sábado, 19 de junio de 2010

Carlos Monsivais en Buenos Aires*

(Buenos Aires) Araceli Otamendi


Durante la última visita del escritor mexicano Carlos Monsiváis a la Argentina * pude dialogar con él durante la conferencia de prensa que ofreció en la Embajada de México. En principio brindó una entrevista pública y luego pude hablar con él de otros temas más relacionados con la literatura argentina. Se habló de distintos temas: la situación de Bolivia - en esos días la crisis boliviana estaba en uno de sus punto más álgidos, la cultura, el cine, el teatro, la literatura, los nuevos medios electrónicos, entre otros.

Entrevista a Carlos Monsivais

El escritor mexicano Carlos Monsivais visitó Buenos Aires en el mes de junio.
Es periodista, cronista, ensayista y narrador. Nació en la Ciudad de México el 4 de mayo de 1938.
Estudió en las facultades de Economía y Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México –UNAM.
Ha trabajado en Radio Universidad; fue director de la colección de discos Voz Viva de México de la UNAM. Ha sido investigador en investigaciones Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Ha impartido cursos y conferencias en universidades estadounidenses.
Ha colaborado en Medio Siglo y Estaciones - secretario de redacción-, Proceso, Unomásuno, Nexos y La Jornada –cofundador-, La Cultura en México - cofundador y director-, México en la Cultura, El Gallo Ilustrador y Personas, entre muchas otras publicaciones periódicas.
Fue becario del Centro Mexicano de Escritores, de 1962 a 1963, y de 1967 a 1968, y del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard, en 1965; ingresó al Sistema Nacional de Creadores Artísticos como creador emérito, en 1994.
Ha recibido el Premio Nacional de Periodismo, en crónica, en 1977. El Premio Jorge Cuesta, Gobierno de Estado de Veracruz y Ayuntamiento de Córdoba, 1986. Premio Manuel Buendía, 1988. Premio Mazatlán de Literatura, 1988, por Escenas de Pudor y liviandad.
Ha publicado numerosas obras: antologías, biografías, crónicas, cuentos y ensayos.


¿Cómo ve la crisis que está viviendo Bolivia?


Es parte de toda una situación de exasperación, de hartazgo, de comprensión de hasta qué punto las movilizaciones sí cuentan. Es ahora lo que se llama empoderamiento. Lo que estamos viendo en Bolivia es la decisión de una colectividad de empoderarse y de aceptar que pueden lograr sin la revolución, un gran cambio. Desde luego esto se da en un proceso complicadísimo con toda una situación previa de racismo que es la historia de Bolivia y que también aquí se manifiesta con la desaparición de todas las formulaciones tan pobres, tan patéticas de un intento de asirse de una ley que simplemente no se ejercía ni tenía que ver con las circunstancias presentes. Sin que pueda profetizar, porque creo que esa es una actividad que está negada en este momento en América Latina, se puede profetizar de un minuto a otro, pero yo creo que ya es muy claro que ya América Latina, en países con tal densidad de pobreza, no van a aceptar fórmulas de aquietamiento como antes. Lo que estamos viendo es el tránsito de una de las grandes fórmulas de contentamiento a una versión de la sociedad mucho más agitada, por momentos profundamente dividida pero donde los grandes sectores están cada vez más concientes de su fuerza, sin que tenga que ver ya la revolución como la meta que lo transforma todo; es decir la revolución como lo que fue todavía en los años 60. Sin que se piense en la toma del poder como una hazaña estilo soviético sino por otras vías. Lo de Bolivia, lo que también está pasando en Ecuador, en Nicaragua también. Todos esos estallidos dan idea de hasta qué punto el neoliberalismo extremo da su nombre a una política económica trituradora que no ha funcionado. Cómo dentro de esta borrasca, se piensa que el poder de una sociedad movilizada es una respuesta. Esto creo que va a afectar a todos los países. Argentina vivió una crisis poderosísima y México estuvo a punto de vivirla ahora con el proceso de desafuero.
El que no se haya continuado me pareció una solución civilizada porque se iba a un enfrentamiento ya muy serio. Los que nos oponíamos al desafuero lo sabíamos.


Sobre el desempleo en América Latina


Creo que el desempleo que se está viviendo en América Latina ya no admite las fórmulas de apaciguamiento de los ánimos a través de la demagogia, se han cancelado. Y lo que viene es el modo en que las sociedades enfrentan el desempleo, el ecocidio, la dependencia absoluta en lo que toca a fuga de capitales, etc. Y la única manera es el empoderamiento que se da en la sociedad y cuya traducción legal sí exige a los partidos políticos, pero que viene primero de una decisión social.. Es muy evidente que la pobreza que se vive exige soluciones que podríamos llamar progresistas, el adjetivo, tuvo una carga sectaria, de creencia mágica en la revolución con mayúsculas. Pensar en que se puede seguir gobernando a base de posponer los problemas, es ridículo. Las multitudes no se van a desgastar, porque la situación ha llegado a un límite.


La globalización y la identidad


La americanización está en todas partes. En México, como también en otros países, se procede mexicanizando la americanización. Hay un núcleo que no se toca. En donde el lenguaje forma parte de las tradiciones muy representadas por la familia, la historia y la conciencia de las leyes que ahora es cada vez más aguda. Todas estas crisis han despertado una cultura jurídica que ante no existía. Todo eso también se apoya en el modo en que se mexicaniza la americanización. Si bien es cierto que la cultura nacional ha cambiado, radicalmente también se puede afirmar que mucho de la cultura nacional persiste. Eso tiene una zona de quebrantamiento que es la falta de lectura. Ahí si, creo que como en el resto del mundo eso sí contribuye drásticamente a modificaciones de grave intemperancia. Sigo convencido que es en la lectura donde radica mucho de la articulación esencial de una sociedad.

La identidad se tiene o no se tiene. Es algo que sí se va modificando, tiene que ver con una descripción de lo que pasa en mi país.Podría adscribirlo a formas permanentes que con las distintas lecturas de las generaciones van adquiriendo otra identidad. El muralismo, tan importante de Diego Rivera, de Clemente Orozco, de Siqueiros en la década de 1920 a 1930 fue una manera de afirmar el nacionalismo y la constancia de la existencia del pueblo. Luego se volvió un espectáculo turístico lo que había que ver para saber que se había estado en la Ciudad de México o en Guadalajara. Ahora es un hecho estético, en cambio una pintora que en los años 50 era consideraba importante pero marginal, es ahora central, que es Frida Kahlo. Todo ha ido cambiando. Ahora, en este momento, Frida Kahlo y Juan Rulfo tienen que ver con la esencia de la identidad de un modo casi irrefutable y otros que habían sido considerados en ese sentido, ya no. Todo es tan cambiante que si mi trabajo tuviera que ver con algo fijo sería un fracaso, prefiero para eso que sea un fracaso por sus propios méritos.



El teatro y el cine en México


En materia teatral hay muchísimos grupos, no diria que tantos como en la Argentina pero lo que ha imperado en los tiempos recientes son las franquicias de "El fantasma de la Ópera" o "Los miserables". Y los grupos más de vanguardia no han creado todavía un público importante. Hay ansiedad de hacer teatro pero al mismo tiempo y debido al poderío de la televisión hay una incapacidad retentiva de los mejores actores, que se van posiblemente a la zona de las telenovelas, pero si no se van se sienten tan frustrados al carecer de público que hacen de su vida una telenovela (risas).
En el cine parece más interesante lo que está sucediendo, porque se descubrió que había un gran público, no sólo nacional para las situaciones de violencia urbana, de violencia de lenguaje y de ansiedad migratoria. Todo esto, sobre todo desde "Amores perros" y "Tu mamá también" ha fomentado la esperanza no de un cine nacional sino de un cine radicado en México cuyos mejores integrantes están emigrando. Se ha convertido en una zona de esperanza con una capacidad crítica que ha sido muy ayudada por los intentos de censura. El caso más interesante es "El crimen del padre Amaro", una película importante, que por el tema, basado en una novela del sigloXIX, tenía situaciones que molestaron a la derecha y a la jerarquía católica. Hay un sacerdote en la película que tiene una relación con una joven, hay un aborto, hay un obispo que es muy amigo de un capo del narcotráfico. Eso pareció muy ofensivo porque se pensó que se generalizaba, que era un proceso abierto contra la iglesia católica, entonces declararon uno tras otro ciento seis obispos en contra de la película, declaró la comisión episcopal, hubo una movilización en las parroquias, se distribuyeron volantes, varios políticos del partido conservador dijeron que era una película que ofendía al pueblo mexicano. Y lo que sucedió fue que se estrenó la película y ha sido el mayor éxito del cine nacional, al grado que la comisión episcopal dijo que era la última vez que ayudaban sin querer a un producto.
Se habló del analfabetismo religioso de los mexicanos y también del ateísmo funcional. Todo esto le da fuerza al cine en la medida en que demuestra que hay temas que importan y que la discusión o el debate enriquece las perspectivas.
Esto habla de una derrota de la censura como cuando la derecha hace doce años trató de prohibir a "Los Simpsom" porque envenenaba la niñez. Si la niñez está envenenada no tengo capacidad de saberlo (risas).
Los Simpsom han sido el mayor éxito no tengo dudas.
La censura, de una manera obvia, ya no es posible. La vitalidad del habla es un asunto muy importante, que sólo se está dirimiendo como un hecho constitutivo en el cine.
Como se lee poco, el habla violenta en los libros no importa tanto. Un cuarto punto, ya la idea de una cinematografía nacional en el caso de México no funciona, estrictamente.


Con respecto a la lectura, ya que mencionó varias veces el tema, cómo ve la incidencia de los nuevos medios en internet con respecto a la lectura tradicional y por otro lado, en su libro "Aires de familia" usted menciona que en los paises de América Latina, cómo podría reducirse el problema de la falta de lectura, por falta de bibliotecas públicas, y también por una especie de "determinismo"
o donde hay prejuicios también ...


Hay muchísimos que nunca han entrado a una librería, que la ven como una zona sagrada.
Lo de internet, por un lado, ha despertado la curiosidad, ha creado una información planetaria importantísima. Desde el punto de vista del ejercicio óptico, se lee mucho más tiempo.
Generaciones que se habían asido únicamente a las imágenes, se abisman en internet. En América Latina el número de los que tienen acceso a internet, es proporcionalmente muy limitado. Sin duda, la curiosidad ahora se llama internet, no se puede ser curioso sin pasar por el internet. Pero tiene el problema de la fragmentación, el libro sigue siendo un flujo que crea un ritmo de concentración, un ritmo de obtención, de hallazgos, una sucesión de secuencias en donde se confirma el sentido del lenguaje y se forman los puntos de vista. Internet sirve muy bien a esta ilusión posmoderna de los fragmentos pero no la formación radical, por otro lado, lo que está pasando en América Latina es que la curiosidad por las ciencias se ha intensificado y eso es un fenómeno de lo más importante, aunque en todos los países la atención presupuestal en ciencia y tecnología sea tan insuficiente.


¿Ha surgido una nueva generación de escritores en México?


Claro que sí, todo el tiempo. El tema es enterarse de lo que están publicando. Lo que ha fallado no es la producción literaria, lo que ha fallado es la capacidad de informar lo que se publica. La cantidad de suplementos literarios que hay en México hablaría de un sistema de información. Pero no lo hay. Acaso el dos por ciento de los libros que se publican merecen reseñas críticas. Creo que el problema principal de la difusión cultural es la información, supongo también que algo así pasa en la Argentina, se publica mucho más que lo que se cubre debidamente y algo así también pasa en Colombia. Hay una enorme cantidad de libros que se produce en México y uno no se entera, ni siquiera yendo a librerías. Porque en las librerías está la sentencia fatídica: si a los dos o tres meses no se vende el libro, desaparece.
Sé que hay nuevos escritores pero los que conozco ya cumplieron cuarenta años. Los más jóvenes tienen que esperar la marea de la suerte y es que los premios internacionales los favorezcan, porque de otra manera no se conocen. Y esto que en narrativa es dramático en el caso de la poesía es asfixiante porque hay muy buenos poetas pero no se descubren, ni siquiera hay noticias de la aparición de los libros. Hay una relación entre la desatención de lo que se produce en las publicaciones y la sensación de que la literatura ya no
importa socialmente.


¿Algunos nombres de escritores?


Sí, Cristina Rivera Garza, Jorge Volpi, Ignacio Padilla son nombres de gente que está trabajando con profesionalismo. Volpi tiene el libro En busca de Klingsor que ganó un premio en España. De la generación joven era uno de los más relevantes. Hay una generación de escritoras muy interesantes, no con éxitos como el de Como agua para chocolate de Laura Esquivel. Ellas sí han conformado un público propio. El problema aquí es la fuerza de la industria editorial española, también aquí en la Argentina. Los autores tienen la necesidad de tener presencia en la industria editorial española para también tenerla en América Latina.


Cómo vio desde México la crisis que se vivía en la Argentina en el 2001


Buenos Aires es una ciudad distinta, para usar el término ya clásico, una ciudad imaginada. Una ciudad que encuentra en la insurrección social su refundación. Eso nos interesó, porque además no es que fuera un interés sociológico o político, es que la televisión mexicana desplegó lo que pasaba aquí de una manera abundantísima en gran parte porque tenía que ver con los bancos, las mujeres que reclamaban, las escenas de dolor, la compasión ante la autocompasión, la fuerza de la rebeldía, el momento en que se transforma una sociedad de quejosos al mando de sus propios derechos. Todo esto se siguió muy apasionadamente en México. Lo que vimos fue una Buenos Aires de la que previamente no se tenían noticias, una continuidad, no tan poderosa, pero que sí dura un tiempo para hacer ver que la sobrevivencia es el principio de la refundación de todas las sociedades y ahí en el caso de México no se ha dado así. Se da todos los días, de varias maneras, procede como violencia urbana, como inundación demográfica. El metro transporta a diario cinco millones y medio de personas, una cifra torrencial. Procede como variedad de espectáculo, es imposible aburrirse en la ciudad de México. Ver a un faquir en el metro, cómo desenrrolla una manta con clavos y luego ver la indiferencia con que están contemplando la escena. Ver cómo se da todo y cómo hay una mirada selectiva que registra lo que verdaderamente sorprende. Todo eso habla de una sociedad que encuentra en la abundancia de motivos de sobrevivencia aquéllos que le parecen más importantes. Lo de Buenos Aires fue muy concentrado. Para que la televisión mexicana le dedicara diez o quince minutos a todo lo de los bancos, es que en los bancos está la raíz de los anunciantes.


¿Qué escritores argentinos ha leido, cuáles le gustan más?


En mi infancia leía a Constancio C. Vigil, que fue para mi una pesadilla y que mi familia consideraba una bendición. Leía una serie que se llamaba Vida espiritual. También toda mi infancia, leía el Billiken, exhaustivamente. Por algún extravío que no logro calificar, leí en mi infancia "Una excursión a los indios ranqueles" de Lucio V. Mansilla, que sí creo que es una de las hazañas de mi niñez. También el Martín Fierro, la vida y hazañas de "este gaucho perseguido que padre y marido ha sido". Y luego el deslumbramiento que fue Borges, porque Borges es una manera de entender el lenguaje como una consagración, la inteligencia, el sonido, la ironía. Aprender ironía de Borges es un curso intensivo que no termina nunca. Leí también a Victoria Ocampo, los testimonios de Victoria Ocampo.
Destaco a Victoria Ocampo, su manera de asistir a una iglesia de Harlem, o de hablar con Eisestein, su manera de ir de Kieserling a Virginia Woolf, Victoria Ocampo es de veras un ejemplo de interés que uno nunca termina de admirar. También leí a Bioy, a Silvina Ocampo. De Bioy oí relatos de una amiga suya, Elena Garro, que lo tiene como personaje de un libro interesante. Lo que se leía de Argentina en México, en mi tiempo, era muchísimo. Incluso tardé, eso sí, en llegar a Roberto Arlt. también tardé en llegar a González Tuñón.

¿Por qué motivo tardó en llegar a leer a estos dos autores?


No se conseguían. La editorial Losada no circulaba tanto como la editorial Sudamericana o la revista Sur. Esto no es una experiencia personal sino generacional.


¿ Cuál es su opinión de la obra de Roberto Arlt?


Me gusta muchísimo. Encuentro en su obra una vitalidad, una imaginación enorme, también en Onetti, que es otro de mis íconos, como ahora se dice.
Otros autores que leía antes se me han caido, como Mallea o Murena. Pero los que le nombré perduran.


¿Leía seguido la revista Sur?


Sí, la leía devotamente, la tengo casi completa y ese casi, lastima mi vida (risas).


© Araceli Otamendi – Todos los derechos reservados
*esta entrevista fue publicada originalmente en la revista Archivos del Sur en 2005.
Carlos Monsivais murió en México el 19-6-2010

Entrevista a Andrés Neuman por Francisco Véjar*






(Santiago de Chile/Madrid)

Andrés Neuman nació en Buenos Aires en 1977, pero muy pronto emigró con su familia a Andalucía. Actualmente vive en Granada, en cuya Universidad se licenció en Filología Hispánica e impartió clases de Literatura Hispanoamericana. Su primera novela, "Bariloche" (Anagrama, 1999), fue elegida entre las mejores del año por el suplemento "El Cultural", del diario El Mundo. También es autor de las novelas "La vida en las ventanas", "Una vez Argentina", y de los volúmenes de cuentos "El que espera" y "El último minuto". El 2002, con su poemario "El Tobogán", recibió el Premio Hiperión de Poesía. Este año publicó "El equilibrista" (Acantilado). Allí escribe aforismos, pensamientos y ensayos. Tanto su obra poética como narrativa, poseen lucidez, concisión y apertura hacia nuevos mundos posibles, sin prescindir de lo cotidiano. Sin duda, es uno de los autores más sobresalientes de su generación.


¿Cómo ves la narrativa actual española,

con respecto a lo que se está escribiendo en Chile y en el resto de América Latina?

Lo que veo, en primer lugar, es una desconexión tremenda entre ambas orillas, con lo que se hace difícil comparar. Es como si ocurriera lo mismo que alguien dijo una vez sobre Inglaterra y Estados Unidos: nos separa el mismo idioma. Sólo que en el caso de nuestra lengua los motivos de esa distancia son otros, fundamentalmente económicos. No existe una circulación fluida de los libros y casi ninguna editorial concibe Latinoamérica y España como un solo mercado. Eso provoca una especie de provincianismo general, que nos termina obligando a pensar en la literatura en términos nacionales, cosa que me disgusta. Pero en fin, dicho esto, la narrativa escrita en España me parece mejor de lo que suele decirse (como si hubiera un cierto despecho con respecto a España) y podrían citarse bastantes nombres, algunos célebres y otro poco conocidos: Javier Marías, Enrique Vila–Matas, Justo Navarro, Eloy Tizón, Ana María Matute, Juan Marsé, José María Merino, Mercedes Abad y un largo etcétera. Generalizando mucho, tal vez los escritores latinoamericanos tiendan más a la experimentación formal, para bien y para mal (caramba, esta idea rima). Yo veo buenos escritores en ambas orillas y me gustaría que se leyeran más entre sí.






Tú hiciste una compilación del nuevo cuento en España. ¿Qué nos puedes decir al respecto? ¿Sientes que hay renovación en esa materia, y cuáles serían los autores que rescatas?

Creo que el cuento tiene una virtud a primera vista paradójica: es un género tan breve y constreñido, que su costumbre es experimentar. Quizá la brevedad nos obliga a repensar continuamente ese pequeño espacio del que uno dispone para contar algo. Esto hace que el cuento sea como Baudelaire dijo que es la modernidad, mitad nuevo y mitad eterno. Yo noto a los cuentistas españoles muy inquietos, curiosos y, por cierto, muy identificados con la tradición latinoamericana del género. En la antología a la que te refieres (que se titula Pequeñas Resistencias. Antología del nuevo cuento español, que publicó la editorial Páginas de Espuma y que ha tenido continuación en otros dos volúmenes dedicados a Centroamérica y Sudamérica), fue curioso comprobar cómo casi todos los autores españoles mencionaban como referentes a Cortázar, Borges, Arreola, Rulfo, García Márquez, etcétera. También hablaban mucho de Carver y de Cheever. Eso significa que, para los escritores españoles, el cuento es un género extranjero. Y eso me parece de lo más saludable. Hay bastantes nombres jóvenes que vale la pena leer. Entre otros muchos cuentistas excelentes están Eloy Tizón (que tiene un libro en Anagrama), Ángel Zapata (que es inencontrable fuera de España), Mercedes Abad (que está publicada en Tusquets), Hipólito G. Navarro (en Seix–Barral), Care Santos o Félix Palma (ambos en Pre–Textos).

Sé que conociste personalmente a Bolaño, ¿cómo fue esa relación de amistad?

Para mí resultó una relación asombrosa, como todo lo relacionando con Bolaño. Él fue muy cariñoso y generoso conmigo desde el principio. Lo conocí por casualidad, él estaba en el jurado del Premio Herralde de 1999 porque había ganado el año anterior, y tuve la fortuna de que le gustara mi novela Bariloche. Bolaño tendía a apoyar a los escritores jóvenes y a denostar a los autores consagrados (norma que observaba casi siempre), así que tuve suerte. A partir de nuestra primera charla adquirí la costumbre, como tantos otros amigos suyos, de compartir con él dos subgéneros literarios que a Roberto le encantaban y que practicaba con maestría: las largas conversaciones telefónicas y los e–mails agudos. Sus charlas discurrían siempre en espiral, ingeniosas, eruditas, con un sentido del humor muy peculiar, áspero y como en clave. Nos reíamos mucho. Yo no tenía ni idea de nada (y sigo igual) pero le hablaba sin pudor, por pura ignorancia. Y creo que a él le divertía ese descaro juvenil. Siempre me daba consejos sabios y originales. Se entusiasmaba con todo, nada lo dejaba indiferente. Recuerdo que una vez jugamos al ajedrez toda la noche. Visto con un poco de distancia, hoy me doy cuenta de que Roberto vivió durante años como un moribundo que se despedía. También escribió así: con la furia de las últimas oportunidades. Y con esa melancolía vitalista de los enfermos graves. Por eso siento que nos dejó a todos una doble y gran lección: la del formidable autor que escribió Los detectives, Nocturno de Chile o Llamadas telefónicas, y la del hombre agresivamente emocionado que fue.

Varias de tus narraciones transcurren en Argentina, ¿dónde plasmas las experiencias españolas?


Bueno, en realidad creo que las experiencias trascienden los lugares donde ocurren: uno puede experimentar un seísmo interior en Santiago de Chile y plasmarlo luego en un relato que suceda en Singapur. La cultura literaria española me ha influido de otras maneras: por ejemplo, mi poesía le debe mucho a la poesía española contemporánea. De todas formas, he escrito varios cuentos que suceden en España. Aunque tengo la impresión de que (exceptuando las evocaciones más concretas de mi infancia, que lógicamente se refieren a Argentina) la emigración ha ido haciendo que mi literatura suceda cada vez más en ninguna parte. Me interesan mucho los autores desplazados, extraños en su tierra, que miran su entorno como si no lo conocieran: eso pasaba con Kafka, luego pasó con Camus o Gombrowicz, y hoy sigue pasando con autores como Coeetze o Kenzaburo Oé… Ah, y quisiera añadir que, aunque fuera el más grande escritor en castellano de su siglo, ya estoy bastante harto de Borges y de los borgianos. A ver si nos dan un descanso.

En tu libro de poemas "El tobogán", XVII Premio de Poesía Hiperión, se trasunta un hablante lírico que nos devuelve la fe en el poema, que no abandona la capacidad de asombro ni su sentido profundo. ¿Percibes que en algunas partes persiste un culto al feísmo y a lo artificioso?

Caray, es usted muy amable. No sé muy bien qué decir sobre eso. La capacidad de asombro me parece el motor de la palabra, el temblor que origina todo. No puedo concebir la mirada como algo rutinario. Me acuerdo de lo que decía Oliverio Girondo: confecciónate una virginidad cada veinte minutos. Me parece un gran consejo literario. En cuanto a los artificios, es cuestión de gustos: a mí me aburren si son muy evidentes. Cuando más se parece un estilo literario a una masturbación, menos me calienta. ¿Culto al feísmo? Pienso que eso fue

algo culturalmente muy necesario durante la época de las vanguardias, y que hoy deberíamos manejar con prudencia. No sea cosa de que intentando escandalizar o descubrir la pólvora nos limitemos a copiar a Tristan Tzara o Breton. O al propio Rimbaud. O, mirando más adelante, al bueno de Bukowski, al que creo que también nos convendría ya dejar tranquilo. Si siguen imitando a ese viejo guarro, acabará pareciéndose a la Gioconda: entonces nos parecerá un modelo clásico y completamente previsible. La belleza es reciclable como el papel, y eso exige utilizar el pasado y renovarlo a partes iguales.







¿Cómo haces para compatibilizar la prosa con la poesía?

Creo que la poesía y la narrativa no se oponen, sino que se alimentan mutuamente. Por simplificar, digamos que una pone el alma y la otra aporta la carne. Y ya se sabe que para llevar una vida normal hay que tener las dos cosas. Personalmente no me gusta separar tajantemente los géneros, todo pertenece a una misma curiosidad verbal. Me gustan los poemas narrativos, las narraciones líricas, las novelas fragmentarias. Me considero estéticamente promiscuo.




¿Cuáles son las influencias que operan al interior de los textos de Andrés Neuman?


¡Ni idea! Espero no llegar a averiguarlo nunca. El inconsciente hace maravillas con nosotros. Como dijo Gil de Biedma, las influencias no se eligen. Hay que merecerlas. Hay quien aspira a Donoso y se queda en Skármeta, o quien sueña con Huidobro y tiene que conformarse con Isabel Allende.

Nicanor Parra dice: "La originalidad no existe. Lo que existe es el collage. El poema no se sostiene sin el collage". ¿Qué piensas de esa afirmación?

A mí Nicanor Parra me parece, ya que antes hablábamos de eso, un feísta necesario. Dentro del ecosistema de la poesía en nuestra lengua, Parra es tan importante como Neruda o Gonzalo Rojas: donde la brillantez de unos se satura o se pasa de lista, allí Parra va y se ríe, tacha, nos recuerda lo ridículos que podemos ser.




¿La originalidad existe?



No puedo contestar a esa pregunta, porque temo no ser original en mi respuesta.




¿Cuál es tu relación con la poesía chilena?








Intensa, de gran admiración. Aparte de Neruda (que aunque tiene libros históricos la verdad es que me hastía con toda su tramoya retórica) o de Huidobro (al que leí muchísimo durante mi adolescencia), admiro de todo corazón a poeta chilenos como Gonzalo Rojas, Óscar Hahn o Jorge Teiller, entre otros. Pero insisto, no me gusta demasiado dividir la poesía por países. Si por mí fuera, Issa Kobayashi, Sor Juana Inés de la Cruz, Mahmud Darwish, Shakespeare, Jorge Manrique y Nicanor Parra estarían en la misma antología: la de la palabra que enseña.

¿Qué estás escribiendo en la actualidad?

Acabo de terminar un librito de poemas y otro de cuentos. Ahora me gustaría escribir una novela, y si es posible también ser feliz y dormir hasta tarde por las mañanas.
(c) Francisco Véjar
Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967). Poeta, antologador, ensayista, crítico literario. Ha publicado la "Antología de la poesía joven chilena" y "Georg Trakl: Homenaje desde Chile" (en coautoría con Sven Olsen y Armando Roa Vial); los poemarios: "Fluvial", "Música para un álbum personal", "Continuidad del viaje", "A vuelo de poeta", "Canciones imposibles", "País insomnio" y "El emboscado".

*entrevista publicada originalmente en la revista Archivos del Sur

Entrevista a Araceli Otamendi en El Mangrullo*



EL MANGRULLO ENTREVISTA A ARACELI OTAMENDI

(Buenos Aires)
Ante todo, contanos un poco acerca de tu persona, para que los lectores de El Mangrullo puedan conocerte mejor.
Soy escritora y periodista. Nací en Quilmes, una ciudad de la Provincia de Buenos Aires, pero actualmente vivo en Buenos Aires.
¿A qué te dedicás?
Soy periodista. Sin embargo, antes de dedicarme al periodismo estudié Sistemas y me gradué en la Universidad Tecnológica Nacional. También estudié pintura con algunos maestros. Soy escritora y tengo publicada una novela policial que ganó el Premio Fundación El libro- Edenor en 1994, la antología Imágenes de New York, presentada en el Centro Español Juan Carlos I, de New York University; mis cuentos, entrevistas y textos están publicados en revistas y periódicos de Argentina y del exterior. Además, fui Directora de los talleres literarios de la Sociedad Argentina de Escritores durante el período 2002-2003, donde también coordiné talleres de cuento, novela y novela policial.
¿Siempre te gustó escribir? ¿Cómo te iniciaste?
A los siete años decidí que iba a ser escritora, aunque no sabía cómo, así que escribía poesías en el cuaderno del colegio y la maestra se sorprendía.
¿Fuiste lectora desde chica?
Sí, en mi casa mis padres eran muy lectores, así que desde que aprendí a leer siempre leí. Leía de todo: libros de Shakespeare, teatro de Calderón de la Barca, Don Quijote de la Mancha, de Oscar Wilde. Recuerdo mucho El príncipe feliz y El gigante egoísta. Leía todo lo que caía en mis manos. Mis lecturas infantiles fueron estimuladas por mi abuelo, un señor gordo de voz muy fuerte que me traía libros de regalo: los que más recuerdo son las leyendas indígenas argentinas y Alicia en el país de las maravillas; ahora estoy releyendo este último porque considero que fue un libro que abrió mi mente hacia lo maravilloso y fantástico de la literatura. Actualmente leo muchísimo, por las revistas que dirijo, pero además me envían textos de escritores que quieren publicar, quieren saber mi opinión; son gajes del oficio.
¿Cuáles son esas revistas?
Dirijo las revistas Web Archivos del Sur y Barco de papel y colaboro con medios argentinos y de otros países.
Esas revistas, ¿son tu creación?
La idea de hacer "Barco de papel" surgió después de unos meses de iniciar la otra revista virtual que dirijo: Archivos del Sur. El otro director, Vicent Campos, que además es maestro rural de una escuela de Valencia, España, tenía ganas de armar algo con los cuentos que habían escrito los niños de su escuela. Entonces le sugerí que hiciéramos una revista dedicada a los niños, a los padres y educadores, le gustó la idea y nos pusimos a trabajar. Inventé un personaje, "Saturnino", un extraterrestre que viene a hacer un doctorado en el planeta Tierra. Desde el inicio participaron tres escuelas de Valencia y el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas, "Juan Ramón Fernández" de la ciudad de Buenos Aires. Después se agregaron dos escuelas de Santa Rosa, Provincia de la Pampa. Ahora se incorporarán a Barco de papel los textos de los niños que participen en los talleres que organiza el Bibliomóvil de la Biblioteca del Congreso de la Nación. Esta es una biblioteca que brinda todos los servicios de la Biblioteca del Congreso y que puede trasladarse a cualquier punto del país por aire, tierra o agua.
Como periodista, ¿trabajaste también en otros medios?
Trabajé en revistas, periódicos y en radio. Hacer radio durante un año me gustó; la recepción y el contacto con el público es muy directo y se juega mucho la espontaneidad, no tanto con el tener planeado qué vas a decir o cómo lo vas a decir. La respuesta del público es muy gratificante.
¿Reciben colaboraciones de escritores?
Sí, hemos publicado cuentos y textos de autores importantes como Sarah Bianchi, Fernando Sorrentino, María Cristina da Fonseca, de Chile, Víctor Montoya (boliviano residente en Suecia), últimamente Jostein Gaarder (celebridad mundial, autor de El mundo de Sofía), Laura de Rocka (argentino-chileno-venezolana), Raquel Barthe, Hebe Zemborain, María Brandán Aráoz, entre otros. A medida que la revista se difunde más, hay escritores que desean participar y envían sus textos.
Y vos, ¿escribís también literatura infantil y juvenil?
No había pensando en escribir para niños y jóvenes, excepto cuando mis hijos eran chicos y había que armar alguna obra de teatro para representar en el colegio. Ahí me entusiasmaba y me ponía a escribir con todo para el público infantil. Cando inicié la revista Barco de papel descubrí que hacer una revista destinada al público infantil es algo muy distinto a hacer una revista destinada a los adultos.
La selección del material es mucho más difícil, hay que pensar en la recepción que harán los niños de todo eso. También escribí algunos cuentos que están publicados en la revista y que a los chicos les gustaron.
¿Qué opinás de la narración? ¿Estimula la lectura?
Pienso que sí. Siempre me gustó narrar y que me narraran. Mi padre, que tenía paciencia, me contaba muchos cuentos. En general eran cuentos fantásticos, del estilo de Las mil y una noches, con princesas, príncipes y también había personajes malos, de todo un poco. Mi abuela materna sabía contarme cuentos. Ahora, con el tiempo, me doy cuenta de que vivir en un lugar como Quilmes, donde había más tiempo y no se trataba de una gran ciudad como Buenos Aires, daba tiempo para contar historias, para narrar. Había un tío que se sabía de memoria todo el Martín Fierro y a veces lo recitaba. Me gustaba escucharlo y admiraba su memoria, pero nunca se me ocurrió recitar el Martín Fierro, la obra maestra de José Hernández, aunque valoro su calidad e importancia dentro de la literatura argentina.
¿Considerás valioso el aporte de otras ramas del arte para estimular la lectura en los chicos?
Por supuesto. Barco de papel tiene la sección "jugando con el arte" porque considero que es muy importante familiarizar a los niños desde temprano con la pintura y las creaciones de grandes maestros. Aprender a discernir los colores, la composición, sin erudiciones, simplemente jugando. Es importante conocer a distintos pintores; enriquece mucho, es algo que uno lleva durante toda la vida. Recuerdo que durante la guerra de Irak, donde las imágenes que veíamos por televisión, en los diarios y en las revistas, en Internet, eran tan terribles, para paliar todo eso tan espantoso, de noche miraba libros de arte. El arte en cualquier circunstancia siempre ayuda.
¿Te parece que Internet y la literatura se llevan bien?
Pienso que sí, las nuevas tecnologías permiten conocer escritores que de otra manera no conoceríamos, debido a las distancias u otros factores más relaciones tal vez con el mercado. A lo mejor no hay tiempo para leer una novela de trescientas páginas, pero sí lo hay para leer un cuento o también para escribirlo y enviarlo a una revista. Cultura y comunicación tienen la misma raíz, cada uno de nosotros está inmerso en una cultura y en la medida en que nos podamos comunicar siempre resulta enriquecedor.
Muchas gracias.

*entrevista publicada en El Mangrullo, boletin dedicado a la literatura infantil y a la lectura dirigido por la escritora Raquel Barthe.
1-4-2004

"El Mangrullo"
Año 4 Número 45 - 1 de abril de 2004
Editora responsable: Raquel M. Barthe
mangrullo@sion.com
www.angelfire.com/stars/rbarthe
 
BOLETÍN DEDICADO A LA LITERATURA INFANTIL Y A LA LECTURA
El Mangrullo en Internet www.usuarios.sion.com/mangrullo

Entrevista a Araceli Otamendi* por Daniela Aspée V.

(Santiago de Chile) Daniela Aspeé Venegas

Viajé a Buenos Aires el 29 de agosto y estuve hasta el 29 de septiembre del presente año. Gracias a los fondos dispuestos para tales asuntos en la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde estoy cursando mi doctorado, conseguí vivir esta aventura. El objetivo de mi viaje era conseguir el material que, lamentablemente, no llega a Chile de escritoras argentinas que han incursionado en la narrativa detectivesca. Estoy preparando mi tesis y quiero trabajar a las mujeres escritoras y representadas en la literatura policial chilena y argentina. Logré entrevistarme con varias autoras y fue una experiencia formidable. Pude adentrarme en su literatura a través de sus propias palabras. Conocer al autor no es conocer la obra, pero sí el germen de dónde creció. Esto significó mucho más de lo que pensé resultaría en este viaje. Buenos Aires tiene para mí un recuerdo literario, teñido de mujer, guardado entre las experiencias más increíbles de mi vida. La presente entrevista a Araceli Otamendi es una de las que hice para mi proyecto de tesis doctoral.

Entrevista:

¿Cómo o por qué te acercaste a la literatura?




La madre de mi padre era maestra rural, así que nací y me crié en una casa con libros. Mis padres siempre fueron muy lectores y mi padre bastante intelectual. Acercarme a la literatura fue algo natural. Primero mi padre, también mi madre, mi abuela materna también, mi tía abuela, me leían o me narraban cuentos, y cuando aprendí a leer lo hacía yo. Tuve la suerte de que mi padre leyera El Quijote o las obras de Kafka después de comer y a veces me leía párrafos de esas obras, sobre todo de El Quijote. En la mesa, durante la comida, no se podía hablar de dinero, por ejemplo y sí de libros, ése era el tema de conversación preferido. Mi madre que tiene mucha cultura musical también aportaba lo suyo, hablaba de los libros que le gustaban.


Y después, bueno, a los siete años se me ocurrió que quería escribir, y no sabía cómo, pero ya escribía poemas en la escuela, algo que llamaba la atención de la maestra y decidí entonces que escribiría libros.


Sin embargo en mi casa no tenían ningún interés en que me dedicara ni al arte ni a las letras y me impulsaron a que estudiara una carrera universitaria, preferían que tuviera una profesión liberal. Elegí Sistemas y me gradué en esa carrera porque era una carrera nueva, podía egresar más rápido de la universidad, y me incorporé enseguida al mundo laboral. Me conseguí un trabajo en un banco, yo sola y ahí trabajé durante varios años. Pero nunca dejé de leer por mi cuenta y después sí, fui a un taller a aprender a pintar con un maestro. Con la llegada de la democracia empecé a frecuentar talleres literarios, principalmente el de Mirta Arlt, quien es profesora de literatura inglesa e investigadora de teatro.

¿Qué te gusta leer?


Leo de todo. De chica leía novelas policiales, por ejemplo. Leía novelas policiales en mi casa, yo tomaba los libros y leía por ejemplo, cuentos misteriosos que finalmente se resolvían, eso me encantaba. Me los llevaba a mi cuarto y los leía sola, estaba todo el tiempo pendiente del suspenso, absorta en el misterio de un libro, eso me encantaba. Y, también otros cuentos, a mí me gusta mucho el género del cuento y la novela también, la novela latinoamericana, los autores del boom latinoamericano, Vargas Llosa, García Márquez me gustaban mucho, bueno, me siguen gustando sus novelas, sobre todo las primeras. .Me puse de novia muy joven y mi novio, el que es actualmente mi marido me regalaba muchos libros de literatura latinoamericana.


Después, leía sola a Roberto Arlt. Yo fui alumna de Mirta Arlt, durante cinco años. Como ella es profesora de literatura inglesa analicé e investigué el género policial en el taller literario que ella coordinaba y leí a varios escritores y escritoras de novelas policiales. Me gusta mucho el género policial norteamericano, la novela negra. .Y después, bueno, Borges también, me gustan mucho sus cuentos, las teorías que tiene, las sigo mucho. Esos serían mis preferidos, siempre Arlt, , Borges, Cortázar y también algo de Puig entre los argentinos.


¿Qué visión tienes de la literatura argentina actual?

Creo que en el estado actual de la literatura argentina ha incidido e incide mucho el tema de los concursos literarios, los que son por dinero. Hay novelas que ganan concursos con sumas importantes y aparecen como la gran obra y no son la gran obra. Son premios que otorgan al ganador mucho marketing y de esto hablamos en una mesa redonda en la última Feria del libro de Buenos Aires con Josefina Delgado y María Cristina da Fonseca, después se publicó una nota sobre el tema en la revista Archivos del Sur y en otra revista. Si querés que te digo qué me interesa leer de literatura argentina sigo leyendo a Cortázar a Borges y a Arlt, porque me da placer intelectual leerlos. Por ahí sí, alguna novela, cuentos de otros autores, no te puedo precisar en este momento. Lamentablemente se valora mucho el marketing. Creo que Alan Pauls es un buen escritor y también César Aira, te puedo hablar bien de la literatura de los dos.






¿Qué influencias reconoces en tu escritura?


Borges, por supuesto, está en la novela policial (Pájaros debajo de la piel y cerveza), en la trama, inconscientemente se hace presente sobre todo al final. Y Arlt también. Arlt era periodista y escritor, todos los días tenía que hacer un artículo para el diario, escribía en Crítica, en El Mundo y el oficio de periodista le dio mucho al escritor. Esas son las influencias que rescato. Y Cortázar por la actitud lúdica de su literatura y también surrealista.

¿Y mujeres? ¿No las lees, no te han influido?


Las inglesas, las escritoras norteamericanas sureñas sí, las leo.




¿Pero no reconoces influencia en ellas?


Sí, de Flannery O’Connor y de Carson Mc Cullers, porque me gusta mucho el humor negro que tienen.




Claro, en Pájaros debajo de la piel y cerveza se nota




Sí, ahí se nota mucho, creo. También me gusta leer a Patricia Highsmith, también de ella reconozco alguna influencia.




Y escritoras argentinas del género detectivesco, ¿las lees?, o mejor dicho, ¿hay algunas que te gusten?


Bueno, algunas cosas de Angélica Gorodischer... De María Angélica Bosco, también he leido aunque no reconozco influencias de ninguna de ellas. De Luisa Valenzuela me gusta su libro El gato eficaz.


Centrándonos en narrativa detectivesca, específicamente, ¿qué autores o qué obras te gustan?



Me olvidaba decirte, hay una norteamericana, Sue Grafton, que me parece muy interesante. Ella ha publicado una serie de novelas policiales donde los títulos se clasifican por el abecedario. Bueno, ella me parece una autora de novelas policiales que escribe muy bien, da gusto leerla.. No digo que me haya influenciado porque yo empecé a escribir policial antes de leerla a ella. Yo creo que más me influenció Raymond Chandler. Yo escribí mucho cuento, durante muchos años, y una vez que leí El largo adiós de Raymond Chandler, ahí se me presentó la estructura de la novela y dije ahora ya sé cómo escribir un policial. Truman Capote también me gusta mucho, A sangre fría, esa es una buena novela, realista. Los siete locos de Roberto Arlt, que lo habrá escrito en el treinta, es un policial y es una gran novela, pero creo es poco conocida en el exterior, salvo por algunas universidades, no sé actualmente si el público lee a Roberto Arlt afuera, lástima si no lo hacen porque se lo pierden. Me gusta un cuento policial de Hemingway, que se llaman Los asesinos, bastante bueno. Te citaría también a Antonio Tabucci, su novela Sostiene Pereira me parece magistral y también a Paul Auster, dos autores por los que siento una especie de fanatismo.



Bueno, con todo lo que has dicho podría concluir que la variable de lo policial que más te gusta es el género negro



Sí, el género negro. Me gusta porque se pinta bien lo que es la sociedad, como telón de fondo de una trama novelesca. Igual los cuentos de policial clásico, me gustan mucho los cuentos de Chesterton, por ejemplo. Igual que los cuentos de Borges del género también, por supuesto. Una escritora que no te nombré y me gusta leer es Silvina Ocampo. Antes estaba mal visto decir que uno leía a Silvina Ocampo, era política o socialmente incorrecto decir que una la leía, porque ella provenía de una familia acomodada. Yo la seguía de chica, siempre me gustó, no es un esnobismo mi gusto por ella, como hay ahora, que mucha gente la descubrió, después de diez años de muerta. Es una gran escritora, una de las mejores que tenemos. Soy una lectora sin prejuicios.



Te agrego dos escritoras argentinas que quiero destacar, si bien estéticamente creo que lo que yo escribo no tiene que ver con la obra de ellas , pero por su trayectoria y la cantidad de libros que han publicado han merecido un lugar importante: son María Esther de Miguel de quien fui amiga y murió en 2003 y Martha Mercader, autora de la novela histórica Juanamanuela mucha mujer entre muchos otros libros. Creo que para las escritoras más jóvenes han sido unas pioneras.

¿Cómo clasificarías Pájaros debajo de la piel y cerveza? ¿Te atreverías a decir que es una novela negra?



Yo diría que es un policial clásico, pero tiene cosas de género negro, es una mezcla. No es algo rotundo, no es un policial clásico ni es tan dura como para ser negra. La clasificaría como una novela de suspenso.






¿Y la novela que estás revisando ahora va en la misma línea?



Sí, va en la misma línea






¿Cómo influye el entorno social en tu obra?



Bueno, me gusta justamente la novela policial para mostrar la sociedad, para decir si un personaje va a tal parte, poder describir cómo es ese ambiente, otro tipo de estructuras no lo permite o no lo permite tan bien.






¿Estás diciendo que usas el género policial deliberadamente para poder mostrar, desde un punto de vista determinado, tu visión de la sociedad?


No, tiene que ir acompañado, no puede ser un policial negro o con características del género negro sólo para mostrar el entorno social. Sobre el policial, no puedo darte una receta, pero hay ciertas características que hay que respetar. Entonces, además del tema que, cuando vayan ocurriendo cosas, si es género negro al detective le van sucediendo cosas, al detective le puede pasar cualquier cosa, puede estar expuesto al peligro, y también solucionar problemas y misterios por deducción, y eso va surgiendo entre los conflictos de la sociedad que están ahí, en la novela.






¿Cuál es, entonces, esa “sociedad” que está por detrás de Pájaros?



Esa sociedad que está de telón de fondo, es donde van los personajes, donde están los personajes, es Alemania, es un pueblo de Alemania.









¿Qué es lo que criticas de algunos argentinos, porque hay personajes argentinos?



Yo diría que lo que critico es la chantada, ser chanta. El detective tiene cosas de ser un “chanta”, acá le decimos chanta al que hace las cosas más o menos, al mediocre, al que no le importa si en definitiva las cosas le salen bien. El detective es argentino y es chanta, es un detective chanta. Es un tipo que está en una oficina, en la Avenida de Mayo, que tiene casos más o menos, sin importancia, es un tipo que estuvo preso por ser acusado de matar a una mujer. Una serie de características que podría tener un detective real pero éste es inventado, totalmente inventado.






...un detective real en Argentina



Sí, en Argentina.

¿Por qué elegiste Alemania como escenario para tu novela?



Porque estuve en Alemania, en un lugar muy parecido al de la novela, años antes de escribirla.



Fui en 1987, antes de la caída del Muro. Acompañaba a mi marido en un viaje de negocios y fui con mi hijito que tendría un año. Mientras estaba allá tenía mucho tiempo para recorrer la ciudad y también recorrimos algunos pueblos del norte de Alemania, conocí mujeres, ancianas, por ejemplo, que me paraban por la calle mientras yo paseaba con mi hijo de la mano y me contaban historias de la guerra, me mostraban los bunkers, todo eso era muy fuerte para mí. Y también allá, en Hamburgo me compré una máquina de escribir portátil y me la traje en el avión pensando en la novela que iba a escribir para volcar esa experiencia. Tenía que exorcizarla.






Me llama la atención la relación de dependencia que se da entre los personajes, pero es como una dependencia en ausencia. Como Ludwig, depende siempre de la mirada de Mónica cuando ella no está, Mónica de su tía Elisa. ¿Qué me puedes decir de eso?



No sé, se dio así, no te puedo decir por qué. Mónica y Ludwig, el detective, están separados, pero ella aparece ahí, en el pueblo y lo sigue, y él a su vez siempre está pensando siempre en la mirada de Mónica. Están separados, pero en realidad nunca pueden desprenderse el uno del otro. Y la prueba está en que él después sigue con ella.






Con respecto a Mónica, ella es muy reprimida, está muy reprimida entre lo que piensa y lo que dice, por lo menos esa impresión me da a mí.



Sí, puede ser, es una visión. Bueno, hay mucha gente que es así. No puedo contestarte a eso, porque no lo pensé.






A qué se debe esa cadena de dependencia



Bueno, no lo planifiqué a propósito. Cuando uno se sienta a escribir surgen cosas que no analizás pero están ahí, y no podés entenderlas cuando las estás escribiendo. El escritor, o si querés la escritora, en mi caso escribe para poder traducirse, entenderse, no es fácil. En la literatura como en la pintura, dos artes que practico, interviene el inconsciente y ahí está lo difícil, si supiera qué voy a escribir de antemano, cómo se van a comportar los personajes creo que no escribiría.




Los personajes mujeres, también me interesaron mucho. Está Ursula, que es prostituta, la señora Engels que es una señora carente de todo...



La señora Engels vive del recuerdo.






Del recuerdo y de las vidas ajenas, porque prácticamente no tiene vida



No, porque desde que se fue el marido su vida es eso, estar encerrada, cocinar, ir a la iglesia y chismear. Hay muchos personajes así, en Alemania y en Argentina y supongo que en otros lugares del mundo también.






También la señora Brooke, amargada, y Mónica, que a mí me parece muy reprimida. No veo figuras femeninas positivas en tu novela. ¿Cuál es tu posición feminista o frente a lo femenino?



Yo creo que la mujer, en esta época, y hace ya bastante puede ocupar el lugar a la par del hombre, y mucho más todavía, ha ido ganando posiciones.






Entonces, ¿por qué estos personajes tan negativos o por lo menos infelices?


Pero vos pensá que quién escribe la novela es Mónica.






¿Y por qué no hay mujeres felices?



Lili la pintora creo que sí, que es feliz. Yo creo que hay personajes así, en todas partes, los encontramos. No te digo que no son exagerados. Con el humor negro y la ironía una exagera, pero algunas características de estos personajes las he tomado de la realidad.






A propósito de esto, ¿Qué piensas del ser mujer en Argentina hoy?



Creo que las mujeres podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos, no siempre nos van a dejar, porque es una sociedad todavía machista creo, la de Argentina y el machismo existe en toda Latinoamérica, no creo que haya un país latinoamericano de donde se haya erradicado completamente el machismo, por desgracia.. Pero hay mujeres que sí, que ocupan lugares importantes, y lo veo muy bien, me parece fantástico que cada vez las mujeres podamos tener acceso a posiciones importantes, que si las mujeres quieren estudiar puedan hacerlo, y si queremos pilotear un avión y ser piloto profesional también se pueda hacer o ser astronauta o física, por dar ejemplos. El problema es de toda la sociedad. Mientras la sociedad no se feminice, mientras los varones no se feminicen, las mujeres seguirán con sobrecarga. Porque las mujeres se ocupan de los chicos, del trabajo y el estudio, y el varón en la mayoría de los casos sigue ocupándose de lo mismo que se ocupaba antes. Mientras vayamos avanzando socialmente, la mujer irá mejorando su posición. Creo que no hay ninguna diferencia, ni tiene que haberla, entre lo que puede elegir una mujer y lo que puede elegir un varón.






Y sobre esas diferencias. Por qué crees que las mujeres escritoras se sienten tan poco atraídas, en cantidad, por el género detectivesco.



Bueno, yo creo que puede ser por gusto. No sé, no podría darte una explicación.


Hay estudiosas que dicen que con el surgimiento del feminismo las mujeres vieron en el género detectivesco la manera de dar vuelta, invertir, sus bases masculinas, para usarlas en contra de estas bases. Y si tomamos esto como cierto, por qué las mujeres en Latinoamérica no usan tanto el género, teniendo este potencial de estrategia feminista.



Bueno, a mí me han dicho que mi novela es muy dura, algunos lectores me han dicho que no habían leído antes a una escritora tan dura, que yo trataba a los personajes masculinos como estúpidos. Me han dicho, también, “vos tenés un machismo feminista, porque denigrás a los personajes masculinos” y en realidad es una visión burlona, irónica. Creo que a todos los personajes los trato con ternura, se puede poner ironía y ternura, como también he utilizado el erotismo, sino la novela hubiera sido aburrida. Bueno, no fue mi intención consciente escribir esos personajes masculinos así, pero salió. Si tuviera que darte una explicación puede ser algo de lo que vos decís en tu pregunta.






¿Qué es lo que más te costó en esta novela?



La reescritura, porque tiene varias reescrituras. En fin, la corrección.



.



¿Cuál es tu método de escritura?



No tengo horarios, como tengo chicos adolescentes que están en casa, el barullo prosigue. Antes escribía de noche, cuando mis hijos eran bebés, pero ahora no tengo horario fijo. Se me ocurre un cuento, un artículo, y lo escribo.






¿Cortaste mucho la novela Pájaros...?


Sí, corregí bastante cada capítulo, saqué muchas palabras, escenas que estaban de más.






¿Te gustó tu novela?



Sí, escribí una novela que me gustaba leer. Yo escribo lo que me gusta leer, lo que me entretiene.






¿Y por eso mismo elegiste el género detectivesco?



Sí, me entretiene, leo por placer y escribo literatura por placer también.






¿La empezaste pensando que sería detectivesca?



Sí. Eso fue intencional. Es una falta de respeto al lector que un libro no sea entretenido. Por lo menos el policial siempre es entretenido.






¿Puedes hablarme un poco de tu próxima novela, Extraños en la noche de Iemanjá?



Por ahora el título es ése. Transcurre en una playa, en lugar de un pueblo, es una playa. No digo nunca el país donde están. El ambiente es bastante distinto. El detective es el mismo, por ahora.






¿Por qué ese placer por los espacios cerrados, pequeños?





Porque hasta ahora no se me ha presentado la imagen de otra cosa.. Y creo que situarlo en un lugar más chico me permite componer mejor un mundo. Hay una frase que dice “pueblo chico, infierno grande” y creo que una novela donde hay un infierno es más interesante. Por eso creo que puede ser más entretenido escribir y leer sobre un mundo cerrado donde pasen cosas.






© Daniela Aspeé Venegas- Todos los derechos reservados.



Sobre la autora:



Daniela Aspeé Venegas nació en Chile en 1980.



Es Licenciada en Letras con mención en Lingüística y Literatura hispánicas, Título recibido el año 2002. Pontificia Universidad Católica de Chile.



Está haciendo sus estudios de posgrado: Doctorado en Literatura. En curso. Pontificia Universidad Católica de Chile.
*La entrevista fue realizada en Buenos Aires en 2004. Fue publicada inicialmente en la revista Archivos del Sur.