lunes, 31 de mayo de 2010

Entrevista a María Esther de Miguel*






(Buenos Aires) Araceli Otamendi


*Entrevisté a María Esther de Miguel en el año 2001 para una revista Cultural de Chile. Y luego esa entrevista, que a continuación se reproduce fue publicada en la Revista Archivos del Sur.
María Esther de Miguel formó parte del Consejo editorial de la revista Archivos del Sur y fue amiga personal mía. Murió el 27 de Julio de 2003 después de padecer esa penosa enfermedad llamada cáncer durante años. Enfermedad que sobrellevó con una dignidad y entereza fuera de serie.
Araceli Otamendi
Entrevista a María Esther de Miguel
María Esther de Miguel es actualmente una de las narradoras argentinas más importantes, consagrada por la crítica y el público, la aspiración máxima de todo escritor. Un ferviente grupo lector la sigue y no duda en saludarla e interrumpirla mientras está comiendo con amigos en un restaurante o en un café; cuando camina por la calle o entra en un negocio a comprar algo. Con una larga trayectoria que incluye libros de cuentos y novelas, el Premio Planeta 1996 a su novela “El general, el pintor y la dama” (‘un libro con suerte” según la escritora), consolidó su obra y su carrera. Rotunda en sus respuestas, se muestra consciente de ser una escritora argentina y, en consecuencia, asumir un destino latinoamericano. A punto de publicar su nueva novela con trama policial ‘El Palacio de los Patos’, habló de su vida, de la escritura y de la literatura en general, a la que considera una parte de la vida. El ‘palacio’en el que se centrará su próxima historia es un edificio de departamentos ubicado en Buenos Aires. Se construyó cuando varias familias que tenían grandes casas, decidieron compartir los gastos ante la crisis económica. ‘Patos’aquí en Argentina es una denominación que indica a la gente venida a menos, empobrecida. El edificio aún existe y vive gente en él. Conocida como novelista y cuentista, ejerce también el periodismo y la crítica literaria. Ha sido, además, docente. Entre sus novelas publicadas se destacan ‘La hora undécima’, ‘Espejos y daguerrotipos’, ‘Jaque a Paysandú’, ‘La amante del restaurador’, ‘Las batallas ‘secretas de Belgrano’ y ‘Un dandy en la corte del Rey Alfonso. Tiene cuatro libros de cuentos, entre ellos ‘Los que comimos a Solís’y ‘Dos para arriba, uno para abajo’), además de la biografía de Norah Lange. Entre los premios recibidos se destacan el Emecé, Fondo Nacional de las Artes, Municipal, Nacional, Premio de Cultura de la Provincia de Entre Ríos, la Palma de Plata del Pen Club, el Konex de Platino para cuento, el Premio Dupuytren, el Premio Feria del libro y el Premio Silvina Bullrich. Ha sido directora del Fondo Nacional de las Artes y de la Fundación El libro, entidad organizadora de la Feria del Libro de Buenos Aires. La connotada escritora recibe a CyT en el living de su departamento en Buenos Aires, un lugar cálido, con una poblada biblioteca y cerca de una ventana abierta a un balcón donde conviven magníficas plantas cuidadas por la escritora. Menuda, con el pelo veteado de canas, sus ojos claros irradian una atractiva luz. Tiene una voz melodiosa y amable. La conversación transcurre por diversos senderos que atraviesan la historia, la política, las mujeres, la literatura y la vida. En sus respuestas se mezclan el humor y la inteligencia, el ingenio agudo y la rapidez mental.
Con su nueva novela “El Palacio de los Patos” hay un cambio en su narrativa, de la novela histórica pasó a otro género de novela...
- La verdad es que no dejo de lado completamente los temas históricos, porque en realidad me han gustado desde siempre, pero les he cambiado los nombres a los personajes, porque las personas aún están. Tomé la historia de una conocida familia del sur, que prospera y avanza en la vida y llega a convertirse en uno de los principales clanes del país a través de la unión de la hija de una prostituta, que era la madama del sur de Usuhaia, con uno de los colonizadores y estancieros más ricos. Está la historia de un escritor argentino que yo conocí y que termina borracho matándose con whisky y tiene una vida terrible, una amante a la que manda al puerto a recorrer las callejuelas y los bares para que tenga experiencia que le trasmita a él y así poder escribir las historias, porque él ya se siente seco y agotado, es un personaje también muy conocido pero no lo puedo nombrar. Después está la historia más inventada de una muchacha judía que viene huyendo de los progroms en Kiev, en Rusia y funda acá una familia. Finalmente, están los pormenores de otra familia, que pierde un hijo en la represión.
¿Son historias que se entrecruzan?
Es como un corte transversal en la sociedad. Está desde la gente del patriciado, los nuevos ricos y los otros, todo en una novela, a través del palpitar y del desarrollo de las vidas, no del desarrollo de una teoría. Ese corte transversal en la sociedad era también un corte transversal en el siglo. Para unir todo esto, inventé un crimen en el Palacio de los Patos.
¿Alguna vez pensó en escribir una novela pensando primero en la técnica? -
No, para mí primero está el tema, y después es como el que toma la guitarra y dice con qué melodía puedo contar esto. Hay historias que las he contado con un tono más jadeante, más atropellado, soy hija de Faulkner. La gente que empezó a escribir en los años 60, en aquel tiempo tenía a Faulkner como modelo. Y también estaba Borges. Después toda la literatura del mundo, pero la impronta en mi escritura fue Faulkner. Con el tiempo he ido cambiando. Para mí una de las dificultades es encontrar el tono con el que se va a contar algo. Una de las cosas que a mí más me interesa es la estructura de una novela.
¿Hace un plan previo para ello?
En esta última novela empecé a numerar los capítulos, después me dije, tengo que separar en una primera y una segunda parte, quedaban veinte capítulos, después puse un epílogo y ahí descubrí todas las claves de la novela. Nunca fuí a un taller literario, nunca recibí clases de nadie, soy autodidacta, he leído mucho y muy desordenadamente. Soy hija de mi inspiración, de mi empuje personal y de mis lecturas. ‘El Palacio de los Patos’ es bastante literario, puse muchas citas, porque la persona que une toda la historia y que quiere narrar la historia, es una persona que estaba medio chiflada y toda su vida es la literatura. Lo que quería hacer era como una cosa paródica, la mucha literatura te puede enloquecer como lo enloqueció al Quijote. En más de una ocasión el personaje dice ‘porque yo de la vida nada, lo único que sé es de los libros’. Sin llegar a la locura, el personaje éste es un autista, como nuestros líderes políticos.
En cuanto a los personajes femeninos evidentemente hay uno que es transgresor, que es esta señora que va a vivir historias al puerto ...
- Yo no pertenezco a ninguna liga feminista, pero siempre he sido como una francotiradora, creo que la mujer está conquistando lugares, lo consigue gracias a su propio esfuerzo y creo que en mis novelas siempre hay personajes que quieren vivir su vida. En mis novelas siempre aparece la transgresora.
¿A qué edad se planteó ser escritora?
- Cuando tenía doce años una noche le dije a mi hermana cuando sea grande quiero tener un amante y escribir un libro. Vivía en el campo, en un pueblo chiquito, en mi casa había una biblioteca, pero querer escribir un libro era una cosa exótica. Les contaba cuentos a mis hermanos que yo inventaba. Eso era como una semilla. Después razones existenciales me llevaron a otras cosas, entré en el Instituto Religioso. Ahora pienso que entré ahí porque quería salir de mi familia y de mi pueblo.
Fue una buena manera de salir, entonces...
Sí, lo que quería en realidad era salir. Ahora les digo a mis sobrinas que vengan a estudiar a Buenos Aires, que se queden aquí, pero nadie quiere venir, todos le tienen miedo a Buenos Aires.
¿Y usted, tuvo miedo cuando vino a Buenos Aires?
No, pero inventé algo con tal de venirme. Quería seguir estudiando. Estar en el Instituto Religioso era una salida, una vía. Claro, después pasó como cuando las chicas se casan jóvenes sin saber lo que están haciendo. La adolescencia es muy terrible, es como que uno se va abriendo camino y llegó un momento en que me dí cuenta, me gusta la vida y en la vida me gusta escribir, leer.
¿Entre la literatura y la vida cuál elige?
Es que las dos cosas están mezcladas, esa era una de las discusiones con Martha Lynch, para ella todo era literatura y yo le decía mirá que la literatura es parte de la vida.
¿Es sólo una parte?
Sí, una parte.
¿Cuál fue el libro que le dio más satisfacciones con el público?
- ‘El general, el pintor y la dama’, que ya tiene 23 o 24 ediciones.
Fue el que la hizo más conocida...
Me dio a conocer a más personas, porque yo ya era conocida. Tenía varios libros y estímulos. El Premio Planeta aumentó el público lector. Incluso, a los quince días me llamaron de la editorial para decirme que habían recuperado el premio con los libros vendidos, que nunca les había pasado, pero fue un poco por eso, porque ya tenía mi público.
¿Y cómo lo toma usted?
Cada libro nace con un ángel y un demonio, hay gente que ha tenido libros que han funcionado muchísimo y después se acaban, no tengo expectativas, no soy voluntarista, cada libro trae su misterio. Hay muchos autores que han tenido un gran éxito y se han acabado, otros gozan de éxito moderado pero persistente que es lo que yo prefiero, que fue por ejemplo Denevi, que siempre tuvo su público. Excelente escritor que ahora pasa sin pena ni gloria pero creo que vamos a volver a Denevi. Mallea es un tipo que se acabó. Acá te morís y te acabás.
¿Piensa acaso que Borges en unos años se puede acabar?
No, Borges es muy excepcional, es único en el mundo.
Y es que tal vez los libros sean un misterio...
Sí, no hay que preocuparse por eso, un escritor escribe porque es feliz haciéndolo, porque siente como un mandato o una vocación, dice ‘esto es lo que me gusta hacer’, pero yo no me preocupo por escribir mucho ni por apurarme a editar, este libro lo tengo parado porque digo vamos a esperar que la gente deje de angustiarse tanto.
¿Por la situación que vive el país?
Hay que apuntar a que la literatura y el arte se consideren de manera más cotidiana en la vida, el hombre no puede estar pensando tanto en el riesgo país, en la economía, en las finanzas. De hecho, la experiencia nos dice que cuando llegan estos momentos así, en que la gente está tan angustiada, se vuelca más al arte.
Es que si no, todo se hace más difícil...
Es una salida vertical, estas cosas te hacen pensar en el espíritu, en la trascendente, en que no sólo de pan vive el hombre. En que podés ser feliz sin amontonar cosas.
¿Qué les diría a los escritores jóvenes que escriben muy buenos cuentos y todavía no han publicado y ven que es tan difícil hacerlo?
Les diría que si escribieron un cuento, escriban cien más, que traten de publicarlos y que lean. Porque a veces uno cree que descubre la pólvora y la pólvora ya fue descubierta. Hay que leer, nutrirse, aprender y tratar de publicar. Están los concursos. Yo soy hija de ellos. Creo que hay que presentarse, tratar de ir publicando, de estar en un taller. Actualmente hay facilidades para publicar, hacer una cooperativa, dar a conocer lo que se escribe, hacer reuniones, eso se está dando, acá en algún momento se llamó universidad de las catacumbas, yo creo que acá hay toda una corriente subterránea que no aparece en los grandes espacios oficiales o del Estado y que circula y la gente acude.
La gente se está reuniendo para leer y para escribir...
Y, no serán muchos, pero para usar el título del libro de Javier Cercas, los soldados de Salamina no eran muchos...
Pero hay un potente caldo de cultivo
- Es el fermento, es la semilla. En París cuando las botas de los nazis resonaban en las calles, en el subsuelo Sartre, Simone de Beauvoir y Camus seguían escribiendo sus cosas. Y bueno, hay que seguir escribiendo. Yo creo en eso. Y en Argentina en los años de plomo, también se siguieron haciendo cosas, muchos se fueron y muchos aguantaron acá y en España, en la época de Franco que duró cuarenta años, hubo una España afuera pero una España adentro que sobrevivió, que no se plegó al oficialismo y siguió trabajando. Ahora por suerte no estamos en esa situación, pero estamos pasando un momento muy difícil no sólo acá, sino en Latinoamérica. Y, bueno, hay que seguir apostando al futuro y el futuro se hace por prepotencia de trabajo, como dijo Roberto Arlt.
(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur
crédito de la fotografía: Claudio Carrizo- (Libro "El Palacio de los Patos" de Editorial Alfaguara)

2 comentarios:

  1. Inteligente e interesante entrevista, querida Araceli. Felicitaciones
    Un privilegio haberla conocido y charlar con ella, escucharla, mirarla.
    Mi abrazo
    Analía

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  2. ¡Gracias, querida Analía!

    un abrazo.

    Araceli

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