En busca de... Araceli Isabel Otamendi, escritora*
Con el corazón leyendo al Sur
Desde hace tiempo comparte nuestros espacios con sus muy buenos cuentos. Y aunque está graduada en Análisis de Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Buenos Aires, un día decidió que lo suyo eran las letras.
Realizó estudios literarios en el taller de Mirta Arlt, estudió con ella literatura argentina, literatura inglesa y norteamericana, la obra de Roberto Arlt, Julio Cortázar, literatura policial argentina y universal. Concurrió a diversos talleres de escritura creativa y cursó un número significativo de seminarios sobre autores y pensadores nacionales e internacionales. La narrativa la identifica en sus creaciones y además dedica parte de su tiempo a la dirección de las revistas virtuales Archivos del Sur y Barco de papel.
La Palabra conversó con ella.
LP - ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias con las letras?
A.O. - En mi casa eran muy aficionados a la literatura. Mi madre y mi padre más todavía. El siempre leía El Quijote después de comer, a la noche. Yo me sentaba, por iniciativa propia cerca de él y él me leía párrafos o me comentaba cosas de los personajes: Sancho, Dulcinea y el ingenioso hidalgo. A mi madre le gusta más Shakespeare, Goethe. Ella es más artista, es escultora. Mi padre era más intelectual. Además me crié en una casa con libros, mi abuela paterna era maestra rural y mi tía abuela también. Eso me incentivó. Mi abuelo paterno me regalaba libros de leyendas indígenas argentinas, porque él era muy criollo, y una vez apareció con un libro que me impresionó y creo que me cambió la vida: Alicia en el país de las maravillas y Al otro lado del espejo y lo que vio Alicia allí.
En la escuela me salían poemas bastante buenos y la maestra, recuerdo, se asombraba porque yo tenía siete años y ya escribía. Así que pensaba en escribir teatro, leía a Calderón de la Barca sola, tenía un mundo secreto. El amor por la literatura empezó seguramente con los cuentos, mi padre me contaba muchos cuentos, era un gran narrador y como yo vivía en Quilmes, la gente tenía tiempo y narraba cosas: anécdotas, relatos, cosas de la vida cotidiana. También veía cómo mi padre cada tanto se compraba un libro nuevo, llegaba y lo abría, le sentía el olor al papel, a la letra impresa y se sumergía en la lectura absorto. Durante varios días ese libro era de él, lo leía hasta que lo terminaba. Recién ahí yo lo buscaba y lo leía también.
LP - ¿Cómo fue el proceso o el camino hacia el trabajo profesional?
A.O. - Cuando hice el taller con Mirta Arlt ya me propuse escribir para publicar. Fue un trabajo arduo, porque yo venía de una carrera en ciencias duras como es Sistemas, que cursé por darle el gusto a mis padres. También trabajé varios años en eso.
Mis padres no querían que me dedicara al arte. Pero la vocación es más fuerte. Primero, antes de empezar con los talleres literarios, fui a talleres de pintura y ahí me decidí también a escribir. Y ahí me di cuenta de que hay que tener un propósito, un objetivo, que sería escribir un libro, o una novela policial o escribir notas, ensayos para los medios y cobrar por el trabajo. La literatura está por un lado, poco valorada por la sociedad que se ha vuelto bastante mercantilista y que si no le ve la ganancia inmediata a una actividad, enseguida la subestima. Eso, creo yo, hay que modificarlo: un escritor profesional realiza un trabajo y no tiene que ser necesariamente una obra de poca calidad, un paquete de jabón. Por otra parte, mi admiración por Roberto Arlt, que fue un escritor que se ganaba la vida escribiendo en los medios, recordemos Las aguafuertes, eso siempre fue un incentivo para mí, para no tener pilas de escritos guardados en los cajones sin saber qué hacer. Además siempre trabajé desde muy joven y pienso que escribir es un trabajo además de un arte.
LP - ¿Cómo abordaste la cuestión de la escritura y los géneros cuando decidiste dedicarte a ello?
A.O. - Al principio escribía sólo cuentos. Tenía una idea, una imagen y escribía un cuento. Pero después me introduje en la novela. Como decía Borges, la obra tiene que tener un principio, un medio y un fin y por eso él reconoce la virtud de las novelas policiales. La trama policial permite escribir una novela que no se torne aburrida, pesada o meramente psicologista. También el trabajo en los medios me llevó hacia el ensayo. Poesía escribo pero es algo más íntimo, soy admiradora de la obra del poeta portugués Fernando Pessoa y creo que el desasosiego, como el título de su libro, es lo que nos lleva a escribir poesía, así que en este caso, prefiero no publicar.
LP - ¿Qué motivó el nacimiento de la revista Archivos del Sur que dirigís?
A.O. - Había trabajado en la revista La Maga durante cinco años, después había participado en la creación y el lanzamiento de una revista cultural de avanzada que se llamó El Grito y que publicó dos números. Esa revista después se fusionó con la revista Cultura y se publicó como Cultura Segunda Época. En el año 2002 el portal que es soporte tecnológico de la revista Archivos del Sur: www.quadernsdigitals.net y que tiene sede en Valencia, España, me contrató para escribir notas. Yo deseaba realizar una revista y dirigirla. Hasta ese entonces había trabajado en diversos medios pero no había llevado a la práctica lo que más me interesaba: una revista donde participaran autores latinoamericanos, y también europeos de habla hispana. Donde se publicaran entrevistas, notas culturales, ensayos, cuentos, y se trataran diversos temas, que fuera entretenida, y amplia, y abierta, es decir sin exclusiones o guetos. Y también que pudiera difundir la cultura argentina y de otros países. En Archivos del Sur puede participar y de hecho es así, cualquiera que envíe un buen trabajo.
LP - Contános acerca de la misma.
A..O. - La primera edición de Archivos del Sur publicó una entrevista a Paul Auster cuando vino a Buenos Aires en 2002. Fue muy impactante conocerlo personalmente, se reunió un grupo de periodistas para la conferencia de prensa en el Plaza Hotel. Y publicamos cinco cuentos de autores latinoamericanos, un ensayo y algunas notas. Así la lancé y enseguida empecé a recibir apoyos, cartas, cuentos, ensayos, se difundió muchísimo y en muchos lugares, y eso es porque la propuesta interesó sumado a que la revista está en la web. Ya se publicaron 59 ediciones. Hemos publicado entrevistas a Julio Cortázar, Juan José Millás, Angeles Mastretta, Claribel Alegría, Carlos Monsivais, Arturo Ripstein, Paul Auster, Javier Sádaba, Tomás Abraham, Eladia Blázquez, Augusto Monterroso, Homero Aridjis, notas sobre Woody Allen, por nombrar sólo a algunos. También realizamos donaciones de libros a bibliotecas populares, generalmente de las provincias, donde nos piden. Los libros son donados por la ONG Delantu de Chile y por la Asociación Belga de Buenos Aires. También he donado libros míos y de amigas escritoras. Por suerte hemos podido ayudar, poner nuestro granito de arena, sin ningún tipo de subsidio oficial ni privado.
LP - ¿Cuáles son tus proyectos en la actualidad?
A.O. - Seguir con Archivos del Sur y con la revista infantil Barco de papel que está en el mismo portal y que dirijo conjuntamente con Vicent Campos, director del portal.
Terminar de corregir mi segunda novela policial Extraños en la noche de Iemanjá. Terminar una tercera novela que empecé y que tiene que ver con el tango, porque en mi casa se escuchaba mucho el tango, mi padre era muy aficionado a esa música. Seguir pintando, porque también me gusta mucho.
LP - ¿Qué te queda por concretar en el futuro inmediato?
A.O. - Fundamentalmente quisiera editar mis cuentos en forma de libro, porque están publicados en varios medios, en papel y en internet.
LP - ¿Con qué otras propuestas te sentirías realizada?
A.O. - Me gustaría publicar Archivos del Sur en papel además de en internet, aunque no fuera con la misma frecuencia, tal vez algunas antologías de cuentos o una compilación de entrevistas. Creo que muchas veces la publicación en papel es más valorada y lo que se publica en la web, menos. Eso está cambiando porque las nuevas generaciones leen mucho más en pantalla. Pero el libro en papel o las revistas y los diarios en papel seguirán existiendo.
LP - ¿Podés dejarnos alguna anécdota que recuerdes sobre estos temas de los que hablamos?
A.O. - Desde que publico Archivos del Sur he conocido personalmente a muchas escritoras y escritores de países latinoamericanos y europeos. Han venido a la Argentina y han querido conocerme. Una noche llegó un escritor de un país latinoamericano y me llamó por teléfono a mi casa. Me dijo que era amigo de un escritor que colaboraba con la revista y que estaba en Buenos Aires, me traía unos libros del otro escritor y me los quería entregar. Tenía una tonada caribeña. Había venido acompañado con su mujer. Quedamos en encontrarnos otro día en un café de la calle Florida, él iría con su mujer, dijo.
Mientras, yo le escribí a mi amigo preguntándole si este hombre era realmente un conocido de él. Cuando recibí la respuesta afirmativa de él, concretamos el encuentro en el bar. Ahí estaba este escritor esperándome con su mujer y los libros, que eran varios, de él y del otro escritor. Apenas llegué, la mujer me saludó y partió velozmente a comprarse ropa a un shopping. Y el hombre justificó la huida de la mujer porque esa noche iban a asistir a una velada de gala del Teatro Colón. Así es que me quedé yo hablando de literatura con este escritor desconocido durante una hora. Cada encuentro con escritores de otros países ha sido anecdótico, podría hablar horas de cada uno.
(c) Suplemento La Palabra - Diario La Opinión (Rafaela, Pcia. de Santa Fe, Argentina)
*entrevista publicada en el Suplemento La Palabra, del diario La Opinión (Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina) en el año 2006.
fotografía: Araceli Otamendi leyendo entre Eduardo Paz Leston y Noemí Ulla en la Librería de Avila (Buenos Aires) - archivo: Araceli Otamendi
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