lo que buscamos es eso, es el aporte  un grano de arena en el desierto, pero puede haber muchos granos de arena.

*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

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